Las dos arqueólogas que la pasada semana excavaban la tumba número 35 de la Pobla medieval d'Ifac ya especulaban con que quizás el esqueleto que desenterraban con mimo fuera el de una mujer, el de la segunda hallada hasta ahora en esta necrópolis del siglo XIV. Pues sí. Y no ha habido que esperar al análisis antropológico. El esqueleto pertenece a una mujer que murió embarazada. Entre sus piernas, se ha encontrado un feto. La madre falleció cuando estaba de siete u ocho meses. Ya enterrada, expulsó el feto.

El arqueólogo del MARQ de Alicante y director de la excavación de la Pobla d'Ifac de Calp, José Luis Menéndez, explicó ayer que del tamaño de los huesos del niño se infiere que todavía no había nacido. En otras excavaciones, se han encontrado tumbas de una madre y su hijo, fallecidos ambos durante el parto. Pero en este caso todo apunta a que la mujer murió en avanzado estado de gestación. «Los huesos largos del feto no dan la medida precisa que se tiene a los 9 meses, es decir, en el intervalo de cero al medio año de vida. El tamaño de los discos vertebrales y de los coxales es realmente pequeño», precisó Menéndez. «Ahora tenemos que estudiar las causas de la muerte, pero como hallazgo antropológico es muy interesante», avanzó.

El esqueleto de la mujer tenía, como todos los descubiertos en esta necrópolis, los brazos cruzados sobre el pecho. Pero a los arqueólogos les sorprendió que estaban más altos. Ahora se sabe que esa posición respondía a que la mujer, al recibir sepultara, tenía una prominente barriga de embarazada.

Pero éste no ha sido el único hallazgo extraordinario de los últimos días. En una estancia de la zona de la puerta de la Pobla d'Ifac, se ha encontrado debajo de una tinaja el esqueleto prácticamente completo de un niño de muy corta edad. Era un bebé. Lo excepcional es que no fuera enterrado en la necrópolis. El director de esta excavación, que mañana cierra su novena campaña, advierte de que es posible que el niño muriera sin bautizar y de ahí que no se le enterrara en suelo sagrado.