En esta ocasión, no ha sido Vladímir Putin, sino Nikolái Pátrushev, secretario del Consejo de Seguridad y probablemente el más cercano asesor del presidente de Rusia en la actualidad, el encargado de hacer balance de la guerra en Ucrania con ocasión de una efeméride. Cuando se cumple el tercer mes del ataque militar ruso contra el Estado vecino, este todopoderoso dirigente, considerado el principal exponente del ala dura dentro del Kremlin, ha concedido una larga entrevista a la publicación Argumenti i Fakti de la que se desprende, por un lado, que Moscú apuesta en estos momentos por un conflicto de larga duración, y por otro, que su país no ha renunciado a ninguno de los objetivos que se fijó en su inicio, resumidos en la vaga expresión de "desnazificar" el Estado ucraniano.

Las palabras de Pátrushev, un hombre que aparece constantemente en las quinielas de posibles sucesores de Putin en cada ocasión en que surgen rumores sobre su estado de salud, a buen seguro traerán de cabeza a los analistas, al ser deliberadamente ambiguas respecto a la materialización de ese objetivo. Muy bien podrían significar que la denominada "operación especial" rusa en Ucrania sigue aspirando a provocar el colapso del Gobierno de Volodímir Zelenski o incluso a hacerse con el control de alguna de las grandes ciudades ucranianas como Járkov o Kiev, sobre las que la presión militar en las últimas semanas se ha reducido considerablemente. Eso sí, lo único seguro de todo lo dicho por el más relevante asesor de Putin es que la guerra se prolongará en el tiempo y que en, este preciso momento, Rusia no contempla ningún escenario de negociación. "La razón, la razón histórica está de nuestra parte... no tenemos que cumplir fechas límite; el nazismo debe ser eliminado al 100% o si no se levantará de nuevo después de algunos años bajo una forma todavía más monstruosa", ha sentenciado.

Objetivos a largo plazo aparte, esta suerte de conflicto infinito que plante Pátrushev en la entrevista, a día de hoy, se está desarrollando principalmente en un escenario muy concreto, el Donbás, donde Rusia está concentrando todo el esfuerzo militar. El objetivo inmediato es la conquista de la totalidad de la provincia de Luhansk, logrando de paso rodear a las fuerzas ucranianas que defienden las poblaciones de Lisichansk y Severodonetsk, las últimas de esta demarcación territorial en manos del Gobierno de Kiev, según ha confirmado el gobernador, Serhiy Gaidai. "El enemigo está concentrando sus esfuerzos en llevar a cabo una ofensiva para rodear (estas dos ciudades); la intensidad del fuego (de artillería) en Severodonetsk se ha incrementado múltiples veces; simplemente están destruyendo la ciudad", ha asegurado.

Triunfos de ambos bandos

En este punto del frente bélico, ambos bandos atribuyen triunfos. Mientras que Gaidai asegura que las tropas ucranianas han expulsado a sus enemigos de una pequeña población al sur, las milicias prorrusas sostienen que han logrado hacerse con el control de Svitlodarsk, al sur de Bajmut. El incremento de la actividad bélica se está haciendo sentir en toda la región del Donbás. No hay jornada en la que no se registren bombardeos en Bajmut, que en los últimos días han afectado tanto a objetivos militares como civiles, incluyendo a la única mezquita de la localidad.

La invasión rusa de Ucrania ha constituido un seísmo de gigantescas proporciones para toda la arquitectura de seguridad europea. Países que llevaban siglos haciendo alarde de su neutralidad, como Suecia, o estados que durante la guerra fría del siglo XX optaron por evitar integrarse en algún bloque militar como Finlandia, están llamado a la puerta de la OTAN tras sentirse en peligro. Pátrushev también se ha referido en su entrevista al ingreso de estos dos estados en la Alianza Atlántica, y después de calificar a la OTAN como una organización "completamente ofensiva" y sostener que "unirse a ella" implica la "transferencia de soberanía nacional a Washington", el responsable ha prometido medidas de respuesta en el caso de que la organización "despliegue infraestructura militar" en los dos países escandinavos: "Rusia lo considerará una amenaza directa a su seguridad y estará obligada a reaccionar".

Los actuales responsables políticos en Rusia consideran que el conflicto les concede una oportunidad para dar un golpe de timón en el frente doméstico y atajar de forma radical la progresiva asunción, en los últimos años, de valores como democracia, libertad o tolerancia por parte de una parte de la población rusa, en particular de las generaciones más jóvenes. En este sentido, Pátrushev ha abogado por incrementar el peso de la educación patriótica en las escuelas del país. "A la temática del heroísmo del pueblo soviético en los años de la Gran Guerra Patria (nombre que recibe en Rusia la segunda contienda mundial) se le dedica poco tiempo en las lecciones de Historia; y en los libros frecuentemente se trata de forma superficial", ha criticado, estableciendo de paso un vínculo con los tiempos actuales. Según su opinión "los pedagogos" deben de jugar un papel "fundamental" en lo que calificó como "guerra híbrida" contra su país.