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Covid en China

Éxodo de extranjeros de Shanghái por los confinamientos

El último encierro, de casi tres meses, colma el aguante de la numerosa comunidad extranjera de la capital económica china

Trabajadores con trajes protectores instalan barreras fuera de un edificio, en Shanghái. Reuters

No era excepcional tomarse una copa o cenar en la concesión francesa y otros barrios céntricos de Shanghái sin ver a un chino en el local. La masiva colonia extranjera, tan icónica como el malecón del Bund o los jardines Yuyuan, se va estos días en masa, traumatizada por el reciente encierro por la Covid-19, temerosa del siguiente y agotada por la incertidumbre.

“Lo primero que me dijo mi mujer al llegar a casa tras pasar 20 días en un hotel de cuarentena es que quería marcharse. Nunca nos habíamos planteado irnos, aquí estábamos en la gloria”, revela Juan, arquitecto andaluz de 50 años. El encierro de Shanghái rozó los tres meses cuando se había planeado para nueve días. La reclusión, el caótico suministro de alimentos, los traslados a centros de cuarentena de los positivos y las promesas incumplidas de inminentes aperturas, por hacer la lista corta, agotaron a muchos de los 25 millones de shanghaineses.

La pulsión escapista creció en la comunidad extranjera y una encuesta reciente revelaba que el 85 % planeaba marcharse. Son días ajetreados para las compañías de recolocación que gestionan mudanzas, cancelan cuentas bancarias chinas o tramitan permisos sanitarios de mascotas. No hay datos sobre la magnitud de la salida pero los indicios son alarmantes. “Estoy en tres grupos de Wechat (el Whatsapp chino), todos con cientos de extranjeros y llamados éxodo, donde la gente intercambia información sobre vuelos y otros asuntos”, añade Marcos, quien partirá en breve a Tailandia.

Vibrante y multicultural

Shanghái es la más ciudad china más occidentalizada y el puente entre Oriente y Occidente, tan vibrante y multicultural como Nueva York o Londres. Las potencias coloniales se la repartieron tras las guerras del Opio y los extranjeros regresaron en masa décadas atrás, jubilado ya el maoísmo, para participar del milagro económico. Repiten sus extranjeros que la vida es “más fácil” que en Pekín por su porcentaje de angloparlantes, los biorritmos europeos o la ausencia del asfixiante oficialismo capitalino.

El coronavirus colocó frente a sus ventajas la dificultad de salir del país por la escasez y carestía de vuelos. La mitad de los europeos se han marchado desde el inicio de la pandemia, calculó Jörg Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio Europea en China. “Y no me extrañaría que la mitad de los que aún quedan también se vayan”, añadió. Fue simbólico el cierre del célebre restaurante M on the Bund, frecuentado por la colonia extranjera, y apenas queda un tercio de los restaurantes coreanos en la calle donde se apretaban. Los negocios dirigidos a la comunidad foránea han dejado de ser viables.

Carlos, ingeniero en energías renovables, regresará a Europa tras ocho años en Shanghái. Su primer mes de cuarentena fue caótico: el comité de barrio selló su casa después de que él y su pareja dieran positivo, temió por un incendio y por el destino de sus gatos si ambos eran conducidos a centros de cuarentena, discutió con la policía, recurrió a las embajadas… “Me veía otros diez años aquí. Me encanta Shanghái y la cultura y gastronomía china, aquí se gana mucho más dinero que en España y antes viajaba por trabajo cada mes a Europa o Asia. Pero no hemos salido de China en los últimos tres años, nos hemos perdidos bodas de familiares y el nacimiento de sobrinos”, señala. Su marcha, añade, no responde a aquellas turbulentas semanas sino a la incertidumbre. “No sabemos cuánto va a durar esta situación: los tests obligatorios cada 48 horas, las nuevas cuarentenas en cuanto se detecta un caso en tu barrio, los billetes carísimos de avión y el riesgo de cancelación… El conjunto ya no nos parece rentable. No descartamos regresar si no nos acostumbramos a España pero sólo cuando Shanghái vuelva a ser la de antes”, añade.

No escasea en China la figura del “expatriado enfadado”, tercamente crítico con el gobierno, la comida y los chinos, encerrado en su burbuja foránea y sin más razones para permanecer que su salario. Era previsible que la tolerancia cero se les haría excesiva pero el encierro de Shanghái también ha vencido a los integrados. “He vivido aquí diez años, tengo muchos amigos chinos, mi hijo habla mejor mandarín que castellano o inglés. No hay mejor lugar para criar a tus hijos, sin la violencia o pornografía a la que están expuestos en España y una seguridad absoluta en las calles. Voy a echar mucho de menos Shanghái”, lamenta Juan.

Muchos sostienen que es prematuro hablar de éxodo, que se quedarán algunos de los que prometieron irse, que otros regresarán pronto y que la Perla de Oriente recuperará su brillo en cuanto escampe la pandemia.

Las autoridades volverán a confinar a 2,7 millones de personas para tests masivos

Shanghái volverá a confinar un distrito con 2,7 millones de personas el sábado para realizar un test masivo de coronavirus, según indicaron las autoridades de esta ciudad que no termina de pasar página del duro encierro de los últimos dos meses. El distrito afectado es el suroccidental es el de Minghang y el cierre se levantará cuando se hayan recogido las muestras.

El comunicado no detalla qué medidas se tomarán si los residentes dan positivo. Pero de acuerdo con el restrictivo enfoque "cero covid" de China, todos los positivos y sus contactos cercanos son enviados a recintos de cuarentena. A menudo, el aislamiento se decreta para todos los vecinos de un edificio. Shanghái registró 9 nuevas infecciones locales el jueves, pero ninguna de estas se produjo en Minhang.

El anuncio pavor entre usuarios de redes sociales, que temen ver prolongado el confinamiento si se detectan casos positivos. "Tienen que clarificar si se levantará de verdad cuando se hayan recogido las muestras", dijo un usuario de Weibo. "¿Si hay resultados anormales después de los tests, qué van a hacer? ¿Continuar el confinamiento?", preguntó otro.

Después del duro encierro, la ciudad ha vuelto paulatinamente a la vida en los últimos días, con pasajeros en metros y autobuses que vuelven a trabajar a sus oficinas y residentes reuniéndose en parques o en la orilla del río. Pero otros se enfrentan a continuas restricciones que generan algunas protestas como unos vecinos de un inmueble confinado en el distrito de Xuhui.

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