El Pentágono ha reconocido este viernes que el bombardeo lanzado a finales de agosto sobre un complejo residencial en Kabul "fue un error", pues con el no se eliminó a un integrante de Estado Islámico Provincia de Jorasán (ISKP), su filial en Afganistán, como estaba previsto, sino diez civiles, entre ellos siete niños.

La máxima autoridad del Comando Central de Estados Unidos, el general Frank McKenzie, ha reconocido este viernes los hechos con la presentación de las conclusiones de una investigación interna, informa la CNN.

"Este ataque se tomó con la convicción de que evitaría una amenaza inminente para nuestras fuerzas y los evacuados en el aeropuerto, pero fue un error y ofrezco mis más sinceras disculpas", ha dicho McKenzie, quien ha asumido la "total responsabilidad" de haber ordenado la ofensiva, así como del "trágico resultado".

Restos de la vivienda sobre la que cayeron los proyectiles de EE UU. REUTERS

En un principio, el Pentágono había asegurado que el "ataque justo", como lo definió el general Mark Milley, y que se llevó a cabo con aviones no tripulados, había logrado acabar con la vida de al menos un colaborador de ISKP, aunque también reconoció que murieron tres civiles.

En aquella ocasión, el Comando Central de Estados Unidos llegó a afirmar que se produjeron "significativas explosiones secundarias" lo que confirmaba que existía una "sustanciosa cantidad de material explosivo" en uno de los vehículos que se encontraban en la zona bombardeada. El informe de ahora reduce esas "explosiones" a "estallidos", después de comprobar las cámaras infrarrojos.

El ataque lanzado por Estados Unidos se produjo como respuesta al atentado del ISKP, la filial de Al Qaeda en Afganistán días antes en el aeropuerto de Kabul, en medio de las operaciones de evacuación de ciudadanos extranjeros y colaboradores afganos, en el que murieron trece militares estadounidenses y decenas de civiles.