ANÁLISIS
Hércules CF | Dar con la tecla... sin romperla
El equipo de Escobar repitió frente al Teruel los errores en los que incurría el equipo de Ángel Rodríguez y que debían haber sido corregidos con la llegada del técnico y los cinco refuerzos en el mercado de invierno
La depresión y la euforia siguen direcciones opuestas, pero lo hacen con idéntica fiereza. A veces se cruzan, es natural. Pero vivir azotado por ambas permanentemente es un suplicio, un castigo terrible que ha sido bautizado con un vocablo que suena bien, pero sienta muy mal. La bipolaridad, la de verdad, la diagnosticada, dificulta cualquier existencia, llena el camino a la felicidad de baches, de muros, de puentes sin terminar. Consume a quienes la sufren y a quienes se les acercan mucho. En el fútbol también hay equipos que adolecen de ese mal, que se quedan atrapados, que se extinguen en el delirio de sentirse invencibles y vulnerables sin motivo aparente, casi de corrido. Pero es mentira, en el balompié, por suerte, siempre hay causa.
El resultado
Ganar, da igual cómo sea, siempre lo justifica todo
Los análisis que se hacen desde el marcador final son favorables cuando se gana y terribles si se pierde. Por eso un día sales del campo coreando el nombre del entrenador y una semana después regresas a casa sin querer acordarte de cómo se llamaba. Con la salida de Ángel Rodríguez y la llegada de Lolo Escobar cambiaron algunas cosas, la principal: la suerte. Con el extremeño se ganaron partidos imposibles que con el leonés se hubieran perdido por goleada.
Eso, que es innegable, ayudó a que los cambios a introducir en la táctica (con beneficiarios y víctimas muy localizadas) se metabolizaran mejor dentro del vestuario. La suerte empuja, es indefectible en cualquier logro, es capital, pero también es finita. Cuando se extingue hay que haber clavado buenos asideros a la pared para no caer desplomado, haber tejido una red de seguridad que permita esperar la siguiente racha de viento a favor.
27 GOLES
Ha encajado el Hércules en los primeros 22 partidos de Liga
► Solo tres equipos empeoran este registro, dos están en descenso (Prat y CD Ibiza) y el otro, el Badalona Futur, hace equilibrios para no terminar cayendo.
Las rachas se agotan, claro, el objetivo es conseguir no pasar de las buenas a las malas sin una transición que amortigüe el efecto perjudicial, que lo haga más soportable, menos lesivo. El cambio en el banquillo sirvió para mejorar aspectos fundamentales: circulación, despliegue ofensivo, ocupación de espacios, conceptos corales, optimización de recursos..., pero no ha terminado de atajar el mal con el que el Hércules se subió al avión para viajar a Palma a primeros de septiembre: la inconsistencia defensiva.
Ese error garrafal en la confección del equipo se ha ido resolviendo en una instancia, la de la dirección deportiva, pero sigue latente dentro del campo. Ninguno de los dos entrenadores ha sabido (o ha podido) dotar al conjunto blanquiazul de un armazón que le valga para aguantar el cuerpo a cuerpo con sus iguales. Rodríguez no lo encontró siquiera para maniatar a los menos fuertes, la suya era una defensa transparente. Escobar sí ha robustecido esa línea, pero salta a la vista que no lo suficiente todavía. El trabajo en la contención es colectivo, así que no puede justificarse la debilidad por la ausencia de un solo jugador detrás.
Los fallos tienen nombre
El del entrenador no es el único al que hay que pedirle cuentas
Los proyectos que acaban bien suelen reconocer a un líder, poner el foco sobre él. Sin embargo, quienes consiguen lo que persiguen en fines colectivos, si no son unos cretinos, dirán que sin la contribución de los demás nunca habrían podido. Es así. Al Hércules le falla la defensa, es verdad, es innegable, sucede así desde el comienzo del curso, pero tampoco le acompañan esas otras cosas que ayudarían a paliar los errores que impiden funcionar de forma correcta.
Cada año se suman al equipo nombres propios que llaman la atención, que presentan buenas hojas de servicio, que lucen orgullosos sus historiales, sus estadísticas, sus buenas trayectorias. Pero raro es el que logra darle continuidad en Alicante. En esta ciudad y, sobre todo en este club, entran en un túnel, en un agujero negro que les chupa la energía (y el talento). Son tantos los casos que ya puede hablarse de tendencia.
11 JUGADORES
Han marcado al menos un gol esta temporada
►Alvarito (6), Riera (4) y Míchel (3) suman más de la mitad de todo el equipo, que acumula 24 tantos a favor en las primeras 22 jornadas de Liga, el peor registro realizador de los que pelean por acabar arriba.
El Hércules de Lolo Escobar, que ha crecido como bloque, que se mueve mejor y de forma más coordinada, que tiene la definición de ataque mucho más clara desde la salida del balón, necesita que los llamados a marcar diferencias, las marquen. La apuesta por Míchel Herrero es perfectamente entendible, pero su incidencia en el juego tiene que ir mucho más allá de lanzar las faltas. Su importancia en el equipo es capital porque por él pasan todas la jugadas, es a él a quien buscan incluso antes que a Alvarito, así que si él no está bien, todo es más bronco, más sucio, más espeso.
Cuando se corta la acción ofensiva por un mal pase, por una imprecisión, el sustento defensivo queda al descubierto porque el Hércules no puede permitirse jugar con más jugadores en su propio campo que en el del rival. Cada vez que un centrocampista comete un error no forzado, el equilibrio desaparece. Y eso no puede arreglarlo Escobar con una inyección de moral o un giro estratégico, eso tienen que combatirlo quienes atesoran la calidad suficiente y cobran por ello más que los demás.
Dos de esos, Ander Vitoria y Sergio Marcos, no cuentan, no aportan, no suman ni un poco, y el tercero lo hace con cuenta gotas. Contra eso solo cabe desear que alrededor suyo florezcan otros jugadores que, como Alvarito y Roger Riera, den un paso al frente para lograr alcanzar el estatus que los otros malgastan.
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