El expresidente francés Nicolas Sarkozy testificó este lunes ante el tribunal que le juzga por corrupción y tráfico de influencias, delitos que negó de forma tajante al tiempo que atacó a la Fiscalía Nacional Financiera, a la que acusó de tejer contra él una persecución desde su salida del Elíseo.

Durante más de tres horas, el hombre que dirigió Francia entre 2007 y 2012 se obstinó en un tono combativo en desmontar las acusaciones sacadas a la luz en las conversaciones mantenidas con su abogado Thierry Herzog a través de un teléfono intervenido por la policía en otra investigación, la financiación libia de su campaña electoral.

Sarkozy, acusado de haber prometido favores al magistrado Gilbert Azibert a cambio de su intercesión en el "caso Bettencourt", negó haber cometido "el mínimo acto de corrupción" ni tráfico de influencias.

El expresidente conservador señaló que Azibert era "un viejo amigo" de Herzog, a quien consideró "como un hermano" que le había pedido "cientos" de favores para allegados suyos cuando estaba en el Elíseo.

Buena parte del interrogatorio se refirió a la conversación en la que, hablando con su abogado de Azibert, se comprometió a "hacerle subir".

"Me ocuparé del asunto porque voy a Mónaco y veré al príncipe", agregaba el entonces presidente, que ante el tribunal insistió en que no conocía la naturaleza de esos favores.

Amistad

Sarkozy negó haber intervenido en favor de Azibert, pero reconoció haber podido hacerlo "no por él, por la amistad con Thierry" Herzog.

Sarkozy aseguró que su abogado recurrió a la amistad que tenía con Azibert para conocer "el ambiente" que había en el Supremo sobre el "caso Bettencourt", pero sin pedirle que intercediera y siempre con el único motivo de tranquilizar a su cliente.

"De las conversaciones se desprende que hay un acusado muy inquieto y un abogado afectuoso que quiere tranquilizarlo", señaló.

Consideró esas conversaciones con Herzog como "charlas informales" extraídas de las más de 3.600 conversaciones intervenidas y que, sacadas de contexto y "puestas unas al lado de las otras, parece que tienen una coherencia que en realidad no tienen".

El tono de Sarkozy se elevó al considerar que la Fiscalía Nacional Financiera, órgano creado para combatir la corrupción, se afanaba en atizar las acusaciones contra él. "Tenía la impresión de que esa fiscalía estaba hecha solo para mí, cada semana sacaban un caso nuevo. Pasé de ser un presidente sin tener ningún antecedente a que cada día me acusaran de una cosa nueva", aseguró.

Ensañamiento

En su turno de palabra, el representante de la Fiscalía Nacional Financiera dijo que solo investigó a Sarkozy en dos casos y señaló que el expresidente mezcla las diferentes fiscalías del país. "Nunca he cometido el menor acto de corrupción. Nunca he traficado una influencia, pretendida o real", clamó Sarkozy, que criticó los medios colosales desplegados por la Fiscalía Nacional Financiera en la investigación y le acusó de haberle ocultado elementos de la pesquisa para dañar su derecho a la defensa.

A diferencia de su abogado, que se negó a responder a preguntas sobre las conversaciones telefónicas intervenidas por la justicia amparándose en el secreto profesional, Sarkozy no evitó ninguna cuestión.

El expresidente acusó a la Fiscalía de "ensañamiento" y aseguró que de no estar él implicado en el caso no habría juicio.

Sarkozy se mostró dolido por las conclusiones de los magistrados instructores, que concluyeron que el expresidente y su abogado utilizaron métodos de "veteranos delincuentes".

El proceso continúa este martes, cuando está previsto que la acusación haga la petición de penas.

Junto a su abogado y a Azibert, Sarkozy está acusado de delitos que pueden ser penados con hasta diez años de cárcel y 100.000 euros de multa.