EEUU

Las claves y el gran reto del acuerdo del techo de la deuda en EEUU

El gran reto ahora es conseguir que el texto aprobado reciba aprobación en el Congreso antes del 5 de junio

El presidente de EEUU, Joe Biden, con el líder republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy.

El presidente de EEUU, Joe Biden, con el líder republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy. / EP

Idoya Noain

Con el tiempo apremiando para evitar caer por el precipicio del impago que habría hundido a la economía de Estados Unidos en una recesión y arrastrado a los mercados financieros globales, y tras intensas semanas de negociaciones, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, anunciaron este fin de semana un acuerdo para suspender el techo de la deuda y evitar lo que, en palabras de Biden, habría sido "un impago catastrófico".

Los detalles del pacto se hicieron públicos el domingo, cuando se presentó la legislación. Y el gran reto ahora es conseguir que ese texto de 99 páginas reciba aprobación en el Congreso antes del 5 de junio, el día marcado por la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, como la "fecha X" en que EEUU podría verse sin fondos para hacer frente a sus pagos, que ya se están realizando con herramientas extraordinarias desde que se rebasó en enero el techo de la deuda, actualmente fijado en 34,4 billones de dólares.

Con la división en las cámaras, el peso determinante que para llegar a su cargo McCarthy se vio obligado a dar al ala ultra de su partido, que se opone al acuerdo, y la oposición también de una parte de los demócratas que consideran que el presidente ha hecho algunas concesiones inaceptables, una intensa batalla política, de resultado incierto, está servida.

Qué contiene el pacto

El acuerdo gestado entre Biden y McCarthy no eleva pero suspende el techo de la deuda hasta enero de 2025, lo que en la práctica equivale a una subida pues asegura que EEUU puede hacer frente a sus pagos hasta esa fecha. A cambio, establece para los dos próximos años recortes y límites de gasto en numerosos programas nacionales, aunque no toca ni la Seguridad Social ni Medicare, el programa de asistencia sanitaria pública a mayores.

Concretamente, el acuerdo obliga a mantener en el próximo año fiscal el llamado gasto discrecional (con el que se financian agencias y programas federales) y a subirlo en 2025 solo un 1%, lo que equivale a un recorte pues no recogerá siquiera el aumento de la inflación. Según un cálculo de 'The New York Times', eso equivale a una reducción del gasto de 55.000 millones en 204 y de 81.000 millones en 2025.

En gasto militar, en cambio, se aprueba para 2024 una subida del 3,3% (como había solicitado Biden) hasta los 886.000 millones, y hasta los 895.000 millones en 2025.

El acuerdo también quita en los dos próximos años a la Hacienda estadounidense 20.000 millones de dólares de los 80.000 millones que le había destinado la Ley de Reducción de la Inflación firmada por Biden el verano pasado y los redirige a otros programas.

Se imponen, además, nuevos requisitos de trabajo para optar a algunos programas de asistencia pública como las ayudas de alimentos. Concretamente, y de forma gradual, se irá elevando desde los 49 años actuales hasta los 54 la edad en las que una persona sin hijos debe trabajar para optar a esas ayudas. Exentos están los veteranos y algunos grupos vulnerables como las personas sin hogar.

Otro de los elementos pactados es acelerar los procesos para la aprobación de determinados proyectos energéticos y se recortan los tiempos permitidos para hacer valoraciones de impacto ambiental. Hay además un acuerdo concreto que acelerará la aprobación de un gasoducto en Virginia Occidental, un proyecto que contaba con fuerte oposición de grupos ambientalistas.

Qué ha logrado y qué no Biden

Aunque Biden inicialmente y durante tiempo insistió que no iba a negociar con los republicanos el techo de la deuda y solo ofrecía dialogar por separado sobre presupuestos y las reclamaciones conservadoras de profundos recortes de gasto, se ha visto forzado a hacerlo. "¿Pueden pensar en la alternativa",” planteaba retórico el domingo en una breve comparecencia ante los medios, en la que también afirmó que "el acuerdo representa un compromiso que significa que nadie logra todo lo que quiere, pero esa es la responsabilidad de gobernar".

Una de las grandes victorias del acuerdo para el demócrata, si consigue luz verde en las cámaras, es asegurar que no habrá una crisis similar hasta después de las elecciones presidenciales de 2024. Y ha conseguido también que los requisitos laborales para obtener ayudas públicos no afecten a programas como Medicaid (la asistencia sanitaria pública a los más pobres) o que sean más limitados de lo que querían los republicanos en el caso de ayudas a familias necesitadas.

Biden ha tenido que olvidarse de sus propuestas para subir los impuestos a las rentas más altas y las corporaciones o de ideas como la de lograr más descuentos para la insulina que habrían reducido el gasto de los programas públicos de sanidad. También ha visto recortado su apoyo económico a Hacienda para perseguir fraude y evasión fiscal. Y deberá congelar por dos años su plan de condonación de deuda estudiantil.

Qué ha logrado y qué no McCarthy

Un gran logro de McCarthy ha sido obligar a Biden a deshacer sus promesas y sentarse a negociar. El republicano más poderoso del país puede presentar además como un triunfo haber logrado un pacto que contiene el gasto federal y eleva los requerimientos de trabajo para optar a algunas ayudas, "un importante primer paso" en palabras de republicanos como Newt Gingrich. La aceleración de proyectos energéticos de combustibles fósiles es otra de sus victorias.

McCarthy, no obstante, ha accedido a eliminar otra situación similar antes de las elecciones presidenciales de 2024. Y ha quedado muy lejos de las ambiciosas metas conservadoras, que se habían reflejado en una ley presupuestaria que los republicanos pasaron en la Cámara Baja y que planteaba recortes y limitaciones de gasto mucho más profundos y más duraderos.

Qué debe y qué puede pasar

Para que el acuerdo vea la luz necesita ser ratificado por el Congreso y tanto la división de poder en las cámaras como la polarización y las fracturas internas en los dos partidos no garantizan esa aprobación.

El mayor reto se encuentra en la Cámara Baja que preside McCarthy. Para llegar a su cargo el 'speaker' tuvo que hacer concesiones al ala ultraconservadora del Partido Republicano y eso hizo que esos radicales tengan ahora un peso determinante.

Aunque la votación en la Cámara Baja se espera el miércoles a partir de las 19.30 horas de Washington (72 horas después de que se haya presentado oficialmente la legislación), antes debe de pasar el martes por el Comité de Reglas, donde hay nueve republicanos y cuatro demócratas. Con tres de los asientos conservadores ocupados por legisladores del ala ultra, estos podrían posponer el proceso legislativo.

Cuando llegue a debate y votación ante toda la Cámara, numerosos representantes republicanos han anunciado que se opondrán al acuerdo, lo que obligará a que voten a favor suficientes demócratas para que consiga luz verde. El ala más progresista del partido de Biden se opone a un pacto en el que creen que se han hecho demasiadas concesiones.

Cualquier retraso, y la necesaria ratificación después en el Senado, elevan la presión, porque la cuestión debe estar solventada para el 5 de junio.

"Si es un buen o un mal acuerdo es irrelevante. Es el único. La alternativa es el caos", ha escrito el economista progresista y antiguo secretario de Empleo Robert Reich. "Lo que pase a partir de ahora depende de cuántos miembros de la Cámara Baja prefieran gobernar al caos".

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