Latinoamérica

La crisis latinoamericana propaga la idea de los Estados fallidos

Un grupo de haitianas cargan cubos con agua para suplir los cortes de suministro, el pasado septiembre en Puerto Príncipe.

Un grupo de haitianas cargan cubos con agua para suplir los cortes de suministro, el pasado septiembre en Puerto Príncipe. / REUTERS

Abel Gilbert

"Desde Haití en el hemisferio occidental hasta los restos de Yugoslavia en Europa, desde SomaliaSudán Liberia en África hasta Camboya en el Sudeste Asiático, está surgiendo un nuevo fenómeno inquietante: el Estado-nación fallido, totalmente incapaz de sostenerse como miembro de la comunidad internacional". La definición apareció en la revista Foreign Policy en 1992 en un texto de Gerard Helman y Steven Ratner, dos intelectuales ligados a la diplomacia de Estados Unidos. Desde entonces, comenzó a ser replicada para referirse a los países incapaces de proveer servicios públicos a sus habitantes e instituciones capaces.

La idea del Estado fallido suele ser citada en América Latina y el Caribe cada vez que una crisis adquiere proporciones sistémicas, como la que está viviendo en las últimas semanas Perú, cuyo final todavía es incierto. No existe un parámetro para medir esos fracasos estructurales, aunque sí un índice de Estados Frágiles que publica el laboratorio de ideas norteamericano The Fund for Peace. Los países nórdicos tienen las cifras más bajas de peligrosidad (unos 20 puntos), mientras que, en el otro extremo, Haití llega al 99,7. No es el único caso en esta parte del globo, castigada por la pandemia, el declive económico y la desigualdad.

Haití

La primera nación en llevar a cabo una revolución antiesclavista a fines del siglo XVIII reúne todas las condiciones negativas posibles en este presente: no funcionan las instituciones ni la economía, que es de subsistencia, y proliferan el delito y la corrupción en todos los ámbitos. El Estado es incapaz de contener la violencia, como sucede en Somalia y Libia, que integran la categoría más problemática de países sumamente expuestos al drama humanitario. Los especialistas recuerdan que, a diferencia de esos países africanos, en Haití no se produjo una guerra civil sino un derrumbe en toda regla que alcanzó uno de sus momentos más dramáticos con el asesinato del presidente Jovenel Moise, en julio de 2021. El seísmo de ese mismo año agravó las condiciones estructurales. Y un brote de cólera expansivo, muertes por hambre y asesinatos impunes marcan el presente. Los propios vecinos de Haití consideran la situación catastrófica. Los haitianos huyen a través del mar y no siempre llegan a buen puerto.

Venezuela

Sumida en un conflicto interno desde 2013, Venezuela ha recibido un 91.6 de puntuación por parte de The Fund for Peace. ACNUR ha calculado que más de 6,8 millones de venezolanos han abandonado el país en los últimos 11 años. El 84% de los emigrados y exiliados se ha dispersado por América Latina y el Caribe. El 36% del flujo migratorio se ha concentrado en Colombia. La oposición a Nicolás Maduro no ha dejado de responsabilizar a su gobierno del 60% de pobres que ha generado aproximadamente la crisis en una década. "No solo se puede hablar de ausencia de derecho, sino incluso de un Estado débil que va camino de convertirse en un Estado fallido, con elementos como la pérdida del monopolio legítimo del uso de la fuerza, incapacidad para asegurar a los habitantes la seguridad de la vida y la integridad personal", ha asegurado a Arturo Peraza Celis, vicerrector de la Universidad Católica Andrés Bello. El Palacio de Miraflores no solo rechaza esa calificación, sino que atribuye las calamidades a las políticas de hostigamiento de Estados Unidos.

Colombia

"¿Sigue siendo Colombia un Estado fallido?", se preguntó en mayo pasado el diario bogotano El Espectador. Por entonces, el derechista Iván Duque enfrentaba una protesta social de envergadura. "Somos testigos, por ejemplo, de desplazamientos masivos internos y externos, generando graves emergencias humanitarias; la corrupción es generalizada en lo público y lo privado, y existe gran desigualdad económica". La izquierda llegó por primera vez al poder en agosto pasado. Gustavo Petro se ha propuesto lograr una muy ambiciosa "paz total". El Gobierno ha iniciado negociaciones con el ELN, la última guerrilla operativa en un país donde las FARC abandonaron las armas en 2016 después de más de medio siglo de lucha armada. La Comisión de la Verdad ha calculado en 450.000 los muertos solo en los últimos 30 años de conflicto. Petro quiere extender las negociaciones de paz a los grupos de narcos y paramilitares de ultraderecha que tienen una fuerte influencia territorial. Los grupos ilegales no dejan de desafiar a las autoridades, y esa es una de las razones por las cuales Colombia, con 78,4 puntos sigue siendo ubicada por The Fund for Pace como parte de los países con serios indicadores de advertencia.

Cuba

Según The Fund for Pace, Cuba se encuentra en el tercer grupo de países con problemas de fragilidad, con 60,1 puntos. A lo largo del año, y como consecuencia del agravamiento de los problemas económicos, el endurecimiento de la represión y la falta de horizontes, unos 250.000 cubanos abandonaron la isla. Una cifra sin precedentes. Para La Habana, las razones de sus males no tienen que ver con decisiones internas: toda la responsabilidad recae en Washington desde 1962. Granma, el órgano oficial del gobernante Partido Comunista, ha discutido desde sus páginas cómo se caracterizan en el exterior las circunstancias que atraviesa la mayor de las Antillas. A su criterio, el concepto de "Estado fallido", utilizado por Joe Biden para referirse a Cuba, no solo es "polémico" sino que tiene "turbios orígenes" y es utilizado para "justificar intervenciones". Citando a Noam ChomskyGranma sostiene que, en rigor, es Estados Unidos el que debería ser calificado de esa manera por su abuso de poder y falta de respeto por las normas internacionales.

Guatemala, Nicaragua y El Salvador

GuatemalaNicaragua El Salvador comparten un mismo escenario de penurias y ausencia de futuro. El último de los pequeños países centroamericanos ha agravado su crisis por el rumbo que, con mano dura,trata de imponer el presidente Nayib Bukele. Un 62% de sus habitantes padece distintos tipos de pobreza, desde la extrema a la relativa. En medio de estas carencias, Bukele impuso el bitcoin como moneda de curso legal, una medida que no hizo más que profundizar los problemas económicos y la dolarización de facto. Ni siquiera los millones de dólares que entran en concepto de remesas, que representan el 20% del PIB, han podido frenar la escasez de divisas. En ese contexto rige un régimen de excepción desde marzo. Bukele lo adoptó como parte de la lucha contra las pandillas que asolan las principales ciudades y provocan decenas de muertos diarios. Human Rights Watch ha denunciado serias violaciones a los derechos humanos por parte del Ejército y las fuerzas de seguridad. En los últimos ocho meses, la población carcelaria ha pasado de 39.000 a 95.000 detenidos, más de tres veces la capacidad de las cárceles.

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