La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lleva semanas en el punto de mira debido a los retrasos en la llegada de las vacunas contra el coronavirus negociadas por su equipo en nombre de los Veintisiete que han obligado en algunos lugares a echar el freno en la campaña de vacunación. Una presión que alcanzó la semana pasada su momento más difícil cuando una filtración reveló que tampoco la farmacéutica anglosueca AstraZeneca cumpliría con el contrato ya que sólo entregaría este primer trimestre del año un cuarto de los antídotos prometidos (más de 100 millones).

Ante el temor a una fuga de vacunas hacia países terceros como el Reino Unido, la reacción de Bruselas fue poner en marcha un mecanismo para controlar la exportación de los antídotos fabricados por las farmacéuticas con las que los Veintisiete han firmado acuerdos de compra anticipada. Un instrumento que en última instancia podría permitir a los estados miembros impedir la exportación de vacunas si consideraran que la empresa no cumplía con sus obligaciones contractuales.

El tiro, sin embargo, le salió por la culata debido a un error político de bulto cometido por su equipo más cercano. Y es que, el mecanismo se lanzaba con un daño colateral que afectaba directamente a otro dossier igual de explosivo que la estrategia de vacunación como es el Brexit. En su primera versión, el mecanismo de transparencia incluía la suspensión de la aplicación del protocolo entre Irlanda e Irlanda del Norte, creado para evitar el regreso de una frontera dura a la isla y proteger los acuerdos de paz de Viernes Santo.

El artículo 16 del mismo lo permite en caso de "graves dificultades económicas, sociales o medioambientales" y es lo que decidió hacer el equipo de Von der Leyen por temor a que las vacunas europeas pudieran colarse en el Reino a través de Irlanda del Norte. El problema es que la decisión se tomó con extremada rapidez, sin consultar ni a Londres ni a Dublín, ni por lo que parece, al negociador europeo, Michel Barnier, o la comisaria irlandesa Mairead McGuinnes que este pasado domingo reconocía que "esto fue un error".

Retirada del texto

Von der Leyen se vio obligada casi de inmediato a retirar el texto, intentar apagar el incendio desatado en Londres, Belfast y Dublín y revisar el contenido del reglamento hasta garantizar ya el sábado que el nuevo instrumento, que estará en vigor hasta el 31 de marzo, no afectará al protocolo de Irlanda. Desde entonces, la alemana no ha colgado el teléfono para tratar de redimirse aunque las críticas a su gestión no han dejado de aflorar en la capital comunitaria. Hasta el punto de que el grupo liberal en la Eurocámara ha pedido su comparecencia pública para dar explicaciones entorno al fiasco de la semana pasada.

El embrollo se produce tras una de las semanas más complicadas vividas por la Comisión Europea en la gestión de la pandemia de coronavirus debido a la drástica reducción en el número de vacunas comprometidas por algunas farmacéuticas en sus contratos con la UE, particularmente la anglosueca AstraZeneca. Este pasado domingo, tras una teleconferencia con los consejeros delegados de las farmacéuticas con las que han firmado contratos, Von der Leyen anunció el compromiso la empresa a entregar 9 millones de dosis más. Esto significa que distribuirán durante este primer trimestre de 2021 un total de 40 millones de dosis frente a los 31 millones anunciados hace dos semanas, aún así un 50% menos de los 80 millones prometidos en diciembre, y por debajo también de los más de 100 millones de dosis previstos en el contrato inicial firmado el 27 de agosto.