Tribuna

Más Alvaritos y menos Marios

Álvarito tras anotar el domingo

Álvarito tras anotar el domingo / ALEX DOMÍNGUEZ

Enrique Moscat

Enrique Moscat

Sevilla, verano del año 2000. Tras el descenso traumático a Segunda División, Roberto Alés, el entonces presidente del Sevilla FC, nombra como Director Deportivo a Ramón Rodríguez Verdejo, más conocido futbolísticamente por “Monchi”. Más allá de las duras críticas de la prensa deportiva local y de los chistes que generó entre la parroquia bética, la elección del eterno portero suplente como jefe de la parcela deportiva sevillista sembraba de dudas a su ya de por sí desencantada afición. Monchi, con cero experiencia en la dirección técnica, cogía los mandos de un Sevilla que nadaba con el peso de su historia entre un presente caótico y un futuro lleno de incertidumbre.

Sin embargo y contra todo pronóstico, poco más de tres lustros después, el balance de la era Monchi asombró a propios y a extraños: una Liga de Segunda División, dos Copas del Rey, cinco Copas de la UEFA/ Europa League, una Supercopa española y otra de Europa. Y todo ello sin invertir grandes cantidades de dinero (sobre todo en las primeras temporadas). ¿Que cómo pasó el Sevilla de ser un equipo de Segunda a competir de tú a tú con los grandes del continente? Tan fácil de decir como difícil de aplicar: cuidando la cantera (Sergio Ramos, Capel, Reyes o Jesús Navas debutaron en aquellos primeros años) y, sobre todo, siendo atrevido y fichando jugadores con proyección -muchas veces semidesconocidos- y, en todo caso, alejados del star system. Monchi sabía que a los Baptista, Dani Alves o Rakitic había que atarlos antes de que fuesen conocidos o, de lo contrario, sería imposible ficharlos después.

EL MÉTODO MONCHI

Como los buenos chefs, el de San Fernando mantuvo oculto muchos años su método para encontrar inminentes cracks a precio de ganga. Hasta que, a principios de 2016, desveló el “secreto” que le había convertido en uno de los Directores Deportivos más admirados del planeta fútbol. A grandes rasgos lo podríamos resumir así: Monchi trabaja con un equipo de colaboradores que se ocupan de seguir, semana a semana, una importante cantidad de ligas mundiales. Estos, todos los meses elaboran un “once ideal” de cada campeonato, asignando a cada jugador una letra en base a su rendimiento y según sea más o menos interesante su fichaje. Los jugadores “A”, según la definición del propio Monchi, son “los que hay que ir a su casa a buscarlos para ficharlos”. Los “B” son los “muy interesantes”, los que mejoran sí o sí lo que ya hay en la plantilla. Los “C” vienen a ser los que “se pueden seguir en caso de ser jóvenes pero, de no serlo, salvo urgencia y/o situación desesperada, no se deben fichar”. Para finalizar, deja las letras “D” (jugadores a descartar) y “E” (los que “se tienen que dedicar a los estudios”) para los que no interesan en ningún caso. Cada seis meses -tras hacer una puesta en común de los informes- Monchi elabora rankings por posición y, en cuanto ve a un jugador con muchas “A”, no se lo piensa: va a por él.

EL CONTEXTO ACTUAL

Alicante, enero de 2023. El Hércules apura las últimas horas del mercado invernal. Hasta el momento, el conjunto herculano se ha reforzado con los extremos Artiles (Mérida) y Luque Jr. (Eldense), el lateral izquierdo Retuerta (Deportivo) y el central Mario Gómez (Unionistas). Pero aún faltan dos fichajes más (presumiblemente un delantero y otro defensa) con los que tratar de reflotar un conjunto blanquiazul que, tras el punto amargo de la última jornada ante el Mallorca B, marcha noveno, a cuatro puntos del playoff de ascenso. Si nos atenemos a los puntos que tiene y al puesto que ocupa en estos momentos, el Hércules es el 125º equipo del fútbol español. Tal día como hoy de 1976, los blanquiazules eran, tras Atlético de Madrid, Real Madrid y FC Barcelona, el cuarto mejor equipo de España. El dato es demoledor pero, habida cuenta de cómo se han ido haciendo las cosas en las últimas décadas en el club alicantino, extraña cada vez menos.

No se equivocan los que dicen que en el fútbol todo depende de que la pelotita entre en la portería rival. Pero tampoco nos equivocamos los que pensamos que habrá más posibilidades de que entre conforme mejor se hagan las cosas a todos los niveles, empezando desde los despachos. No es ningún secreto que tener los jugadores con mejor currículo no es igual a tener la mejor plantilla. Y este parece ser el sino de los herculanos, especialmente en la última década.

LA APLICACIÓN DEL MÉTODO EN EL HÉRCULES

Decía Pablo Picasso que no sabía de dónde le venía la inspiración pero que siempre le pillaba trabajando. Dicho de otro modo, el único camino hacia el éxito es el trabajo. Pero sobre todo el trabajo bien hecho, justo donde Monchi marcaba la diferencia en aquel Sevilla de primeros de siglo. Y es que, salvo escasas excepciones, la eficiencia lleva cuarenta años sin dejarse ver por las oficinas de Foguerer Romeu Zarandieta. ¿Que esto sucede en buena parte por un problema estructural e indirectamente como consecuencia de una gestión deficiente del club? Probablemente. Pero que se podría -y se debería- solucionar es seguro.

