Estados Unidos

La situación en la frontera con México, una bomba política para Biden

Un minuto antes de que empiece la jornada su Administración habrá puesto fin a la emergencia sanitaria por Covid y, con ello, al uso del polémico Título 42

Hasta 4.500 nuevas camas en ciudad fronteriza de El Paso (EEUU) para recibir refugiados

Hasta 4.500 nuevas camas en ciudad fronteriza de El Paso (EEUU) para recibir refugiados / EFE

Idoya Noain

Quedan todavía 18 meses para las elecciones presidenciales de Estados Unidos pero en las opciones de Joe Biden de renovar mandato entonces, este viernes quedará como un momento determinante. La siempre elevada presión política por la inmigración entra en un punto álgido. Y una situación más complicada y potencialmente caótica que la de los últimos años en la frontera amenaza no solo con una crisis humanitaria, sino con convertirse en una bomba política que puede estallarle a Biden.

Un minuto antes de que empiece la jornada su Administración habrá puesto fin a la emergencia sanitaria por Covid y, con ello, al uso del polémico Título 42. Esa es una norma que empezó a aplicar Donald Trump y mantuvo Biden por la que con la excusa de la pandemia se ha estado expulsando de forma expedita a migrantes interceptados en la frontera. Aunque el gobierno de Biden ha preparado medidas para la transición, ha endurecido su mensaje y los elementos legales de castigo a los cruces ilegales y, no sin polémica, ha restringido el acceso al asilo, se viven momentos de tensión e incertidumbre ante la posibilidad de un aumento disparado de llegada de seres humanos desesperados o decididos a entrar desde México en el norte. 

De hecho, esas llegadas llevan ya días produciéndose, batiendo cada día la marca del anterior. Se teme que la marea sobrepase las capacidades de las autoridades y del país, especialmente en las comunidades fronterizas pero también en grandes urbes a las que están llegando muchos de los migrantes. Y pocas cosas podían ser peor políticamente para Biden que el caos que él mismo ha anticipado posible “por un tiempo”, o la propagaciones de imágenes y noticias que lo reflejen. 

Según confirman los sondeos, ya solo uno de cada cuatro estadounidenses aprueba su gestión de la inmigración. Y enfrenta no solo la critica, la denuncia y la oposición feroz e interesada de los republicanos, sino también un dilema personal y un duelo político que tira desde dos extremos opuestos de la cuerda demócrata en materia de inmigración.

Evolución

En la campaña de 2020 Biden, un hombre católico, de raíces irlandesas y que había triunfado aupado por una coalición de votantes que incluía a jóvenes progresistas, prometió aplicar una política migratoria que rompiera con elementos crueles de la de su predecesor, Donald Trump, que en 2016 había ganado por su parte prometiendo mano de hierro. El primer día en la Casa Blanca puso sobre la mesa una propuesta para reformar las leyes migratorias y crear una vía legal para los 11 millones de personas indocumentadas en EEUU. 

Era el Biden que prometía hacer responsable a la agencia federal ICE por el tratamiento inhumano en cárceles y centros de detención, acabar con la separación de familias y con restricciones en la frontera, detener la construcción del muro que relanzó Trump y hacer permanente el programa de regularización de los llamados Dreamers. Era también el Biden que hablaba de restaurar el prestigio “moral” de EEUU y su “papel histórico como refugio seguro para refugiados y quienes buscan asilo”.

Los números crecientes de migrantes que llevaban por la frontera sur, las divisiones internas en su equipo, los tribunales y la parálisis del Congreso, además de cálculos políticos, le llevaron a ir alejándose de las promesas. Y ahora ha dado a su política el giro en que muchos ven ecos trumpistas con el que trata de contener no solo la llegada masiva de migrantes, sino las reclamaciones tanto de las bases como de los políticos demócratas más moderados y conservadores, especialmente de zonas fronterizas que serán clave en 2024 como Arizona. 

Contentar a todos es misión imposible. Y la inmigración es, como le decía a ‘The Washington Post’ el exdirector de la CIA y ahora asesor del Departamento de Seguridad Nacional Leon Panetta, “es uno de esos temas explosivos donde hagas lo que hagas te van a culpar”.

Republicanos

Culpar es, sin duda, lo que están haciendo los republicanos, incluso cuando con sus medidas Biden ha endurecido algunos de los requisitos para entrar en EEUU o los castigos por hacerlo de forma ilegal. Y estos días vuelven los mensajes que le acusan de aplicar una política de “fronteras abiertas” pero también los que lanzan un mensaje xenófobo, como hizo el miércoles Trump en CNN.

Los conservadores han logrado también hacer coincidir con este momento clave la votación en la Cámara Baja de la propuesta de ley “Asegura la frontera”, una iniciativa en la que plantean reiniciar la construcción muro, colocar más agentes de fronteras y mejor pagados y reformar el sistema de asilo para acabar con el actual modelo, en el que un migrante que pide asilo queda años en el país mientras el atascado sistema judicial procesa su petición. 

No tenían siquiera consenso interno por diferencias entre el ala ultrarradical y la conservadora. Pero en los últimos días, y conscientes de que la ley no tiene prácticamente opciones en el Senado, se han unido. Porque era importante para ellos lanzar el simbólico gesto en este día explosivo para Biden.

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