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Familia real británica

El preocupante silencio sobre la salud de la reina Isabel II

El secreto que rodeó la hospitalización de la monarca para un chequeo y el hermetismo sobre su estado aumentan la inquietud

Isabel II de Inglaterra. Reuters

La familia real británica está este lunes en Glasgow. El príncipe Carlos y su esposa Camila, los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, ofrecerán una recepción a los mandatarios internacionales presentes en la cumbre del clima la Cop26. En la destacada presencia de los miembros de la familia habrá sin embargo una gran ausencia de la que el mundo entero toma nota. La reina Isabel II no acudirá, aunque se la esperaba hasta la semana pasada. Los invitados deberán conformarse con un mensaje grabado de Isabel II, que guarda reposo en el castillo de Windsor siguiendo el consejo de sus médicos. Durante al menos dos semanas la soberana no participará personalmente en ningún acto oficial. Sus tareas se reducirán al mínimo y las audiencias serán por el momento virtuales.

La soberana de 95 años guarda reposo y ha cancelado los actos públicos por recomendación de los médicos

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Silencio sobre el estado de salud

A pesar de su envidiable y probada estamina, que la reina decida a los 95 años reducir desplazamientos y agenda de trabajo resulta comprensible. Lo que preocupa es lo incierto de su estado de salud y la ausencia de detalles. El Palacio de Buckingham trató de ocultar la reciente estancia de Isabel II en el hospital King Edward VII de Londres, la primera de este tipo en los últimos ocho años. Allí pasó la noche y no en Windsor como habían dicho los portavoces reales. La monarca fue sometida a “exámenes preliminares”, según anunciaron después, sin dar más explicaciones, alegando el derecho a la privacidad de la reina. Se canceló primero su viaje de dos días a Irlanda del Norte, después la cita en Glasgow, luego se suspendió toda la agenda de visitas y actividades.

En octubre Isabel II había desarrollado una intensa actividad. Se la veía sonriente, pero frágil. Por primera vez utilizó en público un bastón. Se decidió que a partir de ahora siempre estará acompañada por otro miembro de la realeza en un acto público. Ha transcendido además que debido a cierto “malestar” ha dejado de montar a caballo, una de sus actividades favoritas desde la niñez. También ha dejado de sacar a pasear a los perros, sus queridos corgis, y los médicos le han prohibido el alcohol. 

El núcleo central de la familia real irá asumiendo nuevos compromisos oficiales en una transición lenta pero inevitable

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"Buena forma"

El primer ministro Boris Johnson aseguró el sábado que la reina se encuentra bien. “He hablado con Su Majestad como hago cada semana como parte de mi trabajo y estaba en muy buena forma”, dijo a los periodistas.

Las notas oficiales hablan de “precauciones lógicas”, pero las dudas persisten. La torpeza al tratar de esconder la estancia hospitalaria sólo ha conseguido aumentar la desconfianza sobre la veracidad de los comunicados de Palacio. De momento la reina “mantiene su firme intención” de asistir el 14 de noviembre el Remembrance Sunday, la ceremonia anual en recuerdo de los caídos en las dos guerras mundiales y conflictos posteriores.

Lenta transición

La indisposición de la que los británicos están pendientes puede ser pasajera, pero el declive que impone la edad es imparable. Hace tiempo que Isabel II suspendió los viajes al extranjero y es ahora su heredero quien la representa en esas visitas. Tanto él como los duques de Cambridge irán asumiendo gradualmente aún más obligaciones, con una familia real mermada después de haber quedado apartados de misiones oficiales el príncipe Enrique y el príncipe Andrés. De acuerdo con ciertas informaciones se estaría estudiando el dar un papel más representativo a Camila, duquesa de Cornualles. Ese traspaso de tareas tiene sin embargo un límite. “Los otros ‘royals’ pueden hacerlo todo excepto funciones constitucionales como audiencias con el primer ministro o la firma de actas del parlamento”, ha explicado en The Guardian el profesor Vernon Bogdanor, experto en la constitución británica. Entre los asuntos que la Jefe del Estado no puede delegar se encuentran los relacionados con la Commonwealth, la disolución del Parlamento, la designación de miembros de la Cámara de los Lores o la del primer ministro.  

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