“En los tiempos más difíciles, Francia siempre ha demostrado el mejor de ella misma. Ahora nos encontramos en uno de estos momentos”. Con estas palabras, el presidente francés, Emmanuel Macron, inscribió el inicio de su segundo mandato en la actual sucesión de crisis en una Europa sacudida por la guerra en Ucrania tras haber sufrido la pandemia de la Covid-19. 

El dirigente centrista celebró este sábado su ceremonia de investidura tras haber sido reelegido con el 58,55% de los votos ante la ultraderechista Marine Le Pen (41,45%). Lejos del optimismo de 2017, cuando un joven presidente de 39 años asumió las riendas del poder, y de su cuidada escenografía —entonces sorprendió con su paseo por los Campos Elíseo con un vehículo militar, una referencia a Charles de Gaulle—, fue un acto clásico y monótono. Más bien insípido.

“El pueblo francés no prorrogó el mandato que se termina. Este pueblo nuevo, distinto al de hace cinco años, confió a un presidente nuevo un mandato nuevo”, aseguró el mandatario durante su discurso en el salón de fiestas en el Palacio del Elíseo en París. Este acto marca el pistoletazo de salida al segundo quinquenio de Macron. También ha supuesto una oportunidad para dar un impulso a su presidencia. A pesar de tratarse del cuarto jefe del Estado que logra su reelección en la historia de la Quinta República —después del general De Gaulle, François Mitterrand o Jacques Chirac—, no parece disponer del clásico periodo de gracia posterior a una victoria electoral.

"Actuar sin descanso"

La celebración de su reelección el 24 de abril ya se había caracterizado por un ambiente más bien desangelado. Esa noche, en la explanada de la Torre Eiffel, pronunció un breve discurso con la intención de dar una imagen de modestia, alejada de la arrogancia que tanto se le ha reprochado. 

Su intervención en la ceremonia de investidura sí que ha tenido un mayor contenido político. Consciente de “la gravedad de los tiempos graves que nos acompañan”, ha prometido “actuar sin descanso” para defender a Francia y Europa. Una acción destinada “en primer lugar para evitar cualquier escalada tras la agresión rusa contra Ucrania y ayudar a que la democracia y la valentía se impongan”. También se ha referido al hecho de convertir su país “en una gran potencia ecológica”.

“En estos tiempos convulsos, tenemos que ser los servidores del derecho y los esclavos del deber”, dijo citando a Victor Hugo en el inicio de la ceremonia el presidente del Consejo Constitucional (equivalente del Tribunal Constitucional), Laurent Fabius. Tras haber proclamado los resultados oficiales de los comicios, Fabius recordó “el preocupante malestar democrático”.

Desde el equipo del presidente, habían prometido un acto austero. Sería, sin embargo, exagerado calificarlo así teniendo en cuenta el elevado número de asistentes: más de 450. Los expresidentes Nicolas Sarkozy y François Hollande, los ex primer ministros Manuel Valls, Jean-Pierre Raffarin… La larga lista de invitados reflejó aquello en que se ha convertido el macronismo, una “gran coalición” entre el centroderecha y el centroizquierda, lo que queda de los partidos que compusieron en el pasado el bipartidismo francés.

Lenta designación de un nuevo primer ministro

Tras su investidura, la agenda europea marcará el inicio del segundo mandato del dirigente centrista. El lunes pronunciará un discurso en el Parlamento Europeo en Estrasburgo en el Día de Europa y se reunirá con el canciller alemán, Olaf Scholz, en Berlín. 

En estos momentos, sin embargo, la principal preocupación del presidente es la configuración de un nuevo gobierno, que deberá ser ratificado por la Asamblea Nacional tras las elecciones legislativas del 12 y 19 de junio. Primero, Macron designará a un nuevo primer ministro que reemplace al poco carismático Jean Castex. Dos semanas después de las presidenciales, aún se desconoce el nombre del futuro jefe del ejecutivo. Este anuncio no tendrá lugar hasta finales de la semana que viene, como muy pronto. 

La prensa francesa ha especulado con un amplio espectro de nombres durante este periodo de espera, especialmente largo teniendo en cuenta la tradición francesa. El comisario europeo Thierry Breton, Véronique Bédague (exdirectora de gabinete de Valls), el ministro de Agricultura, Julien Denormandie… El perfil de los futuribles primer ministro es variopinto. “Brigitte Macron (esposa del presidente) presiona para que el cargo en Matignon recaiga en una mujer (recordemos que la única mujer que ocupó este cargo fue Edith Cresson durante el mandato de François Mitterrand)”, explica en el diario la Tribune el periodista Marc Endeweld, buen conocedor de los entresijos del macronismo.

La izquierda francesa ha aprovechado estas semanas de silencio e inmovilismo de Macron para configurar una inesperada coalición unitaria de cara a las legislativas de junio. El líder de esta alianza, el insumiso Jean-Luc Mélenchon, ha ocupado estos últimos días el centro de la escena política. Para esos comicios, el partido del presidente ha sido rebautizado con el nombre de Renacimiento y comparecerá junto con otras formaciones de centro y centro-derecha en la coalición Juntos. La promesa de un “nuevo presidente” consiste de momento en un simple cambio de siglas.