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Italia

Berlusconi aún agita Italia a sus 85 años

El anciano magnate, envuelto en un sinfín de escándalos cuando era primer ministro, es uno de los principales candidatos en las quinielas para suceder al actual presidente de la República

Silvio Berlusconi.

La noche del 12 de noviembre de 2011, Silvio Berlusconi dimitió como primer ministro de Italia. Y su salida no pudo ser más borrascosa. Con banderas al viento, música, abucheos, y gritos de 'bye-bye Silvio’, centenares de ciudadanos italianos festejaron la salida de escena del hombre que por 17 largos años había influenciado en la vida del país, que había sido implicado en escándalos de prostitutas, había aprobado decenas de leyes para su beneficio personal, preocupaba a la Unión Europea, y había sido acusado de un sinfín de delitos, desde el fraude fiscal, a la compra de senadores, pasando por sobornos a jueces y hasta vínculos con la mafia.

Aún así, las raíces del renacimiento político de Berlusconi, al menos dentro de la derecha, siempre estuvieron allí. La más evidente de todas: el hecho de que el magnate y político no tuviese un heredero natural, ni que, dentro de las formaciones aliadas, hubiese figuras capaces de ocupar su puesto. Así ha sido. A 10 años de aquellos eventos, el nombre de Berlusconi está hoy en las quinielas para suceder a Sergio Mattarella, el presidente de la República, que dejará el puesto en febrero y cuyo cargo institucional es el más alto del país. Los escándalos parecen desvanecidos. Los errores, perdonados.

Tanto así que, pese a sus sabidos problemas de salud -allegados suyos han llegado a contar que no puede caminar sin ayuda, y sus mismos abogados han reiteradamente hecho hincapié en su salud para esquivar sus audiencias judiciales-, Berlusconi, de 85 años, está haciendo campaña desde hace meses con el objetivo de hacerse con la presidencia de la República. Ha publicado fotografías de él con su actual compañera sentimental, de 53 años más joven que él, en las redes sociales, y, en más de una ocasión ha recibido a líderes de los partidos aliados en sus mansiones de Roma y Milán. Todo, bajo los focos.

"Es un patriota"

"Es un patriota", ha justificado Antonio Tajani, expresidente del Parlamento Europeo y uno de los principales defensores de la candidatura de Berlusconi. Incluso esta misma semana el anciano político, fundador de Forza Italia, tiene previsto celebrar diversas reuniones para impulsar su estrategia, entre otras, con sus principales aliados, la Liga de Matteo Salvini y Hermanos de Italia de Giorgia Meloni. Esto después de recibir la bendición del secretario del Partido Popular Europeo, el español Antonio López-Istúriz, quien llegó a decir que Italia sería “invencible” como Berlusconi como presidente, y en la que Mario Draghi siga siendo el primer ministro.

Este regreso del magnate, no obstante, también ha devuelto a Italia el clima incandescente de cuando Berlusconi gobernaba, y sus detractores se oponían con mucho fervor. “ÉL NO”, escrito así, en mayúsculas, ha protagonizado la portada el semanario progresista 'L’Espresso', cuyo director, Marco Damilano, aventuró que la situación es fruto de la “total confusión” de los partidos italianos. “Por qué Berlusconi no puede ser presidente”, han explicado en manifiestos ciudadanos indignados. E incluso la situación ha vuelto a resucitar al llamado Pueblo Violeta, grupo nacido hace una década con el único propósito de derrocar a Berlusconi. Hace pocos días, miembros de este movimiento volvieron a salir a la calle en Roma para pedir que Berlusconi no sea escogido como nuevo inquilino del Quirinal, la sede de la presidencia italiana.

Para ser elegido, el nuevo presidente de la República necesitará una mayoría de dos tercios que en las primeras tres votaciones o, a partir de la cuarta, la mayoría simple. Y es esta aritmética, además del voto secreto y el hecho que ningún partido tenga la mayoría, lo que hace imposible hacer previsiones seguras para el 24 de enero, la fecha en la que el Parlamento empezará a votar para elegir al nuevo presidente. Los analistas, sin embargo, también han añadido un elemento novedoso que explica el por qué de esta incertidumbre y de la vuelta de Berlusconi: el miedo a que una Italia sin Draghi como jefe de Gobierno vuelva a estar, como tantas otras veces ha estado, al borde del abismo.

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