Delibasic: uno de los nuestros

Delibasic se toca el escudo del Hércules / INFORMACION
Niksic, Montenegro. Cualquier tarde de principios de los noventa. El pequeño Andrija se prepara para el gran partido. No falta nada ni nadie. Está el balón en el imaginario círculo central y todos sus amigos y compis del cole están divididos en dos equipos. Con el ficticio silbato inicial comienzan las hostilidades. Andrija juega de todocampista. Es claramente el mejor de todos. Ya en la primera jugada, recibe el esférico y, tras un eslalon que ni Alberto Tomba, regatea a tres contrarios y cruza el cuero, alojándolo en las inexistentes mallas de la meta rival. Uno a cero y Deli ya marcaba territorio. Cualquiera podía darse cuenta de que era distinto a todos los demás. Tanto es así que, apenas unas semanas después, un ojeador del FK Sutjeska le captaba para las categorías inferiores de su club. Allí, un Delibasic todavía niño empezó a hacerse un nombre entre los mejores delanteros jóvenes de la extinta Yugoslavia y a labrarse una aureola de cazagoles que ya nunca le abandonaría.
De Belgrado a Palma
En 1995, con sólo 14 años, le llegaba una de las dos mejores noticias que podía tener cualquier adolescente yugoslavo y fichaba por el Partizan de Belgrado. Lejos de amilanarse, Delibasic demostró en la cantera blanquinegra de qué pasta estaba hecho y, tres años y decenas de goles después, Andrija recibiría la segunda mejor noticia posible: el seleccionador juvenil yugoslavo lo incluía entre los convocados para unos partidos de la selección Sub-18. Al bueno de Deli se le acumulaban los checks en el listado de sueños de su niñez. Pero esto no iba a parar ahí y para cumplir el siguiente sólo hubo que esperar un año, pues en 1999 se producía su debut con el primer equipo del Partizan. Cien partidos, cuarenta y ocho goles y cuatro temporadas después, a Delibasic le tocaba abandonar los Balcanes. Su primer destino en el extranjero fue Palma. En aquellos tiempos el Real Mallorca era un equipo muy respetado en el contexto futbolístico nacional e incluso europeo. No en vano, los bermellones venían de jugar Champions en 2002 y de ganar la Copa del Rey en 2003. Quizás por estos antecedentes y tal vez por la exigencia, porque era su primera experiencia fuera de casa o porque todavía era muy joven, pero lo cierto es que Delibasic nunca estuvo fino en su etapa mallorquina. Aunque que marcó en su debut (1-3 en La Romareda ante el Zaragoza), Andrija tuvo un paso muy discreto por la Isla (7 goles en 29 partidos) y nunca terminó de asentarse en el once de los baleares en la temporada y media que vistió de rojo y negro. La primera decepción había llegado.
Tour europeo y vuelta a España
Tras los malos meses en Son Moix, Héctor Cúper comunicaba a Andrija Delibasic que iba a ser cedido. Pero no a un equipo cualquiera precisamente. Al montenegrino le tocaba cambiar el Mediterráneo por el Atlántico e integrar la plantilla del histórico Benfica. Con los lisboetas se encontró más de lo mismo -e incluso peor- pues Giovanni Trappatoni nunca confió en él: sólo diez partidos y un único gol. Casi cinco meses después de su llegada a Lisboa, el Benfica de Trap ganaba la Liga pero su (testimonial) estancia en la capital lusa había concluido. Sin embargo, aún le quedaba coger un último tranvía hacia Braga. Allí, en el norte de Portugal, tampoco le fueron demasiado mejor las cosas y todo se quedó en lo que pudo haber sido y finalmente acabó siendo. Pues, aunque el Sporting de Braga hizo una magnífica temporada y su cuarto puesto final le daba la clasificación para la Copa de la UEFA, el killer montenegrino no pudo esculpir todo su potencial debido a las lesiones (estuvo tres meses alejado de los terrenos de juego). Su balance final en Braga fue agridulce: cuatro goles en sólo diez partidos pero dejando muchas pinceladas de su talento. Con Delibasic estaba tan claro que estábamos ante un gran delantero como que tenía que encontrar su sitio para demostrarlo.
