La escasez de abastecimiento de combustible en el Reino Unido, debido a la falta de conductores de camiones, uno de los efectos del Brexit, continuaba el jueves con numerosas gasolineras aún cerradas tras una semana caótica. El análisis de cómo evoluciona la situación depende de a quién se le pregunte. El secretario jefe del Tesoro, Simon Clarke, asegura que “la crisis es ahora algo que vuelve absolutamente a estar bajo control”. Desde la Asociación de Distribuidores de Carburante (PRA) que representa a 8.380 distribuidores independientes se consignaba que seguía habiendo una demanda nunca vista de gasolina, lo que da a entender que la sensación de pánico e incertidumbre de los británicos no se ha calmado.

“Nuestros miembros están realizando más entregas de carburante, pero se acaba más rápido de lo usual debido a una demanda sin precedentes”, ha dicho el director ejecutivo de PRA, Gordon Balmer. En las grandes ciudades, incluida Londres, los automovilistas siguen pasando horas buscando una gasolinera abierta y cuando la encuentran deben hacer largas colas. El ministerio de Transportes ha constatado un descenso del tráfico, que el lunes fue del 6%, el más bajo en un día laboral desde el 12 de julio.

Efectivos del Ejército, unos 150 conductores, están listos para ponerse al volante de camiones tanque, pero el Gobierno sigue retrasando su entrada en escena, que podría incrementar la sensación de inestabilidad y pánico. La falta de gasolina y gasóleo que había acaparado los titulares en los medios de comunicación de últimos días ha pasado a un segundo plano informativo.