No es habitual que los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE se pronuncien abiertamente sobre la actividad legislativa de otro Estado miembro y menos para atacar tan directamente sus intenciones. A escasas horas del inicio de un nuevo Consejo Europeo, sin embargo, los ánimos siguen caldeándose y el choque de trenes con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, parece inevitable. Aunque no se menciona ni la nueva ley de Hungría que prohíbe hablar de homosexualidad en las escuelas ni a Orbán, un total de 17 líderes de la UE han firmado una carta en la que denuncian las “amenazas contra los derechos fundamentales”, en particular contra el principio de no discriminación por orientación sexual, y en la que instan a seguir luchando contra la discriminación hacia la comunidad LGBTI.

La misiva, dirigida al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, de la Comisión Europea, Ursula von Der Leyen, y del primer ministro portugués y presidente de turno del Consejo, Antonio Costa, pone el foco en el Día internacional del orgullo LGBTI que se celebra el próximo 28 de junio. Un día, señalan los firmantes, para recordar “que somos sociedades diversas y tolerantes” y celebrar el camino recorrido para garantizar el respeto de los ciudadanos, incluida su orientación sexual e identidad de género.

”Debemos seguir luchando contra la discriminación hacia la comunidad LGBTI, reafirmando la defensa de los derechos fundamentales. El respeto y la tolerancia están en el corazón del proyecto europeo” y “estamos comprometidos a seguir con este esfuerzo, garantizando que generaciones futuras crezcan en una atmósfera de igualdad y respeto”, señala el texto firmado hasta ahora por diecisiete mandatarios de todo el arco político.

Desde Pedro Sánchez (España) hasta Xabier Bettel (Luxemburgo), Alexander de Croo (Bélgica), Mario Draghi (Italia), Mette Frederiksen (Dinamarca), Nikos Anastasiades (Chipre), Angela Merkel (Alemania), Krisjanis Karins (Letonia), Kaja Kallas (Estonia), Michael Martin (Irlanda), Robert Abela (Malta), Kyriakos Mitsotakis (Grecia), Mark Rutte (Países Bajos), Sanna Marin (Finlandia), Emmanuel Macron (Francia) y Stefan Löfven (Suecia). También se ha sumado Sebastian Kurz (Austria).

“El odio, la intolerancia y la discriminación no tienen cabida en nuestra unión. Por eso, hoy y todos los días defendemos la diversidad y la igualdad LGBTI para que nuestras generaciones futuras puedan crecer en una Europa de igualdad y respeto”, ha recordado el presidente español, Pedro Sánchez. Un mensaje replicado también por otros colegas como el liberal luxemburgués Xavier Bettel, homosexual y casado desde 2015 con un arquitecto belga, o el irlandés Martin.

Segunda declaración en una semana

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Se trata de la segunda declaración en una semana que realizan los Estados miembros en relación a la nueva ley húngara para combatir la pedofilia en la que se señala que “la pornografía y los contenidos que representen la sexualidad o promuevan la desviación de la identidad de género, el cambio de sexo o la homosexualidad no deben ser accesibles a menores de 18 años”. El pasado martes 13 países -a los que se sumó a última hora Italia- ya reaccionaron ante el último desafío de Budapest y pidieron a Bruselas que tomara cartas en el asunto por una ley que consideran estigmatiza al colectivo LGTBI. 

El Ejecutivo comunitario, a través de su presidenta, calificó la ley de “vergüenza”, advirtió que utilizará todos los poderes que tiene para proteger los derechos de todos los ciudadanos y dio el primer paso encargado en el envío de una carta al Gobierno de Hungría en la que los comisarios Didier Reynders Thierry Breton exponen la lista de normativas que supuestamente vulnera el nuevo proyecto de ley húngaro. Algo que rechaza la ministra de justicia húngara, Judit Varga. “La nueva ley de Hungría no entra en conflicto con las leyes europeas. Garantiza el derecho de los padres a decidir la educación sexual de sus niños”, advertía este miércoles. “Hungría no interfiere en cómo viven los adultos sus vidas” pero “los niños deben ser protegidos”, zanjaba. Aunque el asunto no está en la agenda de la cumbre, la polémica está sobre la mesa y los líderes podrían aprovechar la cena de trabajo para responder.