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Racismo, extremismo y armas

La matanza de Búfalo confronta de nuevo a EEUU con el auge del terrorismo supremacista blanco

El autor de la masacre ha mostrado adhesión a la teoría conspirativa del 'gran reemplazo' | EEUU no tiene un estatuto federal para perseguir el creciente problema del terrorismo interno

Una pareja arrodillada en las cercanías del supermercado de Búfalo donde se produjo la matanza. REUTERS

El explosivo cóctel de racismo, radicalización extremista y violencia de armas de fuego, aliñado con el impacto de las redes sociales, ha vuelto a estallar en Estados Unidos con la masacre el sábado en un supermercado de un barrio pobre y negro de Búfalo, en el norte del estado de Nueva York. Allí, un adolescente blanco de 18 años, identificado por las autoridades como Payton Gendron, dejó 10 víctimas mortales y tres heridos11 de sus víctimas negras, en lo que oficialmente se investiga como un “delito de odio” y “extremismo interno racialmente motivado”.

El mismo sábado Gendron se entregó en el lugar de los hechos y luego fue imputado por homicidio en primer grado, lo que le hace enfrentar la posibilidad de cadena perpetua. También podría ser imputado siguiendo una norma estatal que cubre “actos de terrorismo interno motivados por la raza”. No existe un estatuto similar a nivel federal en EEUU.

Teorías conspiratorias

Como ya sucediera en matanzas sucedidas en EEUU en una iglesia negra de Carolina Sur en 2015, una sinagoga de Pittsburgh en 2018 y otro centro comercial en Texas en 2019, así como en otras como la de las dos mezquitas de Christchurch en Nueva Zelanda donde fueron asesinados 51 musulmanes, el autor del tiroteo de Búfalo se adhiere a la teoría de la conspiración del gran reemplazo. Esta, que identifica en la diversidad racial y en la inmigración supuestos enemigos para el dominio de la raza blanca, hasta hace no mucho se movía solo en los márgenes más radicales y extremos y en foros ultras de internet. Ha ido, no obstante, ganando espacio en el ‘mainstream’ estadounidense conservador, en buena parte impulsada por influyentes voces como la del presentador estrella de FoxNews Tucker Carlson.

En lo que el sheriff del condado de Erie John Garcia ha descrito como un “acto de pura maldad”, todo estuvo escalofriantemente calculado por Gendron, que retransmitió sus acciones por Twitch, la plataforma de Amazon, y ha sido vinculado a un manifiesto de 180 páginas en el que se identifica como “neonazi, supremacista blanco y terrorista”.

Objetivo racial

El joven había elegido con intención su objetivo. Original y residente de Conklin, una pequeña localidad de 5.000 habitantes en una zona rural y predominantemente blanca en la frontera con Pensilvania, puso en su diana Búfalo, a casi tres horas y media en coche. No fue casual: la ciudad de algo menos de 300.000 habitantes en la frontera con Canadá tiene un 35% de población negra.

Unas mujeres negras con un cartel de Black lives matter, en las cercanías del supermercado de Búfalo. REUTERS

El adolescente había estudiado con detalle el día y las horas en que había más actividad en el supermercado, que hace 19 años llegó como una bendición a un barrio negro castigado y popular que hasta la apertura del comercio era un “desierto” alimentario. Búfalo, según un estudio de la Universidad de Michigan, sufre los efectos históricos de la discriminación racial institucionalizada y es la sexta ciudad más segregada de EEUU.

Las acciones de Gendron han subrayado también de nuevo el problema de las armas de fuego. El joven compró aparentemente de forma legal hace unos meses el demoledor rifle de asalto Bushmaster XM-15 con el que abrió fuego, primero en el aparcamiento del supermercado y luego, tras asesinar a un guardia de seguridad que trató en vano de frenarle, a clientes del establecimiento, incluyendo una abuela de 88 años. El arma de asalto, no obstante, había sido modificada y el joven, que iba parapetado con equipamiento táctico, incluyendo chaleco antibalas y un casco, tenía también un cargador de alta capacidad ilegal.

Terrorismo interno

La matanza es el tiroteo masivo más leal de los 198 ocurridos en lo que va de año en EEUU. Pone a la nación de nuevo frente a muchos de sus problemas, que lejos de sanar están enquistados o agravándose. Y ha dado pie de nuevo a palabras de denuncia o peticiones de cambios que, hasta ahora, no se han traducido en acciones. “Debemos trabajar todos juntos para lidiar con el odio que sigue siendo una mancha en el alma de América”, decía este domingo el presidente, Joe Biden.

El sábado el mandatario ya había reaccionado asegurando que “cualquier acto de terrorismo interno, incluyendo uno perpetrado en nombre de una repugnante ideología nacionalista blanca, es antitético a todo lo que defendemos”. Uno de los problemas es que EEUU no tiene definido un estatuto federal para perseguir el terrorismo interno, pese a las crecientes llamadas a elaborar uno, que este domingo reclamaba, por ejemplo, la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul.

Según una presentación que hizo el pasado septiembre ante el Congreso el director del FBI, Christopher Wray, desde primavera del 2020 la agencia federal ha multiplicado casi por tres las investigaciones sobre casos de ese terrorismo nacional, que han pasado de cerca de 1.000 a unas 2.700.

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