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Elecciones en Brasil

El futuro del Amazonas (y la crisis climática) también se juega en las elecciones de Brasil

Una mayor destrucción bajo una nueva presidencia Bolsonaro podría empujar al pulmón del planeta a rebasar el punto de inflexión irreversible

Un niño de la reserva indígena los Tenharim en el Amazonas brasileño. EFE

La Amazonía se consume en medio de unas elecciones en las que la cuestión ambiental ha estado en el centro de los repudios a la gestión del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, para quien las denuncias sobre lo que ocurre en el llamado pulmón del planeta solo buscan “ahuyentar inversiones”.  

De hecho, el capitán retirado lanzó en 2019 una invitación a los empresarios para expandir la frontera del negocio. Ese año se deforestaron más de 10.129 kilómetros cuadrados. Un año más tarde fueron 10.851. En 2021 se perdieron otros 13.038.

Los peores incendios en 10 años

La campaña electoral ha tenido mucho humo como telón de fondo: los incendios en la selva amazónica durante septiembre fueron los peores en más de una década. El fuego alcanza su punto de mayor combustión cuando las lluvias decrecen y los empresarios agropecuarios se lanzan a la carrera de la deforestación. La Agencia Nacional de Investigación Espacial (INPE) reportó el mes pasado 36.850 alertas. Eso supuso un salto del 120% con respecto a septiembre de 2021. Sin contar lo que ha sucedido en septiembre, el total de focos ha sido de 82.872, superando los 75.090 registrados en el año precedente.

El fuego es una de las metáforas de lo que ocurre en la Amazonia. “No son un fenómeno natural. Estas quemas están relacionadas con actividades humanas, muchas veces ilegales, y niveles de degradación que la hacen más susceptible a los incendios”, sostiene Mariana Napolitano, gerente científica de WWF-Brasil. Según el ecologista y geógrafo Carlos Durigan, director de la Wildlife Conservation Society (WCS), “estamos a un paso muy pequeño del punto de no retorno y de ver que la Amazonia deja de ser lo que siempre fue”. Durigan habla de una “destrucción en tiempo real de la Amazonia y su biodiversidad”.

Más sequías y fuegos

"Brasil es el país con la porción más extensa de la Amazonia y el que menos está haciendo para conservarla", ha asegurado a la Agencia Pública la ingeniera forestal Marlene Quintanilla. “La Amazonia brasileña ya tiene un nivel de transformación del 25% y un nivel de degradación del 9%. Principalmente en la parte sureste (el norte de Mato Grosso y el sur del estado de Pará), la gente ya está sintiendo los cambios: más sequías e incendios, menos agua y muchas transformaciones en los ecosistemas. Los investigadores de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), de la que forma parte Quintanilla, advierten del peligro de una situación de no retorno.

Cada estado amazónico palpita con intensidades similares la confrontación electoral. Como sucede en otras partes de Brasil, hay negacionistas del cambio climático que, como Bolsonaro, creen que las denuncias sobre lo que sucede en la selva son “bobadas”. El estado de Rondônia, cuyo 49% del territorio está cubierto de bosques, será disputado por Marcos Rocha (UB), que busca la reelección, y el senador bolsonarista Marcos Rogeria. Ambos se parecen como gotas de agua en la cuestión ambiental. “El escenario es muy grave", sostuvo el físico Artur Moret. "Estamos viendo cómo se destruyen todos nuestros bosques ribereños y no se recomponen. En otras palabras, habrá escasez de agua y no tardará en llegar”.

Paso al frente de los pueblos originarios

En este contexto son los pueblos originarios los que han decidido dar un paso al frente con un vigor sin precedentes. Es la primera vez en la historia electoral de Brasil que se presentan 182 candidatos indígenas en diferentes estados amazónicos. De ese total, 84 mujeres intentan llevar las discusiones a los distintos ámbitos legislativos. “Cuanto más amenazados nos sentimos, más necesitamos crear instrumentos de defensa”, dijo Keyla de Jesús, una de las líderes de la tribu Pataxó.

Casi la mitad de los candidatos pertenecen a Amazonia Legal, que articula a los nueve estados de la cuenca donde se siente, como nunca antes, no solo la deforestación sino las actividades delictivas relacionadas con la minería y la pesca, así como el tráfico de maderas y la incursión del narcotráfico. El “garimpo”, como se conoce a la minería ilegal, ha hecho estragos entre 2010 y 2021, al pasar de 99.000 hectáreas a 196.000, de acuerdo con datos de la oenegé Mapbiomas.

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