Las promesas de un nuevo gobierno en menos de una semana van viento en popa en Israel. Mientras aumenta la violencia en Jerusalén, las negociaciones para formar un Ejecutivo que por primera vez en 12 años no incluya al actual primer ministro Binyamin Netanyahu siguen avanzando. El candidato a primer ministro, Yair Lapid del centrista Yesh Atid, parece convencido de darle el cargo primero a Naftali Bennett, líder de Yamina, con solo el 6% de los votos obtenidos. Casi el 50% de la población apoya este gobierno alternativo que abarca a un amplio –y en ocasiones, contradictorio– espectro político.  

“El público no perdonará a nadie que impida la formación de un nuevo gobierno sólo porque insista en otro ministerio”, ha recriminado Yair Lapid a los jefes de los partidos que pretende incluir en su coalición. Yamina y Yesh Atid han anunciado su intención de presentar un gobierno antes del fin de semana. Los equipos negociadores de las dos partes llevan desde el miércoles en conversaciones que avanzan a un ritmo vertiginoso. Tras su nombramiento como encargado de formar gobierno, Lapid ha exprimido todo su tiempo

A tres escaños de la mayoría

Pero no va a ser una semana fácil. Yesh Atid, Yamina, Azul y Blanco, el Partido Laborista, Yisrael Beytenu, Nueva Esperanza y Meretz cuentan con 58 escaños en total, tres menos que la tan ansiada mayoría. Además, ha habido voces dentro de Yamina, como la del diputado Amichai Chikli, afirmando que él no apoyaría tal coalición y que, por lo tanto, restaría. Movidos por la desesperación, Lapid y Bennett trabajan para incluir a los partidos árabes. Este apoyo sin precedentes garantizaría, por fin, un gobierno sin Netanyahu.

“Los miembros árabes de la Knéset se han encontrado ahora en el corazón de un problema palestino del más alto nivel, pero sin impacto en la toma de decisiones”, escribe el periodista Jack Khoury en Haaretz. A raíz de los enfrentamientos de este fin de semana, los partidos árabes han sido testigos de la mayor implicación de su electorado en la lucha palestina de los últimos años. Sin capacidad para controlarlos, la juventud palestina acudiendo en masa a Jerusalén no ha escuchado las advertencias de sus líderes políticos. 

Sorprendentemente el fin de Netanyahu parece más cerca que nunca. Aunque el primer ministro más longevo de la historia de Israel no se marchará sin batallar. Junto al líder religioso sionista Betzalel Smotrich y los diputados de la derecha, están orquestando una campaña en los medios de comunicación acusando a Bennett de ser un traidor de la derecha y de sus votantes. El objetivo es alejar a Yamina y a sus diputados del gobierno de unidad. 

Mucho que perder

“No sé si es posible: el ambiente es positivo pero las brechas no son fáciles de salvar”, escribía Bennett en Facebook el pasado viernes. Consciente de la dificultad de la tarea a la que se enfrenta con Lapid, también sabe que ahora ya no puede tirarse atrás. “Estaría muy sorprendido si no se llega a formar este gobierno ya que todos tienen mucho que perder si retroceden”, reconoce el exparlamentario Manuel Trajtenberg a este diario. “Este nuevo gobierno ha anunciado que se va a centrar en temas económicos y sociales, y hay muchas expectativas por ello”, añade. 

Según una encuesta del instituto Midgam, el 47% de la ciudadanía israelí apoya este cambio de gobierno con una coalición de poder compartido entre Bennett y Lapid. Tras cuatro elecciones en dos años, la sociedad está harta: el 76% ha reconocido estar exasperada con la situación política. Los posibles futuros primer ministros parecen comprometidos a dejarse la piel para resolverla. “Estoy dispuesto a llegar lejos y pagar un precio político personal con mi base, siempre que termine con un gobierno”, decía Bennett el viernes.