Aquella tarde, cuando ya estaban a punto de salir de clase de coro, los cuatro amigos (Diego, Laia, Marina y Leo) escucharon una extraña melodía que venía de un piano. No le dieron importancia y se fueron a sus casas. Al día siguiente la volvieron a escuchar. Entonces decidieron investigar. Faltaban dos días para la audición y nada podía fallar. De repente... ¡Pum! Las puertas se cerraron y escucharon por megafonía: «-Chicos estáis atrapados. Tenéis que buscar tres tarjetas que son las tres llaves para abrir las puertas».

-MI SOL FA MI RE DO MI SOL FA…

Cada vez sonaba más fuerte. Leo dijo: «¡Ya sé!, tenemos que seguir la canción». La melodía sonó y ellos la terminaron con el piano. Un cajón que estaba cerrado con llave, misteriosamente se abrió. Dentro estaba la tarjeta que abría la primera puerta. Escucharon la voz de la profe de piano felicitándoles. En la siguiente clase había una carta encriptada con notas y figuras. Lucía comentó que la profe de solfeo había hablado de ese tipo de escritura. Diego dio con la solución: Encima de ella están las notas = Pizarra de pentagramas.

La señorita Rosa por megafonía también les felicitó.

Llegó el momento de la última clase. Había tres pentagramas con muchísimas notas. Marina pensó en voz alta: «-Esta debe ser la prueba de Patricia (la profe de coro) porque ya hemos superado la de Luisa (la profe de piano) y la de Rosa (profe de solfeo)».

Laia, la más lista, tuvo una idea: «-Tenemos que trabajar en equipo, en eso consiste esta prueba».

Diego la interrumpió: «-Tú nos diriges y nosotros cantamos».

Y sonó tan hermoso que la última puerta se abrió. Se escucharon aplausos. La directora les dio la enhorabuena y les dijo: «-Podéis estar tranquilos, tendréis un futuro brillante».

Y es que… el conservatorio es así, un lugar mágico donde puede pasar de todo, MISTERIOS Y MELODÍAS.