Comicios en el país nórdico

Finlandia, entre las urnas y el ingreso en la OTAN

La primera ministra, Sanna Marin, busca la reelección en las elecciones legislativas del domingo, pero los conservadores y la ultraderecha podrían hacerse con el gobierno en plena tensión con Rusia

La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin.

La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin. / Georg Hochmuth

Marina Ferrer

Finlandia superó este jueves el obstáculo final que le quedaba para ingresar en la OTAN —la ratificación por parte del Parlamento de Turquía, el último entre los 30 miembros de la Alianza que faltaba por dar ese paso—. La pregunta ahora es bajo qué gobierno se consumará esa adhesión. El domingo se celebran en el país nórdico elecciones legislativas y tres son los partidos que se disputan el primer puesto: los socialdemócratas de la primera ministra Sanna Marin, la oposición conservadora que lidera Pettero Orpo y la ultraderecha de los Verdaderos Finlandeses.

Los sondeos sitúan a estas tres formaciones en torno al 20% de los votos, con una ligera ventaja para Kokoomus, el partido de Orpo. En los anteriores comicios, en 2019, ningún partido superó ese umbral, por primera vez en la historia del país. Socialdemócratas y ultraderecha quedaron entonces en práctico empate, que finalmente se resolvió por la mínima ventaja en el recuento a favor del partido que ahora lidera Marin.

La fragmentación de entonces persiste. Pero muchas cosas han cambiado en ese país de apenas 5,5 millones de habitantes, con 1.340 kilómetros de frontera con Rusia, la más larga entre los socios de la Unión Europea (UE). Marin no fue la protagonista de esta estrecha victoria socialdemócrata de cuatro años atrás, sino que el elegido fue su correligionario y entonces líder del partido Antti Rinne. La actual jefa del Gobierno llegó al cargo seis meses después de esa escueta victoria, a raíz de la dimisión de Rinne, acuciado por uno de sus cuatro socios de coalición, los centristas.

Entrada en la OTAN

Se convirtió así en la líder más joven del planeta al frente de un gobierno democrático –tenía entonces 34 años–. Mostró fortaleza al afrontar con pulso firme una primera gran crisis global, la del covid. Pero la prueba de fuego le sobrevino con el inicio de la invasión de Ucrania, en febrero de 2022. La opinión pública y el estamento político vieron de pronto un peligro en la línea de neutralidad militar que durante décadas defendió Finlandia, un país ansioso hasta entonces por mantener una armoniosa vecindad con Rusia. A Marin le correspondió ponerse al frente de ese giro. Lo hizo hermanada con Suecia, por entonces liderada por otra mujer joven y socialdemócrata, la jefa del Gobierno del país vecino, Magdalena Andersson.

Suecia y Finlandia pidieron juntas el ingreso en la OTAN. Mientras Bruselas, AlemaniaPolonia, el conjunto de los países bálticos les daban la bienvenida, lo mismo que Estados UnidosFrancia España, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, presentó sus objeciones, especialmente draconianas hacia Estocolmo, país que, según Ankara, da asilo al terrorismo kurdo y organizaciones afines.

Nada fue tan fácil como parecía. No sólo por el bloqueo turco, sino porque además el Gobierno sueco con el que se había hermanado Marin cambió de signo. Las elecciones de septiembre de 2022 apearon a Andersson del poder –pese a que logró defender para los socialdemócratas el primer puesto–. En su lugar entró la coalición de centro-derecha liderada por el conservador Ulf Kristersson, que depende del apoyo externo de la extrema derecha sueca.

¿Giro a la (ultra)derecha?

Ésa podría ser también la constelación del siguiente Gobierno finlandés, si Marin no logra el primer puesto el domingo o si, aun defendiéndolo, no consigue organizar una nueva alianza. El conservador Orpo no descarta a ningún socio potencial entre las principales formaciones políticas del fragmentado panorama finlandés, incluida la ultraderecha ahora liderada por Riika Purra. La socialdemocracia de Marin sí rechaza toda colaboración con el aglutinante del voto xenófobo y euroescéptico.

Marin es sin duda el rostro más carismático de la política finlandesa. No solo representa el rejuvenecimiento de la socialdemocracia nórdica, sino que además ha sabido responder con aplomo tanto a las crisis reales que afronta Finlandia como al acoso virtual al que se vio sometida al viralizarse un clip en que aparecía bailando con unas amigas, en una fiesta privada. Se convirtió en comidilla global de las redes sociales, mientras ella defendía el derecho a la diversión privada.

Pero el gran logro que ha supuesto para Finlandia completar la ratificación de todos los miembros de la OTAN –mientras Suecia sigue esperando– no es únicamente debido a su buena gestión. El interlocutor principal de Erdogan en la recta final ha sido el presidente del país, el liberal Sauli Niinistö. Es difícil aventurar cómo habría sido la negociación entre el líder turco y Marin. El caso es que, en la recta final hasta la cita con las urnas, el ansiado ingreso de Finlandia en la OTAN depende ya solo de completar las consiguientes formalidades, mientras que Marin no tiene asegurada la continuidad como jefa de Gobierno del nuevo socio, destinado a reforzar el flanco norte de la Alianza Atlántica.