Israel y Palestina intercambiaron este domingo acusaciones en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde la mayoría de las potencias reclamaron un fin inmediato de las hostilidades, aunque el sólido apoyo de Estados Unidos a las tesis israelíes ha impedido hasta ahora un mensaje común y una muestra de unidad.

Tras dos reuniones a puerta cerrada esta semana, el Consejo de Seguridad abordó por primera vez en público la última crisis en Oriente Próximo y lo hizo en plena intensificación de la violencia sobre el terreno.

El secretario general de la ONU, António Guterres, exigió a israelíes y palestinos que detengan de forma inmediata los combates y vuelvan a la mesa de negociaciones para avanzar hacia la paz.

"La lucha debe terminar. Debe detenerse de inmediato. Los cohetes y morteros por un lado y los bombardeos aéreos y de artillería por el otro deben cesar", dijo Guterres en la apertura de una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

El jefe de la organización mundial advirtió de que los combates pueden arrastrar a "israelíes y palestinos a una espiral de violencia con consecuencias devastadoras para las dos comunidades y para toda la región".

"Tiene el potencial de desencadenar una crisis humanitaria y de seguridad incontenible y de fomentar aún más el extremismo, no solo en los territorios palestinos ocupados e Israel, sino en la región en su conjunto", insistió.

Guterres condenó tanto el alto número de bajas civiles entre los palestinos, incluidos muchas mujeres y niños, causados por los ataques aéreos de Israel en Gaza como las muertes de israelíes a causa de cohetes lanzados desde la franja.

También se declaró muy preocupado por los choques violentos entre fuerzas de seguridad israelíes y palestinos en la Cisjordania ocupada, incluida Jerusalén Este, donde hay familias palestinas amenazas de desahucio.

"En Israel, la violencia de grupos y turbas de tipo justiciero ha agregado una dimensión más horrenda a una crisis que ya se está deteriorando. Los líderes de todas las partes tienen la responsabilidad de frenar la retórica incendiaria y calmar las crecientes tensiones", recalcó.

Guterres consideró además "extremadamente preocupante" la destrucción de oficinas de medios de comunicación en Gaza y dejó claro que los periodistas deben poder trabajar sin miedo y acoso.

La intervención del diplomático portugués abrió una reunión por videoconferencia del Consejo de Seguridad sobre la escalada en Oriente Medio, la tercera que el máximo órgano de decisión de la ONU celebra esta semana, pero la primera abierta a los observadores.

Las diferencias existentes

Según fuentes diplomáticas, EE.UU. ha frenado textos propuestos por otros países, defendiendo que serían contraproducentes y que es mejor dar algo más de tiempo a la diplomacia.

Este domingo, China señaló públicamente a Washington, apuntando que "únicamente la obstrucción de un país" es la que ha impedido que el Consejo de Seguridad hable "con una voz" sobre la situación en Oriente Medio.

"Llamamos a Estados Unidos a asumir sus debidas responsabilidades, tomar una posición justa y, junto a la mayoría de la comunidad internacional, apoyar al Consejo de Seguridad para mejorar la situación, reconstruir la confianza y avanzar una solución política", señaló el ministro chino de Exteriores, Wang Yi.

China, que este mes preside el Consejo, anunció al finalizar la reunión que va a volver a plantear una declaración común junto a Noruega y Túnez y confió en que en esta ocasión pueda salir adelante.

Gestiones diplomáticas

Mientras tanto, continúan las gestiones diplomáticas para tratar de calmar la situación, con participación de la propia ONU, actores regionales como Egipto y Jordania, y Estados Unidos, entre otros.

"Estados Unidos ha estado trabajando infatigablemente a través de canales diplomáticos para tratar de poner fin a este conflicto", aseguró la embajadora estadounidense, Linda Thomas-Greenfield.

La diplomática defendió que "es hora de acabar con el ciclo de violencia" y ofreció el apoyo de Estados Unidos para lograr un alto el fuego en caso de que las partes lo soliciten, pero sin pedir explícitamente el cese de las hostilidades, algo que sí hicieron la mayoría de las potencias, incluidos los aliados estadounidenses.

Países como el Reino Unido y Francia insistieron en que la violencia debe detenerse y expresaron su preocupación por el alto número de víctimas civiles, aunque subrayaron que Israel tiene derecho a defenderse.

Esa postura, parecida a la que mantiene el Gobierno estadounidense, fue criticada duramente por el ministro palestino de Exteriores, Riyad al Malki.

"Cada vez que Israel oye a un líder extranjero hablar de su derecho a defenderse, se envalentona aún más para seguir asesinando a familias enteras mientras duermen", aseguró.

Intercambio de reproches

El representante palestino demandó a la comunidad internacional que condene los bombardeos israelíes y tome medidas para detener esta "agresión" y para acabar con el "apartheid" creado por las autoridades israelíes.

"No hay palabras para describir los horrores que nuestra gente está sufriendo", dijo Al Malki, que puso sobre la mesa posibles medidas internacionales, desde el despliegue de fuerzas de protección a la imposición de un embargo de armas.

Según el ministro, los palestinos han elegido la vía pacífica para lograr su independencia y libertad, pero no se puede esperar que vivan indefinidamente bajo una "ocupación ilegal" y el "apartheid" impuesto por Israel.

Inmediatamente después, el embajador israelí ante la ONU, Gilad Erdan, defendió la campaña de bombardeos en Gaza y aseguró que su país está tomando todas las medidas posibles para proteger a los civiles.

Erdan acusó a Hamás de ser responsable de las muertes al usar a su gente como escudos humanos mientras lleva a cabo ataques "indiscriminados" contra Israel.

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"Israel usa sus misiles para proteger a sus niños. Hamás usa sus niños para proteger sus misiles", dijo.

El representante israelí culpó también al movimiento islamista que controla Gaza del inicio de la actual confrontación, asegurando que esta es fruto de una jugada política de Hamás para tratar de hacerse con el poder en Cisjordania y reemplazar a la Autoridad Nacional Palestina.