Beira-Mar (Portugal), AEK Atenas (Grecia) y vuelta a España con la Real Sociedad. Estas fueron las tres escalas que tuvo que hacer Deli para llegar a su lugar. En su tercer equipo luso, más de lo mismo aunque con peores sensaciones: números muy discretos a nivel individual (sólo un gol en once jornadas) pero, a nivel colectivo, volvía a cumplirse el objetivo de nuevo, pues el modesto club de Aveiro conseguía mantener la categoría de forma dramática en el rush final del campeonato.
Las dos siguientes campañas (2006-2007 y 2007-2008), en Atenas y en Donosti, Deli iba a encontrarse circunstancias tan distintas como parecidas. Los idiomas, la gente, los países, el clima... hasta las categorías en las que militaban ambos clubs eran diferentes. Pero las exigencias eran las mismas. El AEK competía de tú a tú con Olympiacos (entonces Olympiakos) y con Panathinaikos por el título de la liga griega, mientras que la Real Sociedad, que militaba por aquel entonces en Segunda División, no podía tener otro objetivo que no fuera volver a Primera en el primer intento. Y ninguno de los tres -Delibasic tampoco- lograron sus metas. El montenegrino sólo jugaba diez partidos en un AEK que acababa segundo en la Super Liga helena, mientras que la Real Sociedad finalizaba cuarta, sin ascenso, en la que hoy llamamos Liga Hypermotion (con seis goles de Deli en treinta y tres jornadas). Al término de su etapa en San Sebastián, Andrija Delibasic finalizaba su contrato con el Real Mallorca y quedaba como jugador libre. Ironías de la vida, sólo cuando se quedó sin equipo, Delibasic pudo encontrar su sitio: Alicante y el Hércules.
El Hércules de los 78 puntos
En la portería, como dirían los antiguos, estaba Calatayud, el cancerbero. El capi Sergio Fernández y Abraham Paz conformaban el eje defensivo, con Unai Expósito y Dani Bautista ocupando, respectivamente, los carriles derecho e izquierdo. En el centro del campo, palabras mayores: dos internacionales, el valenciano Farinós y el colombiano Abel Aguilar mandaban en la sala de máquinas. Más arriba, dos hombres de banda, como Tuni y el incisivo Sendoa. Ya en las inmediaciones del área rival nos encontrábamos al eterno “10” Tote… y a Delibasic. Esta alineación, que muchos aficionados blanquiazules pueden recitar de memoria, forma parte de la historia reciente del Hércules. Estos hombres, junto a algunos otros como Rubén Navarro, Ruz, Fernando Morán, Sales o Rodri, incendiaron el Rico Pérez muchas tardes con lo más parecido que se recuerda al fútbol total en Alicante. Aquel equipo que entrenaba Mandiá acabó la Liga de Segunda con la friolera de 78 puntos, sin ascenso, pero con la cabeza más alta que nunca. El fútbol había sido esquivo con el Hércules pero sus jugadores se habían ganado un sitio en la memoria de sus aficionados. Entre ellos Delibasic, que había completado una excepcional primera temporada con el conjunto alicantino, siendo titular indiscutible, marcando 11 goles en 31 partidos y sintiéndose importante y querido por su afición. Como diría Jack Nicholson en la excelente Mejor imposible, “por fin un poco de suerte” para el delantero de Niksic. Pero lo mejor estaba por llegar...
