El Hércules sigue soñando a lomos de Coscia

Cuando no hay nada a lo que agarrarse, cuando escasean el ritmo y las ideas, lo mejor es aferrarse a la fe contagiosa de alguien capaz de florecer en mitad del bostezo general, de levantar una bandera imaginaria, la tuya, y gritarte al oído, con fiereza, convencido, «no sé cómo, pero estoy seguro de que podemos ganar». Con eso, con la esperanza de Agustín Coscia, el Hércules sacó adelante una situación límite, otra vez a lomos del héroe del cinco de mayo.

El triunfo, a pesar de lo áspero del envoltorio, revitaliza la idea de que aún es posible alcanzar la promoción. Hay seis puntos de distancia y tres equipos por delante. Las probabilidades de lograrlo son bajas, pero si queda margen para sostener un castillo, aunque sea en el aire, mejor con tipos como Coscia, futbolistas corajudos, de otro tiempo más noble, que complican la vida a los centrales, ofrecen soluciones ofensivas a sus compañeros y, como ayer, también aciertan a asistir para regalar goles. 

Rubén Torrecilla: "Si ganamos lo que queda jugaremos el "play-off"

El triunfo, el décimo que se festeja este curso el Rico Pérez, vale para escalar dos posiciones y, sobre todo, para reivindicar el oficio de competir incluso cuando el juego se espesa. Al Hércules le llevó más de una hora sentirse cómodo sobre el césped resiliente de su estadio, que soportó la gala de Fogueres del día anterior sin mostrar signos evidentes de daño o fatiga. Sesenta minutos sin continuidad, sin pasillos interiores, sin conexión entre líneas, con Nico Espinosa y Javi Moreno desasistidos en las alas, con la línea de presión alta, pero sin ser capaces de robar en campo ajeno. Fútbol entrecortado, concediendo espacios a la espalda y obligando a Carlos Abad, a punto de ser renovado de forma oficial, a demostrar por qué es el mejor portero de Primera RFEF.

El Hércules derrota al Alcorón con dos goles en la segunda parte

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El Alcorcón enrachado de las últimas seis semanas tampoco estuvo cómodo. Pero en su caso sí fue capaz de unir a sus jugadores más talentosos. Entre Aparicio y Vladys fueron tejiendo ocasiones claras que el guardameta blanquiazul se encargó de arruinar. En el otro marco, Ayesa apenas tuvo trabajo, solo una vez en toda la primera mitad y como consecuencia de un remate muy forzado de Coscia, siempre en el lugar que toca.

En la reanudación se prorrogó la abulia, el manoseo estéril del cuero, la falta de profundidad local y, como no, el miedo en el cuerpo, la sensación de estar viviendo en el filo de la navaja por las pifias sobrevenidas a pesar del aparente control de la posesión. Uno de esos errores impúdicos permitió a Aparicio rematar a puerta desde el área pequeña. Se le marchó por encima del larguero... adiós gracias.

Un error garrafal en defensa del Alcorcón permite al pichichi blanquiazul marcar su décimo tanto

Torrecilla buscó una primera solución de urgencia: Samu al banco y Álvarito al lateral. Mejoró el equipo y Soldevila dio el primer aviso. Maniobró en la medular y filtró un pase para Coscia, el único que no la pedía pie. La carrera del argentino le permitió disparar cruzado y firmar la primera gran oportunidad.

En un minuto

Y lo que son las cosas... de lo que pudo ser un 0-1 fruto de un fallo infantil de Josema, llegó el tanto que allanó la victoria. Mangada, ágil, rápido, desplaza la pelota en largo buscando la carrera de Soldevila. Se queda corto y el balón no llega a destino. Samu Rodríguez se confía, cree que puede despejar sin caer en la cuenta de que su portero se le echa encima en un intento poco coordinado de cortar la contra. El lateral falla con estrépito en el control con el pecho, se estorban y dejan colarse entre los dos al barcelonés, que se estira para cazar el esférico extraviado y, a la segunda, después de deslizarse sobre la hierba sin perder de vista el marco, anota su décimo tanto en liga.

Una asistencia del delantero rosarino permite al volante canario sentenciar un choque sin ritmo

Quedaban quince minutos, y el técnico ya había refrescado a la plantilla, ahora con Aranda y Artiles reemplazando a Colomina y Javi Moreno. Hasta eso salió bien. Al poco de sacar del centro, el mediapunta granadino se queda con una pelota dividida en el centro de la cancha, habilita a Coscia, que sigue corriendo al espacio sin cesar, facilitando alternativas, mientras observa la internada en el área del centrocampista canario. Centro medido, control y recorte de Artiles, rival y portero al suelo, y golpeo a media altura para cerrar un choque justito de fútbol, pero pleno de grandeza rosarina.

Al nueve del Hércules le anularon instantes antes un golazo por supuesto fuera de juego, apenas perceptible, seguramente injusto. Otro se habría quedado ahí protestando, lamentado su mala fortuna. Él no, él siguió derrochando energía. Es difícil, sí... pero los otros no tienen a Agustín. Queda liga.