Hércules-Fuenlabrada: Alvarito redirige el foco a lo importante

Un gol del extremo madrileño al poco de entrar en el partido da tres puntos vitales al Hércules, que vuelve a la zona de «play-off»

Nico Espinosa y Carlos Mangada abandonan el partido después de sufrir molestias musculares

Las mejores imágenes del Hércules - Fuenlabrada.

Las mejores imágenes del Hércules - Fuenlabrada / Héctor Fuentes

Pedro Rojas

Pedro Rojas

Sales. Los demás llevan 45 minutos jugando. La pides la primera vez. Te la pasan. Controlas y arrancas. De velocidad, bien, pero el balón se te va por poco, apenas por una puntera. Todavía estás frío, te falta eso tan útil que es el tacto. No te lamentas. Al contrario. Sigues corriendo, peleando, acompañando las jugadas aunque nadie te busque. Hasta que en uno de esos viajes solidarios al área, lejos de la acción, te esperas un instante en la frontal para que tu par dude entre vigilarte a ti o ayudar a su compañero para tapar al nueve, que arrastra al primer palo. Ahí entra en liza la magia, el conocerse bien, el saberse de memoria el juego.

Entonces conectan dos tipos talentosos, dos futbolistas en ciernes a los que el fútbol les está negando el protagonismo que precisan. Apenas son cinco segundos. Samu Vázquez desborda, sienta a su marcador en una baldosa, cruza la frontera por el lateral y levanta la cabeza. Agustín Coscia se lleva con él a dos y el zaguero, con una pausa en mitad del vértigo, levanta la mirada para ver lo que ya intuía, que Alvarito está justo ahí, donde ningún rival le espera. Un toque suave y el esférico llega al extremo que, de cara, de primeras, sin titubear, sin haber sudado, con un golpeo elegante, certero, envía el balón a la red alejándolo de todos los que se lanzan al suelo para evitarlo.

Torrecilla recupera una estructura más natural y firma un partido de gran juego siempre bajo control

Fue nada más arrancar la segunda parte y valió para coronar una actuación coral enorme, la mejor en sentido estricto, la más notable del Hércules hasta la fecha por el número de hombres sumando, haciendo bien lo suyo, apretando, muy juntos siempre, avanzando con criterio, dando salidas fáciles al compañero, ofreciendo ayudas, sin complicarse, minimizando los errores, corrigiendo con velocidad los pequeños fallos... y los groseros. Así le ganó el equipo de Torrecilla al Fuenlabrada y regresó a los puestos de promoción de ascenso.

Rubricando un partido sólido, rotundo, que no se torció nunca, ni siquiera cuando Nico Espinosa, después de protagonizar un inicio meteórico, electrizante, soberbio, falló un penalti a los diez minutos. El canterano completó en su banda una acción explosiva, espectacular, una pillería máxima que urdió junto a Retu en un saque de banda que terminó con una pena máxima que él mismo se encargó de lanzar. El guardameta madrileño le ganó la batalla emocional. Le obligó a pensar, a templar los nervios, la ansiedad, las ganas de matar. Demoró el lanzamiento todo lo que pudo y un poco más. 

Mala ejecución

Inició la carrera, corta, y golpeó flojo al lado más natural con su pierna derecha. No quiso arriesgar. Le faltó suficiencia. Soltura. Instinto criminal. Lucas Díaz le adivinó la intención y mantuvo las tablas. A pesar de la bala malgastada, el Hércules continuó con su guion, con su plan de partido, sin escatimar esfuerzos a pesar del calor aplastante del mediodía. Y eso le valió para maniatar a un Fuenlabrada que no fue capaz de elevar la presión y hacerla efectiva, así que el plantel blanquiazul se sintió cómodo jugando por fuera, su lugar preferido.

Antes del paso por vestuarios, Nico advirtió al fisio de una probable contractura... o de lo que podía llegar a serlo en caso de forzar más la máquina. El técnico le dejó en la ducha y ordenó a Alvarito calentar en el receso. Y lo que debía ser una solución forzosa se transformó en definitiva. Un madrileño, el hijo de Trini, un tipo ganador y valiente, un soñador con carisma para exportar en grandes dosis, fue quien acabó de raíz con la maldita «madriditis», con las derrotas constantes frente a equipos de esa región que presume de ser España dentro de España.

Ni las rotaciones de Diego Nogales, ni los contratiempos físicos de Mangada y Coscia, ovacionado por jugarse el físico sin miramientos, con nobleza, con valor, sin haber podido contactar con la pelota más de tres veces, pero bregando y bregando y bregando, cambiaron el signo de una cita importante, capital, trascendente, una en la que Alvarito volvió a poner el foco en lo importante, en el colectivo, en un vestuario sin zonas oscuras, en una idea que no depende del menisco de un recién caído ni en las tiritas preventivas del entrenador antes de hacerse la herida. A veces, detrás de un simple 1-0, hay mil cosas muy bien hechas todos a una. Octavo triunfo en casa... y el ruido pasa a ser música.

FICHA TÉCNICA

HÉRCULES: Carlos Abad; Samu Vázquez, Sotillos, Montoro, Retuerta; Mangada (Mario García 63’), Roger Colomina (Aranda 88’); Javi Moreno, Soldevila (Richie Dapaah 83’), Nico Espinosa (Alvarito 46’); y Agustín Coscia (Artiles 75’).

FUENLABRADA: Lucas Díaz; Bilal (Ismael Casas 59’), Alba, Mauro, Barbu (Aarón Piñán 59’); Fer Ruiz, Ale Galindo (Álvaro García 59’), Moyano, Barbosa (Nene 87’); Ilies Faure (Javi Curras 87’) y Omo Cedric.

GOLES: 1-0, Min. 51: Álvaro Hernáiz

ÁRBITRO: Abraham Domínguez Hernández (Málaga). 

TARJETAS: amarillas para el jugador del Hércules Roger Colomina; y para el del Fuenlabrada, Aarón Piñán. 

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 24 en el grupo 2 de Primera RFEF disputado en el estadio José Rico Pérez de Alicante frente a 9.248 espectadores según el dato oficial de asistencia. Mañana soleada y cerca de 25o C.

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