De la alegría del ascenso a la pena del adiós
Al año siguiente del “casi ascenso” el único objetivo posible era quitar el “casi” y hacer que el club herculano volviera a la máxima categoría. Llegó un nuevo míster, Esteban Vigo, pero se mantuvo el grueso de la plantilla que había deslumbrado la temporada anterior. Hubo muy pocos fichajes pero casi todos de calidad, como el portugués Tiago Gomes, Rufete o el lateral Paco Peña. En Alicante había fundadas esperanzas de ascenso y, pese a un comienzo dubitativo, en la jornada 6, tras golear al Elche con hat trick del propio Delibasic, el Hércules se ponía en cabeza de la clasificación. Aquellas tres dianas anotadas ante el eterno rival valían bastante más que un liderato. Además de la primera convocatoria con la selección de Montenegro, aquella hazaña había conferido a Deli el estatus de héroe del derbi, situándole a la altura de mitos como Ramón o Kustudic, que habían brillado a gran altura en anteriores Clásicos ante el Elche y el Valencia. Andrija era feliz…
Aquel año fue un mano a mano a cuatro bandas: Levante, Real Sociedad, Betis y Hércules. Cuatro equipos jugando al juego de las sillas y, cuando dejara de sonar la música al término de la última jornada, a uno le iba a tocar quedarse de pie. Antes de enfrentarse al Rayo Vallecano en la penúltima fecha, el Hércules era cuarto con 65 puntos (el Betis, tercero con 67, ocupaba la última plaza de ascenso). En Alicante se oía el run run, se temía por volver a ser cuartos y quedarse de nuevo con la miel en los labios. Pero aquel sí era el año y a los herculanos esta vez les salía siempre cara: tras empatar un partido que se le había puesto muy cuesta arriba, le llegó un balón a Juanra en la banda derecha, muy cerca del área del Rayo. El lateral amagó primero y centró después desde el llamado “córner de Kempes” hacia el punto de penalti. Ahí estaba Delibasic que cabeceó hacia el area pequeña, donde apareció Portillo para hacer el definitivo 2-1 que ponía el delirio en la grada y al Hércules en puestos de ascenso a falta de una jornada. Con el pitido final, centenares de niños invadieron el césped para abrazarse con los jugadores y uno de los más aclamados fue Delibasic. Una semana después, el conjunto blanquiazul completaría el trabajo ganando en Irún. Alicante volvía a ser de Primera. Todos los iconos de la afición herculana, los Farinós, Tote, Abraham Paz, Peña, Tiago Gomes, Calatayud, Abel Aguilar… todos, absolutamente todos, iban a tener la oportunidad de jugar entre los grandes de nuestro fútbol. Todos, excepto Delibasic, uno de los más queridos. Pocos días después de las celebraciones del ascenso, el club comunicaba al montenegrino que, pese a haber sido titular en casi todos los partidos y marcar 9 goles, no iba a cumplir su sueño de jugar en Primera con los blanquiazules. El dolor que sintió Deli fue enorme, pues el Hércules se había convertido en mucho más que la entidad que le pagaba: era su club.
Tras el adiós forzado al Hércules y a Alicante, precisamente el Rayo Vallecano fue el que llamó a su puerta. Pasó tres años en Vallecas, donde fue de más a menos, haciendo 15 goles en 85 participaciones con la franja roja. Después de su etapa en el fútbol español, Delibasic vivió en 2014 la aventura asiática, enrolándose en el Ratchaburi tailandés para después, en 2015, finalizar su carrera en el club en el que se formó, el FK Sutjeska de su Niksic natal. En 2016, ya retirado, comenzó su carrera como técnico, formando parte de los cuadros técnicos del Partizan y del Buducnost. Su primer destino como entrenador jefe fue el Mornar montenegrino, al que llegó en 2021. Menos de dos años después, un 19 de marzo de 2023, Deli nos daba la (primera) noticia más triste al anunciar que padecía un tumor cerebral. Ayer, 19 de marzo de 2025, nos volvía a resquebrajar el alma al dejarnos (físicamente) para siempre. Eso sí, su recuerdo siempre permanecerá en quienes tuvimos la suerte de vivir aquel Hércules, su Hércules. Y es que, como dijo Jorge Luis Borges, “sólo aquello que se nos ha ido es lo que al final nos pertenece”. Andrija Delibasic se ha ido. Se nos ha ido. Pero yo, no sé ustedes, cierro los ojos y todavía le sigo viendo galopar por la banda del Rico Pérez, hacerle un hat trick al Elche o dar la asistencia a Portillo en el mítico gol al Rayo... Adiós Deli, adiós. Y allá dónde estés, recuerda: siempre serás uno de los nuestros.
- Investigan la muerte de un joven tras un accidente de parapente en San Vicente
- Las protestas por los dos perros arrojados de un balcón interrumpen el pleno de Alicante
- Nuevo incidente en otro juego infantil del parque de San Blas de Alicante
- El hotel de Arenales del Sol toma impulso dos años después tras superar los reparos de Costas
- Una ambulancia tarda 40 minutos en socorrer a una menor en el polideportivo de Villena
- Los bomberos rescatan a una conductora de 79 años atrapada en su coche tras caer a las rocas del paseo marítimo de Torrevieja
- La Costra consigue reunir a cinco de los seis alcaldes vivos de la democracia
- Nuevo paso para el Corredor Mediterráneo: 220 expropiaciones para 75 Km entre Alicante y La Encina
Dime en qué trabajas y te diré cómo debes cuidarte
