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Breve historia de los números

Desde el cero babilónico a los números imaginarios

Breve historia de los números

CONTAR SIN NÚMEROS. La temperatura del planeta aumentó hace aproximadamente diez mil años. La Edad de Hielo había terminado y las nieves eternas desocuparon el hemisferio Norte. Los hombres prehistóricos eran animales listos y sabían adaptarse a las situaciones novedosas. Así que aprendieron a domesticar la naturaleza que los rodeaba.

A los cazadores les acompañaban los perros, que provenían de los lobos salvajes. También reunieron rebaños de cabras y ovejas. A un muchacho le encargaron que cuidara un pequeño rebaño. Nadie le había enseñado a contar Su padre lo despertó al amanecer y le dijo:

- Lleva las cabras al monte, para que se alimenten. Regresarás al atardecer y las encerrarás dentro del vallado.

El pastor abandonó contento su casa. Todavía pudo escuchar la última advertencia de su padre, que le gritó desde lejos:

- ¡Mantente alerta! Si esta noche falta alguna, te daré una paliza.

El muchacho fue hasta la montaña y se tumbó a la sombra de un haya. Pasó el día durmiendo, silbando y tocando la flauta. Después recogió a los animales, que se habían dispersado por las colinas.

Las cabras entraron en el redil y su padre lo observó muy enfadado.

- Te dije que las trajeras todas de vuelta -le dijo.

- Eso he hecho, padre – contestó el muchacho.

- Faltan dos cabras -añadió su padre; y le pegó con una vara de avellano.

El pastorcillo no durmió demasiado bien. «¡Cómo pudo saberlo?», se preguntaba asombrado. Él no había advertido nada.

A la mañana siguiente, según salían los animales del redil, fue cogiendo una piedra del suelo. Una piedra por cada cabra. Esta vez prestó más atención al rebaño. Cuando volvió a la noche, fue sacando las piedras hasta que tanto las piedras como los animales se terminaron.

- Buen trabajo -le dijo su padre.

Breve historia de los números

El pastorcillo estaba satisfecho. Pero las piedras pesaban demasiado e inventó un nuevo método. Cogió un palo y realizó una muesca por cada piedra-animal.

Al regresar al redil, pasaba el dedo por las muescas mientras entraban las cabras. Si nacían crías durante la próxima estación añadiría nuevas muescas en su bastón.

Los hombres de la Prehistoria, en realidad, no necesitaban contar. Les bastaba con emparejar los elementos de un conjunto con otro. Podían amontonar frutos secos dentro de una cesta, señalar huesos con muescas, insertar conchas en un collar o hacer nudos sobre una cuerda. Es más, podían hacer lo mismo sin nada de esto. Tenían su propio cuerpo, lleno de cosas diferentes y contables: ojos, orejas y nariz. Y sobre todo, dedos en las manos y los pies.

1. ¿Cómo crees que el padre se dio cuenta de que faltaban cabras? Si nacían cabras añadía una muesca al palo, pero si morían, ¿qué podría hacer el pobre pastorcito?

2. Júntate con tus amigos y construir un ábaco utilizando distintos elementos de casa: bolitas de porespan, plastilina, palillos,... Jugar a realizar sumas y restas y demuestra que eres el más rápido. Utiliza las siluetas de los animales para realizar un teatro de sombras.

3. Escribe un cuento o poema y envíalo por Correo postal acompañado de un dibujo a GRUPO LEO apartado 4042 (03080 ALICANTE) . No olvides poner tu nombre, apellidos, curso y colegio. Podrán ser publicados en nuestro blog.

Breve historia de los números

EL ÁBACO ROMANO. El poder de los faraones egipcios era extraordinario y muchos pensaron que su reino sería eterno. Estaban equivocados, pues surgiría otro imperio fabuloso que los sometería sin compasión.

En el siglo VIII antes de Cristo, Roma era apenas una aldea de pastores y campesinos situada en el interior de la península italiana. Los romanos no eran mu cultos, pero deseaban mejorar y estudiaron los conocimientos de sus vecinos.

Organizaron un ejército invencible y se extendieron por las costas del mar Mediterráneo. Los romanos, inquietos y emprendedores, siempre estaban dispuestos a aprender ideas útiles y novedosas.

Sus administradores fomentaron la agricultura y el comercio en los vastos dominios del imperio. Además construyeron grandes edificios, muchos de los cuales se conservan todavía. ¿Y cómo lo hicieron? Los antiguos romanos empleaban letras de su alfabeto para representar los números, al igual que los griegos o los hebreos.

Era otro sistema de numeración aditivo, basado en la suma. No se permitían ciertas repeticiones, y se restaban aquellos signos numéricos que estuvieran a la izquierda de un valor superior.

Las caprichosas reglas del sistema de numeración romano lo convertían en una herramienta difícil de usar. Valía para anotar cantidades; no obstante, resultaba imposible calcular con aquellos palotes repetidos y entrelazados. Era un sistema muy antiguo y las letras numéricas habían sido antes un conjunto de rayas, flechas y cruces. Esta simbología se remontaba a la viejísima práctica de las muescas.

¿Cómo consiguieron prosperar entonces?

En realidad los comerciantes y los recaudadores de impuestos tenían mucho trabajo. Para llevarlo a cabo, emplearon un instrumento de cálculo muy eficaz: el ábaco.

Los orígenes del ábaco son inciertos. Algunos dicen que surgió en China o en el desierto del Sáhara. Tal vez apareció a partir de la costumbre de utilizar piedras y líneas de arena dibujadas sobre el suelo para contar.

Los babilonios ya emplearon tableros de cálculo, y los griegos y los romanos fabricaron ábacos de madera, piedra o metal. Eran tableros donde se situaban fichas con valor numérico. Servían para realizar las operaciones matemáticas.

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