La decisión de Estados Unidos de apoyar la suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual de las patentes de las vacunas contra la Covid-19, aunque Washington prohíbe la exportación de antídotos contra la enfermedad producidos en su territorio, ha obligado a los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE dar un paso al frente y embarcarse en un debate al que no cierran la puerta, pero que han recibido con mucha prudencia durante la primera jornada de la cumbre de Oporto, la primera cita física desde la irrupción de la pandemia, en la que han insistido en centrarse en reforzar la capacidad de producción de vacunas.

"¿Cuál es el problema de verdad ahora? No se trata de la propiedad intelectual. ¿Puedes darles propiedad intelectual a laboratorios pero que no saben producir y no van a producir mañana?", ha preguntado el presidente francés, Emmanuel Macron, que ha afeado a Londres por bloquear la exportaciones de ingredientes y a Washington por no exportar vacunas. "Damos la bienvenida a la propuesta de Biden de suspender las patentes. Creemos que va en la línea adecuada pero es insuficiente. Tiene que ser mucho más ambiciosa. Tenemos que compartir el conocimiento, robustecer la capacidad de fabricación y acelerar la distribución de la vacuna a los países que lo necesitan", ha reivindicado el presidente Pedro Sánchez.

Ambos dirigentes, junto a los de Bélgica, Suecia y Dinamarca, han enviado una carta a los presidentes del Consejo Europea, la presidencia portuguesa de la UE y la Comisión en la que urgen a aprobar un mecanismo europeo para compartir vacunas porque “si la UE no da un paso adelante otros llenarán el vacío y utilizarán las vacunas como herramienta geopolítica”, explican en referencia a Rusia o China aunque sin mencionar la liberación de las patentes. Un debate que muchos países están dispuestos a tener -desde Italia hasta Holanda o Austria-, especialmente porque lleva promovido por Biden, pero que ha sido recibido con absoluta frialdad en Alemania, sede de la empresa BioNTech en cuyas manos está una de las patentes de la novedosa vacuna basada en el ARN mensajero.

Más capacidad de producción

Hasta ahora, Bruselas se había posicionado en contra de levantar la protección de las patentes porque considera que la Organización Mundial del Comercio ya ofrece la suficiente flexibilidad para que las empresas farmacéuticas compartan conocimientos, a través de acuerdos de licencia voluntarios para la transferencia de tecnología, una herramienta ya prevista en el acuerdo que regula los derechos de la propiedad intelectual de la OMC (Trips) sin llegar a suspender la propiedad intelectual cuya negociación podría llevar años y no solucionaría el problema a corto plazo. Una posición que, pese al giro de Washington, no ha cambiado.

"Por el momento no hay pruebas sobre la mesa de que la protección de la propiedad intelectual sea un problema y genere un cuello de botella. No nos han dado un solo ejemplo en el que la capacidad (de producción de vacunas) se haya visto restringida por la propiedad intelectual", sostienen fuentes del Ejecutivo comunitario que esperan antes de meterse en negociaciones que Estados Unidos explique la sustancia de su propuesta para aclarar si ayudará o no a aumentar la disponibilidad de vacunas, especialmente en los países en desarrollo que no disponen ni de facilidades ni de la tecnología necesaria.

Lo importante, entienden en Bruselas, es aumentar la capacidad de fabricación y para ello se necesita "transferencia de conocimiento y 'know-how' sobre cómo desarrollar las vacunas" porque "son productos biológicos complejos, mucho más que los productos químicos". "Haya o no suspensión de la propiedad intelectual el problema va más allá", insisten las mismas fuentes en relación un debate lanzado por India y Sudáfrica en octubre pasado en la OMC. "La vía en Ginebra debe ser cómo aumentar la capacidad de producción no cómo forzar la transferencia de tecnología. Eso no nos llevará al objetivo que debe ser actuar lo más rápido posible para lograr más vacunas", destacan en el Ejecutivo comunitario.