Coalición discrepante

Alemania esquiva la recesión entre pugnas dentro de su gobierno tripartito

Los malos augurios sobre la economía se alejan pero empeoran las relaciones entre los miembros del Ejecutivo que encabeza Scholtz

Olaf Scholz.

Olaf Scholz. / DPA

Marina Ferrer

El temor a una recesión en la primera economía de la zona euro, Alemania, empieza a disiparse. Los principales institutos económicos del país han confirmado en sus nuevos pronósticos que para 2023 esperan un crecimiento del 0,3%, lo que corrige las estimaciones de hace unos meses, en que esperaban una contracción del 0,4%.

La inflación seguirá a niveles altos, un 6,9% para el conjunto del año. Pero teniendo en cuenta que en octubre se alcanzó el 10,4% hay que considerar que se está en la línea correcta. Para una caída a niveles más notables -el 2,4 %- habrá que esperar a 2024.

El mercado laboral sigue mostrando solidez, con una tasa de desempleo del 5,7 %, según las cifras de marzo. La ocupación está en niveles récord, con 45,6 millones de personas laboralmente activas, en un país de 82 millones de habitantes.

Parecen superadas las negras expectativas del pasado otoño, cuando desde el gobierno no se descartaba al menos una recesión leve y por un periodo corto, como había advertido el ministro de Economía y Protección del Clima, el verde Robert Habeck.

El reto del gas

Los alemanes no se quedaron sin gas en invierno, otro de los panoramas agoreros que se perfilaron cuando Moscú cortó los suministros del gasoducto Nord-Stream, en medio de las sanciones occidentales por la agresión a Ucrania, o cuando quedó inutilizado por un sabotaje de autoría no esclarecida.

Habeck encontró alternativas, aunque más caras, en Países Bajos, Noruega o Bélgica, entre otros, y Alemania empezó a dotarse de sus primeras terminales flotantes de GNL. No fue fácil para el ministro verde, que llegó al gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz con el compromiso de impulsar las renovables, asignatura relegada en los 16 años en el poder de la conservadora Angela Merkel.

Era prioritario garantizar que los alemanes no se quedarían sin gas y que los depósitos seguirían llenándose mientras se cortaba la sumisión energética del gas, carbón y petróleo rusos. Pese a haber tenido que reactivar plantas de carbón en reserva, se completará en pocos días el apagón nuclear, una señal de identidad de los ecologistas alemanes.

No habrá sido el 31 de diciembre, la fecha marcada por el tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales de Scholz. Habeck tuvo que encajar otra prórroga en ese calendario, por presiones de los liberales. Pero el 15 de abril quedarán desconectadas las tres últimas plantas del país. Se habrá materializado el “'Atomkraft? Nein, danke'” -”¿Energía atómica? No, gracias”- lema fundacional del movimiento antinuclear, del que los Verdes se convirtieron en brazo político.

Crispación

Habeck debería estar satisfecho. Pero cada una de sus declaraciones en los medios es exponente de la crispación en la coalición. Plantea sin reparos de la necesidad de invertir en renovables para avanzar hacia la neutralidad climática. Casi en paralelo surgirá otra intervención del ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, predicando la contención presupuestaria.

Las intervenciones de Habeck, sea en forma de declaraciones a cámara en televisión, actos del partido o ruedas de prensa, son casi diarias. Lindner es menos mediático y sin la tendencia al “sincericidio” -sinceridad suicida- del titular de Economía. El de Habeck, con rango de vicecanciller, es el rostro más omnispresente de la política alemana. Hasta hace unos meses, era el político mejor valorado del país. Ahora cayó en los sondeos, porque se le identifica como el ministro que quiere obligar a millones de hogares a cambiar su vieja caldera de gas o petróleo por sistemas que usen energía limpia.

Lo que empezó como un propósito loable -sustituir la energía fósil por las renovables- se ha convertido en tema prioritario a raíz de un proyecto de ley, aún por limar, de Habeck. Consiste en prohibir a partir de 2024 la instalación de nuevas calderas de gas y avanzar hacia su sustitución por sistemas de calefacción limpios.

La primavera va asomando aún tímidamente en Alemania. Sigue habiendo mínimas nocturnas bajo cero en algunas partes del país. Pero no deja de ser chocante que, justamente cuando se percibe la llegada del buen tiempo, el tema dominante sea la calefacción.

Medios de referencia, como los semanarios 'Der Spiegel' o 'Die Zeit', así como las televisiones públicas Ard y ZDF dedican páginas y páginas a explicar cada posible sistema de calefacción limpia, para casas unifamiliares o pisos, con sus ventajas, escala de precios o dificultades técnicas. También se dedican amplios espacios a los problemas que encontrará quien trate de renovar su vieja caldera por otra más moderna, pero también a gas: los instaladores están desbordados. De pronto son muchos los que buscan el recambio rápido -y barato- antes de caer en la prohibición. Habeck, por su parte, se ve confrontado con estas preocupaciones cada vez que se le invita a hablar a cámara , a la espera de que suelte el siguiente 'sincericidio'.

Suscríbete para seguir leyendo