Donald Trump no será destituido antes de que acabe su mandato dentro de una semana. Su vicepresidente zanjó el martes el debate sobre la Enmienda 25, la cláusula constitucional que contempla la incapacitación de un presidente cuando la mayoría de su gabinete considera que es "incapaz de ejercer sus poderes y obligaciones en el cargo". En una carta enviada a la Cámara de Representantes, Mike Pence afirmó que dicha maniobra crearía "un terrible precedente" y "ayudaría a inflamar las pasiones" del momento. "No creo que semejante acción responda a los mejores intereses de nuestra nación ni sea consistente con la Constitución", escribió en la misiva. Su rechazo a invocar la enmienda deja todo listo para este mismo miércoles se formalice el segundo 'impeachment' contra Trump.

El esperado portazo de Pence se produjo poco antes de que el Congreso aprobara una resolución para pedir al vicepresidente que invoque la enmienda, un trámite que los demócratas querían agotar antes de proceder con la opción nuclear del 'impeachment'. En una sesión celebrada seis días después de que seguidores de Trump asaltaran el Capitolio, la propuesta para que se active ese mecanismo constitucional logró 223 votos a favor y 205 en contra. Un republicano, el congresista Adam Kinzinger, fue el único de su partido que se sumó a la mayoría demócrata.

Pero tras el 'no' de Pence ya no hay vuelta atrás. Trump será acusado de "incitación a la insurrección" por instigar el asalto al Capitolio de la semana pasada en el que murieron cinco personas, incluido un policía. Pero podría haber sido bastante peor porque, como contaba ayer el 'Wall Street Journal', algunos de los asaltantes, que irrumpieron en el Congreso con bates de béisbol, sogas, barras metálicas y bridas para tomar prisioneros, estuvieron muy cerca de entrar en contacto directo con los congresistas.

Policías suspendidos

Se salvaron por los pelos, con la ayuda de la policía del Capitolio, incapaz en cualquier caso de frenar a la turba de seguidores del presidente. Tres de sus agentes han sido suspendidos por hacerse fotos con los asaltantes o dirigir sus acciones y un total de 17 están siendo investigados. Un segundo policía murió el lunes al suicidarse por causas desconocidas.

Está previsto que el cargo para juzgar políticamente a Trump se apruebe este mismo miércoles. Y a diferencia de lo que pasó en el primer proceso fallido para destituirle, contará esta vez con el apoyo de varios republicanos. Al menos tres de sus congresistas han confirmado que respaldarán la acusación, aunque fuentes de la Administración sostienen que la cifra final en la Cámara Baja podría rondar la docena. "El presidente de EEUU convocó a esta turba, la congregó y encendió la llama del ataque", dijo la congresista Liz Cheney, hija del ex vicepresidente Dick Cheney. "Nunca ha habido una traición mayor de un presidente hacia el cargo que ejerce y el juramento que prestó a la Constitución".

Trump niega su responsabilidad

Ese mismo presidente se fue el martes a Texas para sacar pecho sobre el tramo de muro que ha logrado levantar en la frontera mexicana. Una oportunidad que aprovechó para negar cualquier responsabilidad por lo sucedido en el Capitolio ("lo que dije fue totalmente apropiado") y mandar una advertencia velada a aquellos que aspiran a juzgarle. Un proceso que no busca esta vez su destitución, sino su inhabilitación para impedir que vuelva a presentarse en 2024. "Este 'impeachment' está creando una inmensa ira y aun así lo van a hacer, es realmente terrible lo que están haciendo", dijo Trump.

El país está en máxima alerta ante la posibilidad de que se produzcan nuevas protestas violentas de los seguidores del presidente antes de la investidura de Joe Biden, un escenario del que ha advertido el FBI en un circular enviada al Congreso. También ha tenido que mover ficha el Estado Mayor del Ejército para recordar a sus cuadros que se deben a la Constitución, una señal de las tensiones que ha creado entre la tropa la lucha de poder que se vive en el país. Las fuerzas del orden son uno de los núcleos duros del trumpismo y algunos exmilitares estuvieron en primera línea del asalto al Capitolio. "Cualquier intento de perturbar el proceso constitucional no solo va contra nuestras tradiciones, valores y juramentos. Es también una violación de la ley", escribieron en una carta conjunta los ocho generales al frente del Pentágono.