Una mezcla de emoción y tensión se dio cita ayer junto a Luceros, generando un prólogo inusual y espectacular para la mascletà que se celebraba una hora después. Alicante vivió su primer encuentro de muixerangas, o formaciones de torres humanas.

Para arropar a la colla de Alicante que se creó hace un año llegaron doce agrupaciones de toda la Comunidad Valenciana entre ellas de la de Castellón, Valencia, Sueca, Algemesí, Cullera, Pego... en total 470 personas según contaba el maestro de la agrupación alicantina, Pau Chacón.

La dolçaina y el tambor animaban el ambiente festero con música tradicional, y no faltó la «Manta al coll» con el que el espectáculo puso el broche.

La emoción se palpaba en el ambiente. El público aguantaba la respiración mientras se iban formando las torres humanas. Los aplausos y vítores de los congregados se unían a los abrazos y el griterío de los miembros de las muixerangas que celebraban con abrazos cada una de las formaciones. Y entre el público, quienes sufrían a rabiar por ver el riesgo que aparentemente tienen los niños que van subiendo por la espalda del resto de miembros y culminan la torre, todos con su correspondiente casco de seguridad.

Tensión contenida

Son muchos ensayos y mucha tensión contenida para crear figuras distintas. La emoción del momento está a flor de piel. Sobre todo porque la Nova d'Algemesí va a hacer una torre de seis pisos, algo que ejecutan en contadas ocasiones. Para ello necesitan muchas manos, toda la concentración y no cometer ningún fallo. La ovación tras culminarla pone los pelos de punta. Brazos entrelazados, gran precisión en la subida y temblores propios de soportar un peso excesivo dan como resultado una imagen sorprendente. La ejecución es perfecta y Helena, de cinco años, que corona la torre, manda un beso y por unos segundos se queda sujeta por una sola pierna, porque es una tradición.

Construir las torres es sobre todo un trabajo de precisión. «Se miden las alturas para que los pisos estén compensados», cuenta José Carboneras cuya posición está en el primer piso. Pesa 80 kilos y asegura que cada uno soporta una media de 200 kilos.

«Voy bajando pisos»

Arnau tiene 18 años, tantos como la Nueva Muixeranga de Algemesí, población pionera en esta tradición valenciana que resalta, se exportó desde su población a Cataluña. «He sido de todo. Era el nene y ahora soy alzador, poco a poco vas bajando», cuenta el joven; mientras otro miembro de la muixeranga cuenta que «es una alegoría, la piña es la subida del futuro hacia arriba, y todos estamos abajo para que no pase nada, lo cuidas para que no se estropee». De Algemesí han llegado 130 personas, ellos son casi 300, y han dormido en Alicante porque el sábado actuaron en Pinoso.

El sol abrasa y las madres de los pequeños que coronan las formaciones, les ponen protector en la cara. Una de las más pequeñas no ha cumplido aún los tres años y sin miedo se sube sobre los hombros en una torres de tres pisos y manda un beso al público.

Una torre desplegada

En el argot de las agrupaciones entre otras formaciones se hicieron una desplegada, una senia y una torreta de cuatro. La primera es muy curiosa porque los miembros van apareciendo desde la base y alzándose en cuclillas.

La muixeranga de Alicante está orgullosa del encuentro y sobre todo de haberse estrenado oficialmente con su primera torre de cuatro pisos. «Este es el cierre de la temporada para todas. En verano se cogen vacaciones. Para nosotros es un orgullo después de un año de ensayo», cuenta Chacón. Una nueva tradición se abre paso.