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Crisis en el país mediterráneo

Tensión política y una trágica crisis económica: los retos del nuevo Parlamento del Líbano

Apenas unos días después de los comicios, la libra libanesa ya se ha desplomado un 11%, suben los precios del combustible y el pan y el país está al borde del apagón total

Cola para comprar pan en una panadería de un suburbio de Beirut. EFE

Hacía semanas que no ocurría pero, de nuevo, las colas en las gasolineras conviven con los ahora ya caducos carteles electorales en el Líbano. Un nuevo Parlamento prestará juramento este domingo con nuevas caras y cambios significativos en las dinámicas políticas. Pero no muy lejos de la plaza de l’Etoile, donde se concentran sus edificios institucionales, tres cuartas partes de la población del Líbano siguen bajo el umbral de la pobreza. Al terminar las celebraciones, la libra se desplomó un 11% hasta alcanzar las 31.000 unidades al cambio del dólar. 

Durante unos días, la agitación por las elecciones del pasado domingo logró ocultar los problemas que ya llevan casi tres años asfixiando a la sociedad libanesa. Pero a la llegada de los resultados y con todas las reacciones hechas públicas, volvió a relucir una de las peores crisis económicas del mundo desde el siglo XIX. El precio del combustible subió, de nuevo, hasta las 532.000 libras por unos 20 litros en un país donde el salario mínimo se mantiene en 675.000. Antes, eran unos 450 dólares. Ahora, apenas suman 22. Los rumores sobre la escasez han vuelto a desencadenar colas en las estaciones de servicio, a las que los libaneses ya se acostumbraron el verano pasado.

Apagón de electricidad

También han empezado a expandirse los murmullos sobre un apagón total de electricidad en el país. La compañía a cargo del servicio eléctrico, Electricité du Liban, ha emitido una negativa parcial, alegando que solo ha dejado de producir una de las dos centrales eléctricas en funcionamiento por falta de combustible. A su vez, esta escasez ha afectado también a los alimentos con una subida del precio del pan después de que Ali Ibrahim, el presidente del Sindicato de Panaderos, anunciara al día siguiente de las elecciones que apenas quedaban "tres días de existencias de harina".

Por lo tanto, este nuevo Parlamento se enfrenta a un panorama desolador en lo económico y lo social. Además, la aún por estrenar composición del hemiciclo augura parálisis política y desgobierno. Ningún bloque cuenta con la mayoría parlamentaria. Hizbulá y sus aliados la acaban de perder por la falta de apoyos a sus socios. Por otra parte, seguidores del partido con más escaños, las Fuerzas Libanesas (FL), se enfrentaron en las calles con los homónimos de la milicia chií hace unos meses, escenificando la profunda enemistad entre las dos facciones.

Demora en las reformas

Sin una clara mayoría en el Parlamento, se avecinan tiempos tensos entre estos históricos rivales con poderosos benefactores -Hizbulá es el protegido de Irán y las FL reciben el apoyo de Arabia Saudí y Estados Unidos-. Probablemente en los próximos meses se vean forzados a negociar codo con codo quién será el primer ministro. La última vez los políticos se demoraron 13 meses de negociaciones para formar el Gobierno actual de Najib Mikati. La dimisión del anterior Ejecutivo llegó en un momento crítico, apenas unos días después de la explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020.

Además, la ausencia de un gobierno impedirá la aplicación de las reformas exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para desembolsar su plan de rescate para el Líbano. La clase política lleva meses en negociaciones pero su negativa a reformar el sistema les impide avanzar. En definitiva, no es solo la debacle económica lo que opaca cualquier fantasía de cambio en el Líbano. Aunque la entrada de 13 parlamentarios curtidos en las plazas durante el levantamiento de octubre del 2019 supone una luz al final del túnel.

Con muy poco margen de maniobra, representan las primeras grietas en el robusto sistema sectario que rige la política, la economía, la sociedad y la vida en el Líbano. El país observa expectante a este grupo de legisladores que se adentran en las entrañas de unas instituciones podridas de corrupción. Muchos confían en que no olviden que fueron las calles quiénes les auparon para que desde sus escaños, sigan con la revolución que juntos protagonizaron ese ilusionante otoño del 2019. 

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