Jerusalén vuelve a ser escenario de disturbios. La Explanada de las Mezquitas en la Ciudad Santa, el tercer lugar más sagrado del islam y el primero del judaísmo, se convierte en un campo de batalla con más de 150 heridos en el bando palestino. Centenares de palestinos han sido arrestados. Los agentes israelís se han enfrentado a los fieles musulmanes desde primera hora de la mañana. Las imágenes de violencia y caos recuerdan a los enfrentamientos ocurridos el pasado mayo, que acabaron con una guerra a gran escala entre Hamás e Israel y con 250 palestinos muertos y 13 israelís. 

Durante este devoto viernes, coinciden tres festividades religiosas: el Pesaj, la Pascua judía y el Viernes Santo del cristianismo, y los musulmanes celebran su segunda jornada de rezo en su mes de Ramadán. El día ha empezado con la incursión de madrugada de varios agentes de policía en el interior de la mezquita Al Aqsa, donde varios vídeos muestran a fieles maniatados boca abajo. Este gesto del Ejército israelí ha sido visto como una provocación en un lugar de culto. Mientras, centenares de palestinos se han desplazado desde Israel para unirse a los rezos.

"Noble resistencia"

“Nuestra gente en Jerusalén no está sola en la batalla por Al Aqsa; todos los palestinos, su noble resistencia y su poder vital están con ellos”, ha señalado el portavoz de Hamás, Fauzi Barhum. Las fuerzas israelís han respondido con disparos de balas de goma al lanzamiento de piedras por parte de los palestinos. Al menos 152 personas han resultado heridas en los enfrentamientos, según la Media Luna Roja Palestina. La policía israelí ha informado de tres agentes heridos. Ciertos vídeos en redes sociales han mostrado los ataques de guardias uniformados a periodistas y fotógrafos que documentaban los hechos.

En un mensaje en árabe en su cuenta de Twitter, el ministro de Asuntos Exteriores, Yair Lapid, ha defendido que “Israel garantiza la libertad de culto para las personas de todas las religiones en Jerusalén”. “Nuestro objetivo es que todos puedan realizar sus oraciones en silencio en el mes de Ramadán”, ha añadido. También ha señalado que la coincidencia de estas tres festividades religiosas “indica los factores que tenemos en común, y en ese marco no debemos permitir que cualquiera los convierta en una plataforma para el odio, la incitación y la violencia”.

Gobierno en riesgo

Por su parte, tanto Jordania, encargada de la gestión de este lugar santo, y la Autoridad Palestina han condenado las acciones de la policía. Mientras, en el seno del gobierno israelí se podían oír sus endebles cimientos tambalear. El líder del partido islamista Raam ha advertido a la coalición del Ejecutivo del riesgo que corre su unión. “El daño continuo a Al Aqsa es una línea roja para nosotros, incluso en el contexto de la estabilidad de la coalición”, ha dicho Mansur Abás en una entrevista en Radio Al-Shams. Su diputado, Mazen Ghnaim, ha amenazado con abandonar la coalición.

“Un gobierno que actúa de esta manera no tiene derecho a existir”, ha afirmado en un comunicado dirigido al primer ministro, Naftali Bennett. El gobierno israelí ya se encuentra al borde del colapso tras perder su mayoría. El abandono de la alianza por parte de un miembro de su propio partido ha provocado el bloqueo de la Knésset, el Parlamento israelí, ante la ausencia de una mayoría. Además, esta crisis política coincide con una crisis de seguridad a ambos lados de la Línea Verde. 

Cuatro ataques en suelo israelí en apenas dos semanas han provocado la muerte de 14 personas, la cifra más elevada de los últimos años. Las fuerzas israelís han respondido con una ofensiva militar en los territorios ocupados palestinos cuya cifra de asesinados ya roza la veintena, incluidos dos menores. Desde la Autoridad Palestina, consideran que los hechos ocurridos este viernes bendito “equivalen a declarar la guerra a nuestro pueblo palestino”, según declaraciones de Nabil Abu Rudeineh, portavoz del presidente Mahmud Abás.