El gobierno de Joe Biden ha anunciado este jueves las primeras sanciones a miembros del régimen de Cuba por la represión de las protestas que se iniciaron el 11 de julio en la isla. En concreto, el Departamento del Tesoro ha sancionado al ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionaria, Álvaro López Miera, así como a la Brigada Especial Nacional del Ministerio del Interior, castigos que se imponen bajo el amparo de la Ley Global Magnitski que desde 2012 persigue a extranjeros acusados de corrupción y violación de los derechos humanos.

En un comunicado anunciando y comentando las sanciones el presidente de Estados Unidos ha asegurado que estas “son solo el principio” y ha adelantado que “EEUU seguirá sancionando a individuos responsables de la opresión del pueblo cubano”.

62 años de represión

En el texto Biden ha mostrado su" inequívoca condena a las detenciones y los simulacros de juicios que están injustamente sentenciando a prisión a quienes se atrevieron a alzar la voz”, medidas que ha asegurado que representan “un esfuerzo para intimidar y amenazar al pueblo cubano a que esté callado”. “Los cubanos tienen el mismo derecho que todos los pueblos a la libertad de expresión y reunión pacífica”, ha escrito Biden, que ha mostrado el apoyo a “los valientes cubanos que han salido a las calles para oponerse a 62 años de represión bajo un régimen comunista”. 

El mandatario también ha confirmado las líneas maestras de su respuesta que ya la víspera se delinearon desde el Departamento de Estado y ha explicado que su Administración está “trabajando” con organizaciones de la sociedad civil y el sector privado “para dar acceso a internet que eluda los esfuerzos de censura del régimen”. Asimismo, ha ratificado que está revisando la política sobre el envío de remesas, que se relajó durante la presidencia de Barack Obama pero a la que volvió a imponer serias restricciones Donald Trump que hasta ahora Biden ha mantenido. Washington también ha reafirmado su compromiso de volver a dotar de suficiente personal diplomático la embajada en La Habana, donde Trump acabó con los servicios consulares y dejó una mínima presencia.