Las elecciones han estado precedidas por los comicios regionales celebrados el pasado sábado, en los que se registraron numerosas irregularidades y murieron 21 personas, y las dudas de una oposición que sopesó boicotear la votación pero decidió finalmente no hacerlo.

El ejercicio se desarrollará en cerca de 120.000 centros electorales distribuidos por el país.

En total, 24 candidatos aspiran a la jefatura del Estado, mientras 46 partidos políticos se disputarán los 360 escaños del Congreso y los 109 del Senado.

El candidato del partido en el poder -el Partido Popular Democrático (PDP);- es Umaru Yar´Adua, actual gobernador del Estado de Katsina y uno de los que ha adoptado la ´sharia´ como sistema jurídico.

Los principales candidatos de la oposición son el vicepresidente nigeriano, Atiku Abubakar, que rompió con el PDP y se presenta por el opositor Congreso para la Acción (AC);; y Muhammadu Buhari, quien ya gobernó el país entre 1983 y 1985 tras un golpe militar, y se presenta por la principal formación opositora, el Partido de Todos los Pueblos de Nigeria (ANPP);.

"Atiku tiene cara de corrupto y yo voy a votar por Yar´Adua, es amable, humilde, nada avaro y aunque soy cristiano, confío en un musulmán como él", dijo a Efe en la capital comercial de Lagos Ejoor Chukwurah, pintor de 30 años.

"Lo que queremos realmente los nigerianos es ser libres, que se nos deje hablar y no se nos amordace. Ya nadie quiere un gobierno militar sino gobiernos civiles que lleven el país hacia adelante", agregó Chukwurah.

Para ganar, un candidato presidencial debe recibir la mayoría de los votos en al menos un cuarto del total de sufragios en 24 de los 36 estados federados que forman el país, que tiene un sistema de gobierno similar al estadounidense.

Nigeria es el país más poblado de África, con 140 millones de habitantes, y cuenta con la población musulmana más numerosa del continente.

Tiene las décimas reservas de petróleo del mundo y es el octavo exportador mundial, pero el setenta por ciento de su población vive en la pobreza, según la ONU, y la violencia interétnica e interreligiosa así como la que se registra en las regiones petrolíferas amenaza su estabilidad.

Después de numerosos golpes de Estado tras la independencia del Reino Unido en 1960 y 15 años ininterrumpidos de gobiernos militares, el país comenzó a ensayar la democracia en 1999, con la elección de Olusegun Obasanjo como presidente, y en 2003 celebró de nuevo elecciones, en las que éste renovó su mandato.

Obasanjo trató de cambiar la Constitución para presentarse a un tercer mandato pero el Senado no se lo permitió, por lo que debe ceder el 29 de mayo el poder al ganador de los actuales comicios, en lo que sería la primera transición entre un gobierno electo y el siguiente en Nigeria.

Las elecciones serán observadas por misiones domésticas e internacionales, como la de la Unión Europea y la del estadounidense Instituto Democrático Nacional, que lidera la ex secretaria de Estado Madeleine Albright.

El Parlamento español también ha enviado, invitado por las autoridades nigerianas, a tres parlamentarios que están en el país en misión institucional para seguir los comicios.

Se trata de Fátima Aburto, del PSOE, José Ignacio Echaniz, del Partido Popular, y Jordi Xuclá, de Convergencia i Unió.

"Esto demuestra el interés que tienen para España estas elecciones", dijo a Efe el embajador en Nigeria, Angel Losada.

Los resultados de las regionales del pasado sábado, considerados un indicador de lo que puede pasar en las presidenciales, han dado como ganador al PDP, que se impuso en 27 de los 36 estados del país.

Pero los observadores domésticos han pedido la anulación de los comicios en diez estados donde constataron violencia, intimidación e irregularidades, mientras Human Rights Watch ha denunciado que en el estado de Rivers "las urnas eran rellenadas con votos a favor del PDP en presencia de todos".