Segunda RFEF

Hércules CF | En la mente de Lolo Escobar

El entrenador blanquiazul trabaja desde la claridad de ideas con una metodología adaptada al nuevo tiempo con la que desarrolla de forma minuciosa y eficaz todos los fundamentos del juego

Lolo Escobar, sentado en el banquillo del Rico Pérez, en Alicante, mientras piensa.

Lolo Escobar, sentado en el banquillo del Rico Pérez, en Alicante, mientras piensa. / Jose Navarro

Pedro Rojas

Pedro Rojas

La juventud hace tiempo que dejó de ser un problema, al menos en el fútbol. Cada vez son más los entrenadores que van ocupando buenas plazas sin arrastrar un historial ni pesado ni ilustre. Tipos que no pierden la mañana contando batallas y ocupan las tardes en la faena del día siguiente. Profesionales bien formados capaces de desgranar el juego con precisión quirúrgica y, lo más importante, de explicárselo a los futbolistas, poco amantes de la escucha continuada.

El Hércules ha tenido alguno, pero ninguno con la dedicación enfermiza (y contagiosa) de Pacheta, Lluís Planagumá o el último en llegar, Manuel María Escobar. Los tres comparten pasión, vehemencia, sentido común y una visión de amplio espectro del fútbol que practican. Ninguno promete diversión, todos ponen en el centro de la diana el triunfo, y llegan hasta él por lo que consideran el camino más corto. Subliman los puntos porque para ellos la belleza es relativa y siempre tiene que ver con ganar.

HERENCIA

Crecer siempre es más vistoso cuando se parte desde muy abajo

La deriva disruptiva en el que entró el equipo de Ángel Rodríguez solo dejó dos alternativas a su sucesor: el fracaso más flagrante o el éxito glorioso. De momento, Lolo transita por la segunda vía. Partía desde tan abajo que su ascenso es formidable. Nadie antes que él había ejercido un efecto revulsivo tan inmediato y de calado semejante en este club en el nuevo siglo. En el anterior, muy pocos, David Vidal... y de eso más de tres décadas.

Escobar no ha descubierto nada, no tiene un secreto táctico imbatible, pero sí atesora algo casi tan importante como la estrategia: sabe mirar sin verse siempre el ombligo. Observa. Evalúa con corrección. No se deja atrapar por ensoñaciones. Es un pragmático. Para el actual entrenador blanquiazul las cosas son lo que parecen. Si alguien no entrena al nivel que exige, no le pregunta por qué, pero tampoco le pone el domingo. No entra en disquisiciones ni en averiguaciones fuera de la cancha. Lo importante para él es lo que ocurre dentro, que es lo que no escapa a su control.

80 PARTIDOS

Ha dirigido Lolo Escobar como primer entrenador

►Desde su debut en 2019, ha sido técnico de Las Rozas (2ªB), Salamanca UDS (2ªB), Mirandés (2ª) y Hércules.

17 PUNTOS

De 21 posibles desde que cogió al equipo en la jornada 14

►Todavía no ha perdido y ha conseguido cinco victorias y dos empates.

3 REMONTADAS

Y dos partidos ganados en inferioridad en el Rico Pérez

►El empate en Alzira debió ser un triunfo y contra el Mallorca B ganaba 2-0 en el minuto 80.

Heredó un equipo deshecho, sin norte, sin armazón defensivo, sin armas para aguantar el cuerpo a cuerpo entregado al solaz de atacar por apelotonamiento de talento ofensivo en una Liga en la que si algo falta es espacio para moverse, para circular porque nadie arriesga lo más mínimo. Escobar ha ensanchado el espacio por el que corre la bola, ha recuperado una estructura sólida, pero flexible. Cómo lo ha hecho: rompiendo el doble pivote, no dividiendo el equipo en dos como hacía su predecesor, que alienaba a unos para defender y a otros para atacar. Al principio, cuando aún había energía, funcionó porque el ataque predominaba. Cuando eso empezó a flaquear, se encontró con lo que subyacía bajo su propuesta divertida: no había nada debajo, el Hércules jugaba sin red. 

SIMPLICIDAD

Unión de líneas, presión coordinada y referencias claras

La otra cosa que ha logrado el preparador extremeño, y no es un asunto menor, ha sido darle a cada jugador su espacio. Todos saben dónde tienen que moverse, cuál es su papel en un contexto coral. Eso ha hecho que César Moreno vuelva a parecerse a sí mismo, que Míchel no se estorbe con Sergio Marcos, que Toscano, un especialista (en la categoría y en el mediocentro) active la acción ofensiva para no sobrecargar al pivote, que Alvarito tenga libertad para equivocarse...

El éxito radica en la distribución correcta, en la dosis exacta, demasiada canela pica, demasiada sal arruina la mejor receta. La dirección deportiva ha corregido las carencias estivales en un mercado invernal provechoso que ha sido posible gracias a las victorias. Sumar puntos de tres en tres ayuda en todo, rebaja la tensión y te da margen de maniobra, clave a la hora de negociar... o de esperar a alguien como Diego Jiménez.

La corrección más evidente se ha producido detrás, pero empezará a notarse de verdad más adelante. Ahora crece la competencia en algo en lo que nadie suele poner el foco cuando hace radiografías: las sesiones de trabajo. Con los puestos doblados con futbolistas sólidos es más sencillo alcanzar el éxito porque la suerte no es eterna.

ALIADA FORTUNA

«Que la suerte nos pille trabajando» es un gran lema

Todos los triunfos van revestidos de una pátina de suerte más o menos gruesa. Todos. Sin excepción. Con mala suerte no se consigue nada. Se puede alcanzar objetivos solo con suerte. Pasa en muchos órdenes de la vida, pero siempre son circunstancias puntuales, cortas, en eventos que duran poco. En una Liga es imposible que la suerte sea la que te sostenga. Lolo Escobar ha tenido suerte, es verdad, pero cuando no la ha tenido (le han escamoteado al menos un gol que lo fue, dos expulsiones en casa nada más empezar, lesionados clave como Nico Espinosa...) su equipo no se ha caído, ha seguido empujando.

Y quien piense que eso es solo fe, se equivoca. Los futbolistas son muy descreídos, únicamente se fían de quien les da motivos más allá del trato personal. Cuando un bloque cree en su entrenador es porque ve muy claro que el trabajo está bien planteado, bien hecho, que las herramientas que le da su técnico son buenas y que si las cosas no salen es porque, como dice ahora todo el mundo, «la flechita apunta para abajo». A veces, aun así se fracasa, como sucedió con Sergio Mora, pero son las menos.