La ciudad sin Fiesta: los barrios de Alicante que no tienen hogueras

Juan XXIII y Colonia Requena son los dos distritos que en las últimas décadas se han quedado sin comisiones: el nivel de renta, la pérdida del comercio local y el cambio demográfico hicieron inviable su continuidad

Los barrios de Alicante que no tienen hogueras

Los barrios de Alicante que no tienen hogueras / Pilar Cortés

José Gómez

José Gómez

Hay un Alicante al que no llegan las Hogueras. Las barracas no ocupan las calles, el sonido cotidiano no se inmuta por los petardos ni por la música, no hay luces entre farolas ni bellezas vestidas de novia alicantina. Ninguno de los 91 monumentos que se plantan en la ciudad tienen su sitio en los barrios de Colonia Requena y Juan XXIII. En el primero, no se plantan hogueras desde comienzos de siglo, con la desaparición de su comisión homónima. Situación similar ocurrió en Juan XXIII que llegó a ser un distrito consolidado con 500 cartillas y dar a la Fiesta siete Belleas del Foc, pero en 2015, teniendo tan solo diez festeros, decidió no plantar más, último paso hasta su disolución.

Los motivos de la desaparición de las hogueras, no ya solo como asociaciones, sino incluso como fiesta mayor de estos barrios, se encuentran en la falta de recursos económicos y en el acentuado cambio demográfico de las últimas dos décadas. El código postal 03014, que alberga a Colonia Requena, es el de menor renta de Alicante. Mismo barrio donde el 54 % de la población es extranjera. En Juan XXIII, son de origen foráneo el 30 % de los vecinos.

Laura Moreno, quien fuera la última presidenta de Juan XXIII, lanzó en su momento una rotunda frase: «No hay comisión, porque no hay barrio». Al menos, no el barrio que había en 1973, cuando nació la hoguera.

Vecinos de Juan XXIII, un barrio sin fiesta en pleno fin de semana de Hogueras.

Vecinos de Juan XXIII, un barrio sin fiesta en pleno fin de semana de Hogueras. / Pilar Cortés

Casi diez años después, en un fin de semana de Hogueras de 2025, la última señal festera que se ve al entrar en Juan XXIII es la barraca Trons i Bacores. Algunos metros más adentro, en la rotonda donde inicia la calle del Periodista Francisco Bas Mingot (más conocida como «la cuesta de Juan XXIII»), ya no queda ni rastro de las Hogueras, y eso que ahí se plantaba una. Un día normal, como otro cualquiera. En los pocos bares y tiendas abiertos de dos aceras repletas de locales comerciales vacíos no figuran los carteles con las fotos de las bellezas, tan comunes en todos los demás distritos. En la terraza de un bar, Antonio Martín Piqueras discutía con un amigo y el dueño del establecimiento sobre cuándo fue el último año que se instaló una barraca en la calle. No hubo acuerdo, pero entre 10 y 20 años han pasado, por lo menos. «Si no hay dinero no hay fiesta, es así de sencillo. Aquí no hay quien pague», opina Martín. «Desde hace 20 años esto se ha llenado de árabes, a ellos no les interesan las Hogueras», añade otro vecino desde su mesa.

«Si no hay dinero no hay fiesta, es así de sencillo. Aquí en el barrio no hayquien pague»

Antonio Martín

— Vecino de Juan XXIII

Justo al lado, una pequeña tienda de alimentación es atendida por Elmehdi Bakhouch y su esposa. Ellos llevan nueve años viviendo en el vecino barrio de Virgen del Remedio, que sí tiene dos comisiones. «Yo no estoy en ninguna hoguera, alguna vez fui a una mesa en el barrio. Mi hijo de 19 años sí sale de fiesta, y todos los chicos de la zona», explica Bakhouch.

Monumento de la hoguera Juan XXIII del año 2008, en la rotonda del inicio de la calle Periodista Francisco Bas Mingot.

Monumento de la hoguera Juan XXIII del año 2008, en la rotonda del inicio de la calle Periodista Francisco Bas Mingot. / Cristina de Middel

En lo alto de la cuesta acaba el barrio, y tras otra rotonda empieza Colonia Requena. En la calle del Cuarzo, junto a la mezquita, Toni Molina atiende su bar-restaurante. Frente a él, en las escaleras de la calle Topacio, asegura Molina que «se plantaba la hoguera, en 2002 fue la última vez. Yo llegué aquí con 10 años y recuerdo una que era un Mazinger Z». Hace mucho tiempo ya, y Molina incide en el cambio demográfico: «Aquí la mitad de la población es árabe, ellos celebran sus fiestas, la del cordero, no las Hogueras».

«Yo no estoy en ninguna hoguera. Mi hijo de 19 años sí sale de fiesta, y todos los chicos de la zona»

Elmehdi Bakhouch

— Comerciante de Juan XXIII

Eso no significa que entre la población autóctona no queden aún festeros. El problema es que, ante las dificultades económicas que llevaron a la desaparición de las comisiones locales, los foguerers sobrevivientes se enrolaron en otros distritos de la ciudad. Es el caso de Paqui Pérez: «Mis hijas son muy festeras, pero están en una comisión del centro, en Puente Villavieja. Ahora estarán yendo a la mascletà».

En una mesa, Abdulhadi El Bouchtaoui y Said Zamouri compartían el café. Uno lleva 20 años en Alicante, el otro ya 31. La Fiesta, sin embargo, no les atrae. «Yo respeto la fiesta cristiana, pero no formo parte. El barrio se ha llenado estos años de marroquíes y a ellos no les interesa», comparte Bouchtaoui. Él tiene hijos jóvenes, «a ellos sí les gusta salir de fiesta. Está bien que disfruten, lo importante es que estudien y hagan las cosas bien».

También en la terraza, Javier Cachina, un inmigrante con casi dos décadas en la ciudad, recuerda que al llegar, siendo más joven, le gustaba salir de fiesta en Hogueras. Una costumbre que, afirma, ha ido perdiendo con los años.

Eran ya casi las dos de la tarde y al abandonar el barrio, la primera hoguera rumbo hacia el centro era Virgen del Remedio-La Cruz. A medio camino hacia Luceros, resonaba en la distancia la mascletà, un sonido a Fiesta que va quedando cada vez más lejos de los barrios olvidados de la ciudad.

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