Olivier Thomert, Momo Sarr, Pulhac, Braulio, Pere Martínez, Sarpong, Assulin, Javi Hervás, Quique De Lucas, Héctor Font, Mariano Sanz, Dioni, Omgba, Lolo, Juan Delgado, Fernando, Berrocal, Mainz, David Torres, Alejandro Alfaro, Jona, Emaná, Vergos, Perone, Sergio Jiménez, Pastorini, Buenacasa, Jon Erice, Acuña, Carlos David, Bikoro, Chuli, Aketxe, Mario, Dylan Leiva, Ander Vitoria, Villacañas o el insolente Óscar Díaz… Todos son fichajes realizados por el Hércules desde la temporada del descenso a Segunda. Ninguno dio la talla. Y hay muchos más... Pero el objetivo de este artículo es hacer una crítica constructiva a la forma de fichar del club alicantino, no torturar al lector con las varias decenas de nuevas incorporaciones que cumplieron las expectativas ni de lejos. Sí, es justo reconocer que, en estos once años de aridez blanquiazul en el Mercato, también ha habido jugadores como Anaitz Arbilla, Paglialunga, Sissoko, Chechu, Juanjo Nieto o David González que sí justificaron su llegada a Alicante y dieron el rendimiento buscado (en algunos casos, incluso, lo superaron). Pero por desgracia y como es lógico, son solo unas pocas excepciones -casi rarezas- en un club que todo hace pensar que ficha mayoritariamente por catálogo y, en algunos casos, guiado por “recomendaciones” de muy dudosa intencionalidad.

Los jugadores del Hércules celebran un gol

Los jugadores del Hércules celebran un gol / ALEX DOMÍNGUEZ

¿Sería una opción real aplicar el método Monchi en un Hércules de Segunda RFEF? Antes de la era de Internet habría sido imposible porque ello habría conllevado gastos muy elevados de los ojeadores (sueldos, vuelos, hoteles, dietas…) pero hoy en día sí es posible, aunque con matices. Ya que, por ejemplo, por razones económicas y deportivas, sería absurdo que los tentáculos herculanos llegasen al fútbol profesional de las grandes ligas europeas. Así mismo, tampoco creo que fuese inteligente renunciar del todo al mercado “tradicional” español (agentes, ojeadores...). Pero sí pienso que, como complemento y eventual alternativa a este, se podría hacer algo similar al sistema de Monchi, creando una buena base de datos para controlar jugadores que militan en campeonatos internacionales menores, en Segunda y Tercera RFEF y en el fútbol juvenil. Para ello bastaría rodearse de los colaboradores adecuados, tener wifi, ingenio y ganas de trabajar.

¿Podría tener éxito este sistema de fichajes en la cuarta categoría del fútbol español? No se puede garantizar pero es evidente que el club nada perdería por ser consciente, a golpe de clic, de quiénes son los máximos goleadores de los grupos de la División de Honor de Juveniles, de que en Tercera RFEF hay un nuevo Alvarito o de cuáles son los jugadores más regulares de la liga senegalesa. Además, caso de concretar el fichaje de algunos de estos futbolistas, el desembolso económico sería ínfimo en la mayoría de casos. Dicho de otro modo y siguiendo el paralelismo con el método Monchi, el Hércules podría hacerse con futbolistas que, potencialmente, podrían acabar siendo de nivel A o B a un coste de los de nivel D o E en el mercado español para clubs de 1ª o 2ª RFEF. Un buen ejemplo (y real) de esto es Diego Aznar. Este joven delantero (19 años), que lleva la friolera de 18 goles en 18 jornadas en Tercera RFEF, puede irse gratis si se le ofrece un contrato profesional. Y hay muchos más casos similares de jugadores con proyección y sobre todo con hambre, que verían su llegada al Hércules de Alicante como la oportunidad de su vida y no como un retiro dorado de fiesta, sol y playa.

ALVARITO Y MARIO, POLOS OPUESTOS

Precisamente, en el último año hemos tenido dos ejemplos claros de esto último: Mario Ortiz y Álvaro Hernáiz. El primero es el típico futbolista que ha tenido calidad y que cuenta con un muy buen currículum pero que se encuentra ya en el otoño-invierno de su carrera. Con más pena que gloria, Mario dejó el Rico Pérez sin mostrar prácticamente nada de todo aquello que le hizo jugar casi 200 partidos en el fútbol profesional. Por contra, el caso de Alvarito está en las antípodas. Al madrileño no nos lo ofreció ningún agente o consigliere. No hubo falta. Su club -el Marchamalo- militó en la temporada pasada en el mismo grupo que el Hércules y en los dos partidos ante los blanquiazules, hubo dos exhibiciones del pequeño y endiablado extremo. Por eso llegó a Alicante… ¿o alguien cree que se le hubiera fichado caso de no haber coincidido en el mismo grupo con el cuadro manchego? Dada la acomodada política de fichajes de la secretaría técnica blanquiazul, ya les adelanto que no. El Hércules se encontró por casualidad a la que hoy es su estrella. Ojalá algún día esa casualidad se pueda convertir en causalidad porque la secretaría técnica blanquiazul contemple otra forma de fichar. Ojalá lleguen más Alvaritos y menos Marios en el futuro. Ojalá...

Suscríbete para seguir leyendo