Un operativo contra la mafia de Sicilia desvela el malestar de los viejos capos con los más jóvenes: "El nivel hoy es bajo; detienen a uno y se arrepiente"

El más elocuente fue Giancarlo Romano, un viejo capo siciliano del barrio de Brancaccio, en Palermo. Sin saber que la policía estaba interceptando su teléfono y escuchaba sus conversaciones, afirmó a bocajarro estar harto de las nuevas generaciones de mafiosos. Hoy día, dijo, "el nivel es bajo, detienen a uno y se arrepiente [se convierte en confidente de la policía], luego detienen a otro… [es un] nivel miserable; ¿pero, de qué estamos hablando?". 

Las escuchas de Romano han salido a la luz este martes y han suscitado un especial interés en la prensa italiana especializada en crimen organizado. Raro hubiera sido que no lo hubieran hecho. Con sus palabras, Romano ha puesto de manifiesto la nostalgia de los capos históricos de la mafia de Sicilia por el pasado, cuando la Cosa Nostra prevalecía en el ecosistema criminal italiano, por encima de la Ndrangheta calabresa. Una circunstancia que Romano achacó a las nuevas levas; los responsables, según él, de que el grupo no haya recuperado su "prestigio". 

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El mafioso lo explicaba en su conversación. "Si miras El Padrino, por ejemplo... no era un jefe absoluto, pero era muy influyente por el poder que había construido a nivel político en altos círculos", dice en la escucha. Ahora, "¿qué podemos hacer nosotros?", se pregunta. "Las personas de antes, aquellos que lamentablemente acabaron en la cárcel toda su vida, ¿hablaban de bolsas de hachís? Si lo hacían es porque iba a llegar un barco lleno de hachís", afirma. 

Lista creciente de arrepentidos

Todo esto se entiende a la primera si se mira la cronología de las últimas investigaciones de las fiscalías y las policías especializadas en la lucha contra el crimen organizado en Italia. Después la muerte en 2017 de Toto Riina, considerado uno de los últimos grandes capos sicilianos la, Cosa Nostra intentó repetidamente reorganizarse, pero diversos operativos policiales frustraron una y otra vez esos planes. Y en 2023 incluso cayó Matteo Messina Denaro, fugitivo desde 1993. 

Con ello, en los años, la lista de arrepentidos de la mafia siciliana también ha ido creciendo. Uno de los últimos casos más sonados ha sido el de Francesco Colletti, quien en 2017 decidió colaborar con la policía. Otro fue el de Giuseppe Graviano Jr., ligado precisamente a las familias de Brancaccio y quien en 2020 afirmó haberse encontrado, cuando ya lo buscaba la justicia italiana, incluso con el (hoy fallecido) primer ministro Silvio Berlusconi.

El último operativo policial, que es el que ha revelado el malestar de la vieja guardia, se ha conocido precisamente este martes. Con esta operación en la que participaron 1.200 policías, un total de casi 200 personas —vinculadas a la Cosa Nostra, de los cuales 33 ya en prisión— fueron sujetas a órdenes cautelares y de detención, desarticulando por enésima vez un intento de reconstrucción de una cúpula del grupo mafioso. Los detenidos fueron acusados de asociación criminal de tipo mafioso, intento de homicidio, extorsión agravada con métodos mafiosos, tráfico de drogas, uso y posesión de armas y juego ilegal.

Entre lo moderno y lo antiguo

Más aún, la investigación también ha permitido conocer más sobre cómo es la mafia hoy; eso es, una mezcla entre lo antiguo y lo moderno. Prueba de ello ha sido que los investigadores descubrieran el uso cada vez más sistemático de parte de los mafiosos de "teléfonos encriptados", usados también en cárceles y a través de los cuales los criminales llegaron incluso a crear "chat grupales", que servían para resolver de una manera pacífica sus negocios. Todo "sin los riesgos de los encuentros en persona", informaron los Carabinieros (policía militar) de Palermo. 

"Dicha tecnología le permitió a un afiliado al mandamiento (célula mafiosa) de Porta Nuova, que se encontraba fugitivo, no solo de huir [de la justicia] por un largo período de dos años", han explicado las autoridades. "También [de esta manera], en un momento en el que no había otros jefes con influencia, [él pudo] seguir siendo el líder del mandamiento sin la necesidad de reunirse en persona con los afiliados [de esta célula], continuaron las autoridades italianas, al subrayar asimismo las cada vez más cercanas relaciones entre afiliados de la Cosa Nostra y la Ndrangheta, posiblemente como parte de una estrategia de la organización siciliana para sobrevivir en el negocio criminal.  

Algo que, al parecer, el mafioso Romano había visto venir. "Si hablas ahora con los que están de verdad en el negocio, se te ríen en la cara". "Nosotros ahora estamos en lo más bajo. Chico, estamos en el suelo. [Aún] pensamos que estamos en el negocio, pero lo están otros. Lo que antes hacíamos nosotros, hoy lo hacen otros… y nosotros solo somos unos gitanos".