Segunda RFEF

Hércules 2022: El año del apagón

El club alicantino despide un 2022 que inició como campeón de invierno en el peor momento deportivo de su historia, con la afición en armas y envuelto en una trama judicial que afecta a la cúpula directiva

Manifestación de aficionados del Hércules a finales de mayo pasado en contra de la propiedad.

Manifestación de aficionados del Hércules a finales de mayo pasado en contra de la propiedad. / Manuel Lorenzo

Pedro Rojas

Pedro Rojas

Los años de plomo se suceden en el Hércules, empalman unos con otros, se retuercen alrededor del cuello de quienes todavía sufren por él y ahogan un sentimiento blanquiazul cada temporada más quebrado, más borroso, más lejos de la élite, de los días gloriosos que muy pocos ya confían en que vuelvan. El herculanismo se derrite devorado por un fuego que no cesa, que está a un soplido de reducirlo todo a cenizas.

En el infierno en blanco y azul de este club centenario siempre aparece un sótano más abajo, nunca se deja de caer. Ocurre desde 2011, y 2022 no ha hecho más que corroborarlo. Un año que arrancó con el equipo como campeón de invierno y que termina con el escudo asomando a la quinta categoría del fútbol español. Un siglo cogiendo aire... pero ahora con respiración asistida.

Imagen de la protesta contra el palco del pasado 27 de noviembre.

Imagen de la protesta contra el palco del pasado 27 de noviembre. / Alex Dominguez

Nada funciona. Nada sale como se planea. Y la sombra de la sospecha, la falta de fe en quienes dirigen los designios de la SAD se acrecienta de forma exponencial. Cada vez son más las voces críticas, los seguidores que están convencidos de que otro Hércules es posible fuera del control de la familia Ortiz. A corto plazo, esa vía no se va a explorar, el dueño únicamente cederá el control total de su inversión a quien le abone por ello la cantidad que él considera que es más justa y que está muy lejos de lo que cualquiera estaría dispuesto a desembolsar por un club en la coyuntura actual que pesa sobre el Hércules.

«Derrocamiento»

Sin embargo, los convencidos de que el «derrocamiento» después de 23 ejercicios al frente es factible no tienen intención de cejar en su empeño, así que la tensión está lejos de relajarse. El clima de crispación alcanzó su punto más álgido el pasado 27 de noviembre, cuando un grupo de seguidores llevó hasta las inmediaciones del palco una protesta airada que las Fuerzas de Seguridad se encargaron de que no fuera a mayores.

Enrique Ortiz observa el desarrollo del entrenamiento del pasado martes en Fontcalent.

Enrique Ortiz observa el desarrollo del entrenamiento del pasado martes en Fontcalent. / Jose Navarro

La caída de público al estadio ha rebajado la media de los 10.000 espectadores con los que partió en su primera aventura en Segunda tras la caída del fútbol profesional a los cerca de 2.000 que han terminado acompañando al equipo en sus últimos envites como local. La masa social no mengua, pero sus ganas de perder el tiempo, sí.

Frente al Unión Adarve de Madrid, en la semifinal del «play-off» de ascenso a Primera RFEF, el pasado mayo, ingresaron al estadio alrededor de 11.000 personas. El mazazo –otro más– que supuso la eliminación terminó dinamitando el modelo implantado por Carmelo del Pozo, el hombre elegido para devolver la cordura a una franquicia enloquecida y precarizada con la sucesión de reveses.

Fracaso

El director deportivo recondujo la SAD, la dotó de control, de autoridad, de sentido común... pero falló en lo único que de verdad cuenta: subir de categoría. Con su salida el 30 de junio, regresó la urgencia, la improvisación, el desgobierno por falta de líder institucional efectivo, y lo que parecía que no se podía empeorar, terminó rozando la deflagración.

Carmelo del Pozo, tras consumarse la eliminación del play-off de ascenso en mayo pasado.

Carmelo del Pozo, tras consumarse la eliminación del play-off de ascenso en mayo pasado. / ALEX DOMINGUEZ

Mientras el dueño sigue buscando socios que se animen a arriesgar su dinero para sostener la pérdida patrimonial, Paco Peña trata denodadamente de dar con una fórmula imposible que satisfaga (sin renunciar a su propio criterio) a todos los intereses que, sin Del Pozo, vuelven a converger en la confección del equipo.

Su primer intento, el estival, salió muy mal. El segundo, el invernal, el que el secretario técnico afronta desde el lunes, ese necesitará que le funcione por un bien no solo personal, sino por la supervivencia de un club que flirtea peligrosamente con el derrumbe. Ni siquiera las buenas acciones se aprovechan.

La cúpula directiva del Hércules acude a declarar ante el juez por el caso Abde.

La cúpula directiva del Hércules acude a declarar ante el juez por el caso Abde. / Alex Dominguez

Caso Abde

Del último gran movimiento mercantil, la venta de Abde al Fútbol Club Barcelona por dos millones de euros, ha nacido una trama judicial que tiene involucrado al presidente, Carlos Parodi, y al vicepresidente, Valentín Botella, el último representante del Hércules exitoso que aún no ha abandonado a Enrique Ortiz. La amenaza de la pena de cárcel es otro lastre que ahoga a este Hércules, obligado a sobreponerse a demasiadas tragedias más allá de las derrotas, siempre en riesgo del apagón final.