Cambios geopolíticos

Diplomacia del desastre: cómo Asad usa el terremoto para rehabilitarse en la escena internacional

El presidente sirio está aprovechando la oportunidad brindada por el mortífero seísmo para volver a ser aceptado en la escena internacional y regional tras más de una década de guerra civil

El presidente sirio, Bachar al Asad, visita un hospital en Alepo, una de las provincias más golpeadas por los seísmos de Turquía en febrero de 2023.

El presidente sirio, Bachar al Asad, visita un hospital en Alepo, una de las provincias más golpeadas por los seísmos de Turquía en febrero de 2023.

Andrea López-Tomàs

Vidas enteras siguen enterradas bajo los escombros en el norte de Siria. Mientras, al otro lado de la frontera, en Turquía, las víctimas del devastador terremoto arriesgan su salud para entregarse al duelo y recoger las pertenencias que, como ellas, han sobrevivido. En el país vecino, en cambio, los sirios lamentan, de nuevo, el abandono. Entre el desconsuelo y la queja, observan a su líder desenvolverse entre sonrisas desde lo alto de su trono. Bachar al Asad está intentando convertir en su bendición la tragedia que ha matado a casi 40.000 personas en ambos países. Han vuelto las llamadas de mandatarios regionales, ha entrado la ayuda y las donaciones de Estados occidentales, han aterrizado aviones de países, hasta ahora, enemigos, e, incluso, Naciones Unidas se han reunido con él ofreciéndole al pueblo sirio herramientas para la supervivencia. Asad vive días ajetreados, pero, de alguna forma, son sus mejores días.

"El presidente sirio trató de promocionarse como la persona que permitió que la ayuda ingresara a Siria e inmediatamente buscó beneficiarse del terremoto al iniciar su campaña por el levantamiento de las sanciones”, explica Mohammed Al Abdallah, el director ejecutivo del Centro para la Justicia y el Rendimiento de Cuentas para Siria (CJRCS).

"El fracaso de la ONU para entregar ayuda transfronteriza no solo derivó en miles de muertes, sino que también impulsó la imagen política de Asad", dice este exprisionero político desde su refugio en Washington. Mientras el mundo observaba compungido la magnitud de la tragedia ocurrida el 6 de febrero, Asad se sorprendía con llamadas y ofertas después de más de una década de aislamiento internacional y regional. 

Los líderes árabes, como el presidente egipcio Abdelfatá el Sisi o el rey de Bahréin Hamad bin Isa Al Jalifa, le llamaron en las 24 horas siguientes al terremoto. El jefe de ayuda de la ONU, Martin Griffiths, se reunió con el presidente sirio en Damasco, ofreciendo asistencia y negociando la apertura de nuevos accesos al país para hacerla llegar.

Los aeropuertos de Siria han trabajado en unos días más que en la última década con la llegada de ayuda de más de una docena de países. En las pistas de aterrizaje, se podían ver banderas rusas, chinas o iranís, aliados de Asad, pero, por primera vez en 12 años, un avión saudí aterrizó en territorio bajo control del régimen. Durante el conflicto, Arabia Saudí sólo había enviado ayuda y armas a los rebeldes que querían derrocar a Asad. 

Pero el dictador sirio no ha cambiado. "No es ningún secreto en Siria que la pandilla de Asad está robando mucha de la ayuda en especie que llegó al aeropuerto de Alepo y ahora la vende abiertamente en el mercado", denuncia Abdallah. "Esta es una prueba más de que cualquier programa destinado a la estabilidad y la reconstrucción a largo plazo no debería pasar por el Gobierno de Asad en su forma actual; de lo contrario, la mayor parte será saqueada”, añade durante la entrevista con este diario. Aún así, el líder sirio se encuentra en uno de sus mejores momentos de la última década a medida que su círculo de amistades aumenta. 

"Nuestros hermanos árabes"

Durante esta semana, ha realizado uno de sus primeros viajes como cabeza de Estado. El destino ha sido Omán donde el sultán que gobierna le ha recibido con honores. En el 2012, pero, Omán se unió a otros estados del Golfo cuando decidieron reducir o cerrar sus embajadas allí en respuesta a la represión del Gobierno contra las protestas antigubernamentales. En el 2020, en cambio, Omán se convirtió en el primer país del Golfo en reinstalar a su embajador. También en Siria, durante estos días, Asad ha recibido la visita del ministro de Relaciones Exteriores de Jordania, Ayman Safadi, por primera vez desde el inicio del conflicto. Su homólogo emiratí también ha vuelto a Siria

Consciente de la importancia de ser, de nuevo, aceptado en la escena regional, el presidente sirio agradeció en su primer discurso tras el terremoto a “nuestros hermanos árabes” que han contribuido en “el fortalecimiento de nuestra capacidades”. “No hay duda de que Asad se beneficiará del compromiso de algunos países que intentan enviar ayuda a los sirios, pero esa ganancia política será limitada”, señala Abdallah. Aunque ha empezado por el vecindario, Asad tardará mucho tiempo en deshacerse de la categoría de paria en la arena internacional. “El compromiso diplomático se limita a unos pocos gobiernos en el Golfo que ya se habían comprometido públicamente con Asad antes del terremoto”, añade el director de CJRCS.

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