El Parlamento portugués aprobó este jueves una nueva prórroga del estado de emergencia, que se extenderá hasta el 16 de marzo manteniendo un confinamiento para el que aún no hay plan de desescalada, lo que ha agravado las tensiones políticas en el país.

El nuevo estado de emergencia, el nivel de alerta más alto del país, estará en vigor entre el 2 y el 16 de marzo, periodo en el que el Gobierno, liderado por el socialista António Costa, mantendrá sin cambios las medidas actuales, basadas en un confinamiento solo roto para actividades esenciales.

Los portugueses tienen el deber de quedarse en casa desde el 15 de enero, un mes negro para el país en términos de coronavirus, en el que se llegaron a registrar récords de 300 muertes y 16.000 contagios diarios y los hospitales llegaron al borde del colapso.

La curva está casi mes y medio después controlada, con 49 fallecidos y 1.160 nuevos casos notificados, y una mejoría constante en los hospitales, que mantienen sin embargo una presión lejos de lo deseable, con 2.613 pacientes ingresados, 536 de los cuales en cuidados intensivos.

"Estamos mejor, pero no estamos aún donde queríamos estar", ha resumido este jueves en el Parlamento la ministra de Salud, Marta Temido, ante unos diputados que han afeado al Gobierno que insista con estos números en el confinamiento, pero sobre todo que no haya divulgado aún una fecha o un plan para desescalada.

Las escuelas, primero

Por el momento lo único que ha transmitido el Gobierno es que, cuando llegue, la desescalada será "gradual" y comenzará por las escuelas, cerradas desde el 22 de enero.

Una información insuficiente para un centenar de epidemiólogos, pedagogos e investigadores, entre otros, que pidieron esta semana en una carta abierta al Gobierno de Portugal que se reabran las escuelas en marzo, empezando por guarderías y preescolar.

 La respuesta ha sido el silencio o la reiteración de que la educación tendrá prioridad, sin despejar la incógnita del cuándo, algo que abre nuevas grietas con partidos aliados e incluso tensa las relaciones con el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa.

Rebelo de Sousa, de corte conservador, envió este miércoles al Parlamento el decreto para solicitar la prórroga del estado de emergencia destacando precisamente "el futuro desconfinamiento", que deberá ser, apuntó, "planeado por fases, basado en las recomendaciones de los expertos y en datos objetivos".

Pese a ello, este jueves redujo expectativas de reabrir pronto al afirmar en una declaración al país que, aunque "es muy tentador defender que hay que desconfinar lo mas rápido posible", se debe recordar que "los números siempre suben mas deprisa de lo que bajan" y por ello se impone mantener la precaución por el momento.

Menos sutil ha sido Rui Rio, líder del PSD (centroderecha), el principal partido de la oposición.

"Para hacer un plan, hoy ya es tarde", sostuvo a periodistas, a quienes expuso que no es tan importante tener una fecha, como conocer hasta qué nivel tienen que llegar los indicadores covid para poder reabrir, algo que dijo no entender que no haya hecho el Ejecutivo de Costa.

 "Puedo intentar adivinar y diría que es por incapacidad, si yo fuese primer ministro no concebiría estar en una situación así y no tener objetivo definidos y no saber para donde camino", comentó.

Su partido, con todo, ha votado a favor de renovar el estado de emergencia, junto al gobernante Partido Socialista y el democristiano CDS-PP; en contra, el Partido Comunista, los Verdes, el ultraderechista Chega e Iniciativa Liberal, en tanto que el marxista Bloco de Esquerda se ha abstenido entre duras críticas.

 "El país cumplió, pero el Gobierno está fallando", ha criticado el bloquista Pedro Filipe Soares, que afeó que aún no se haya producido el anunciado incremento de pruebas covid para mejorar el control de las cadenas de transmisión del virus.

Un país a medio gas

Mientras los debates se tensan, los portugueses mantienen una actividad a medio gas, saliendo para lo esencial, como trabajar si no es posible el teletrabajo, ir al supermercado, a la farmacia o dar paseos cerca de su domicilio.

Con todo, algunas ventanas empiezan a abrirse, como ha sucedido esta semana en las playas de Oeiras, localidad cercana a Lisboa, reabiertas ya al surf siempre que se haga de forma individual.

Aún son pocos los que se animan a volver a esta costa, donde el acceso de personas se limitó hace un mes.

En las ciudades, donde los comercios no esenciales permanecen cerrados y los restaurantes solo trabajan para repartos a domicilio, la actividad es casi nula, aunque empieza a haber espacio para las reivindicaciones laborales, como la protagonizada este jueves por la Confederación General de los Trabajadores Portugueses (CGTP), el mayor sindicato de Portugal.

Cerca de 300 personas se han concentrado junto a la CGTP en Lisboa para exigir revalorización salarial, mejores condiciones laborales y menos precariedad y de vida a las empresas, que agonizan tras mes y medio de casi una nula actividad.