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El ascenso de la extrema derecha en Italia que asusta en Bruselas

La posible llegada al poder de la coalición liderada por Giorgia Meloni, al frente de Hermanos de Italia, augura una etapa más conflictiva en la UE

Cartel electoral de Giorgia Melonia en un autobús de Roma. Reuters

Todos los sondeos apuntan a la victoria de Giorgia Meloni (45 años, Roma) en las elecciones legislativas que celebra Italia este próximo domingo, 25 de septiembre. La líder de la formación populista y de extrema derecha Hermanos de Italia podría convertirse en la primera mujer en dirigir la tercera economía más importante de la Unión Europea tras unos comicios que se siguen con mucha atención en el resto de capitales europeas, y con particular "preocupación" en Bruselas. "Si gano, se acabó la diversión para Europa", avisaba el pasado domingo durante un mitin en la plaza del Duomo en Milán. Sus palabras anticipan una relación tormentosa con las instituciones europeas en las que primará el "interés nacional", aunque de llegar al poder los analistas coinciden en que no habrá cambios radicales ni una confrontación total con Bruselas.

"Un gobierno de extrema derecha, con Hermanos de Italia en su núcleo, reduciría la influencia de Italia en la UE y haría que las relaciones fueran más turbulentas. Pero Italia no se convertirá en una nueva Polonia Hungría. El programa de la coalición indica que sería menos conflictivo con los socios de la UE y la OTAN que uno de Marine Le Pen" y, de todas formas, "podría no retener el poder durante mucho tiempo", opina Luigi Scazzieri, del think tank Centre for European Reform, que considera "inevitables" las fricciones y tensiones internas entre los socios de la coalición (la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia de Silvio Berlusconi) que podrían terminar tumbando un eventual ejecutivo de extrema derecha italiano. 

"A menos que haya una virulenta campaña profascista en las redes sociales tras la votación es muy probable que, una vez en el poder, Meloni abrace una línea política más convencional hacia Europa. Podría rebajar sus llamamientos a que la soberanía de Italia prevalezca por encima de la lealtad europea", estima, por su parte, Carlo Bastasin, experto en relaciones exteriores de Brooking, en un reciente análisis sobre lo que ocurriría si Meloni gana las elecciones. Al contrario que durante la campaña de las legislativas de 2018, la última en la que los italianos acudieron a las urnas, ninguna formación italiana ha defendido abandonar la Unión Europea, tampoco la que lidera Meloni. Tras tres años de pandemia y una plan de recuperación que llevará a Italia 192.000 millones en fondos de recuperación en los próximos seis años es algo que quizás no se entendería.

Tras los pasos de Polonia y Hungría

El que no defienda un Italexit, ni la salida del euro, ni la destrucción de la UE como otros partidos ultraderechistas no significa que no vaya a haber turbulencias. Dadas las simpatías de Meloni hacia el primer ministro húngaro, Víktor Orban, y el partido que gobierna en Polonia, Ley y Justicia (PiS), y con quien comparte bancada junto con Vox en el grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) en el Parlamento Europeo, la preocupación en las instituciones europeas es máxima ante la posibilidad de tener que lidiar no solo con dos países que mantienen una especie de frente anti-Bruselas sino con tres. "Vamos a ver qué ocurre. Todavía tienen que celebrarse las elecciones, pero por supuesto que nos preocupa porque Italia es un país fundamental en la UE", admite la presidenta de los socialistas en el Parlamento Europeo, Iratxe García, ante la eventual victoria de una coalición empeñada en poner en cuestión los derechos del colectivo LGTBI e imponer un bloqueo naval para impedir que inmigrantes refugiados lleguen a Europa.

"Vamos a seguir vigilantes. Recuperé un vídeo de la candidata (Meloni) que explícitamente asume una afinidad política cercana a (Benito) Mussolini y el autoritarismo y esto nos asusta. Italia es un país importante y frente a la crisis que llega necesitamos más Europa, con personas convencidas de ella. La decisión incumbe a los italianos pero vamos a seguir con mucha atención porque lo que subyace es esta sensibilidad política del fascismo italiano. Si esa concepción del poder tan autoritaria regresa a Italia seremos los primeros en oponernos", aseguraba durante el último pleno el jefe de filas de los liberales en la Eurocámara, el francés Stéphane Sejourné.

Política migratoria, derechos...

En Bruselas no solo preocupa que un gobierno liderado por Hermanos de Italia ponga palos en las ruedas en materia de derechos y libertades civiles, en la negociación de la reforma de la política de asilo e inmigración, que avanza con extremada lentitud, en los procedimientos de sanción abiertos contra Hungría y Polonia para hacer respetar el Estado de derecho o en el debate sobre la extensión del voto por mayoría cualificada (en vez de unanimidad) para evitar el bloqueo de decisiones. También preocupan las repercusiones que la agenda de la ultraderecha tendría para la estabilidad financiera de una de las principales economía de la Eurozona, con una abultadísima deuda pública que alcanza el 150% del PIB.

Los tres partidos de la coalición han dejado claro su interés por revisar y renegociar algunas de las condiciones del plan de recuperación italiano para responder a la crisis y la explosión de los precios de la energía. Aunque Meloni ha dado señales de que si es elegida seguirá los pasos de Mario Draghi y actuará con responsabilidad fiscal, está por ver cómo casará esto con sus promesas de rebaja de impuestos y subida del gasto público. También se espera continuidad, pese a las reticencias de compañeros de coalición como Salvini, en otro frente muy complicado: las sanciones contra Rusia por la guerra en Ucrania. Pese a su pasada admiración por Vladímir Putin, Meloni, atlantista convencida, defiende la asistencia militar a Ucrania y el castigo al Kremlin aunque es un elemento que podría generar fricciones en el Gobierno y complicar todavía más las negociaciones en Bruselas.

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