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Manu

«Maneras de vivir» (Premio Edebé de Literatura juvenil 2020). Autor: Luis Leante. Editorial:Edebé

Corrígeme si me equivoco, Manu: cuando empezó todo, tú tenías catorce años. Me refiero al accidente de tu madre y todo lo que ocurrió después. Ya sabes.

- Quince.

-De acuerdo. Y ahora tienes diecisiete, ¿no?

-Los cumplo la semana que viene.

-¿Estabas en 4º de ESO?

-Sí, estaba terminando el curso cuando mi madre murió. Fue a principios de junio.

- Vamos a empezar por ahí. Pero quiero que me confirmes algunas cosas. Tú naciste en Madrid y vivías con tu madre. Y hasta ese momento creías que tu padre estaba muerto.

- Es lo que mi madre me había dicho hasta los doce o trece años. Y luego supe que no, que estaba vivo, y cuando se lo comenté a ella se enfadó mucho y me contó una historia muy chunga: que mi padre estaba en la cárcel, que era un drogadicto y un alcohólico, y que había matado a un hombre. Me lo pintó como un monstruo. Y ya se me fueron las ganas de preguntarle más cosas.

-¿Y quién te había contado que tu padre estaba vivo?

- Me lo contó mi tío Esteban, el hermano de mi madre. Mi tío y ella no se llevaban muy bien. Tampoco es que estuvieran discutiendo todo el rato, pero digamos que eran muy diferentes y chocaban algunas veces. Un día le pregunté si él había conocido a mi padre y entonces me dijo que sí. Y me contó la verdad. Bueno, una parte. Me dijo que no había muerto, que eso me lo había dicho mi madre porque habían terminado muy mal. Al principio no me contó muchas cosas, pero luego le fui preguntando y me enteré un poco de los malos rollos que tuvieron. Yo no podía entender que mi madre me hubiera ocultado la verdad. Me daba mucha rabia.

-¿Cómo se llamaba tu madre?

-Clara.

-¿Y cuántos años tenía cuando murió?

-Treinta y siete.

Clara y su hijo se llevaban bien hasta cierto punto, en palabras del propio Manu. No se parecías ni físicamente ni en el carácter. A ella no le gustaba hablar de su pasado. Manu apenas sabía nada de los años de juventud de su madre. Sabía , eso sí, que había iniciado los estudios de Medicina y que poco después los abandonó. Quizás por eso estaba empeñada en que Manu fuera a la universidad y que no perdiera el tiempo. Esa era su obsesión.

El mismo día en que murió Clara habían discutido en el coche, en el trayecto hasta el instituto, porque Manu pretendía quedarse a dormir el sábado en casa de un amigo y Clara le dijo que no. Y tres horas después, cuando Manu estaba en clase de Matemáticas, entró el director en el aula y le pidió que le acompañara.

En cuanto salió al pasillo, Manu notó que aquello no tenía nada que ver con el incidente del cambio de clase del día anterior. Allí estaba su tío Esteban esperándolo con cara de preocupación, aunque de vez en cuando hacía esfuerzos por sonreír.

«¿Qué pasa?», preguntó Manu.

«Vámonos y te lo cuento por el camino».

«Por el camino? Pero ¿adónde vamos?».

«Al hospital».

Aquella palabra le sonó como una sacudida en la cabeza. Cuando Manu estaba en el coche, Esteban le explicó que su madre estaba ingresada y que había pedido a los médicos ver a su hijo.

- A veces pienso que tuvo una premonición, como si supiera que iba a morirse. A lo mejor quería despedirse de mí. No lo sé.

Lo siguiente que recordaba Manu era el tanatorio, los amigos del instituto muy serios, algunos profesores. Su tío Esteban y su mujer, Bárbara, no se separaban de él ni un instante. Manu perdió la noción del tiempo. No sabía si era de día o de noche. Todos le decían palabras cariñosas y él no conseguía responder. De vez en cuando se apartaba de la gente y oía el mensaje que su madre le había dejado en el móvil. Ese era su único consuelo.

El sábado de madrugada –eso sí lo recordaba Manu-, su tío le dijo que había alguien que quería hablar con él. Se dejó llevar mansamente la vestíbulo, sin hacer preguntas, y allí se le acercó un tipo que lo abrazó. No sabía quién era. No lo había visto jamás.

-Vestía una chupa muy vieja. Una pulsera de cuero. Me llamó la atención que llevara las gafas de sol dentro del tanatorio. Iba muy despeinado, como si acabara de levantarse de la cama. Y estaba con una mujer muy rara. Parecía que vinieran de una fiesta de carnaval. Eso fue lo que pensé. O de un manicomio.

«Hola, soy Jimi», saludó aquel tipo extravagante.

Manu lo miró de arriba abajo y no respondió. El tal Jimi parecía nervioso. Esteban observaba al chico como si esperase alguna reacción, alguna pregunta, pero Manu no se daba cuenta de nada.

«No sabes quién es?», le preguntó su tío en un tono amable en exceso.

«Soy tu padre, Manu».

Tomado de «Maneras de vivir» (Premio Edebé de Literatura juvenil 2020)

Autor: Luis Leante

Editorial:Edebé

Activitats

  1.  ¿Qué opinas sobre el hecho de hacerle creer a Manu, por parte de su madre, que su padre estaba muerto? ¿Y de pintárselo como un monstruo cuando se entera que está vivo? ¿Cómo ves la actitud de Manu cuando se entera?
  2. Cuando la madre de Manu fallece en accidente, su padre le pide que vaya a vivir con él, su mujer y la hija de esta. ¿Aceptará Manu? ¿Crees que la descripción que hace de ellos influirá en su decisión? Podéis entablar en clase un coloquio sobre estos temas.
  3. Escribe un cuento o un poema sobre un chico o una chica que desde pequeños han tenido que vivir en un de acogida.

Envíalo por correo postal a: Grupo Leo, apartado 4042 (03080 Alicante)

O por mail a: grupoleoalicante@gmail.com.

No olvides poner tu nombre y apellidos, curso y colegio.

Serán publicados en nuestro blog.

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