La Caseta de Grimalt es un milagro. «Dénia tiene asegurada una ventana a la cultura milenaria de escaldar la uva para la elaboración de la pasa. Pero, ¿hasta cuándo?». Quien lanza la pregunta es el arqueólogo y director del Museu Etnològic de Dénia, Josep A. Gisbert. Ha regresado este septiembre a la Caseta de Grimalt, una finca centenaria en cuya era están ahora dispuestos cuarenta cañizos sobre los que la uva de moscatel se seca al sol.

La faena agrícola de la pasa continúa aquí viva. «Es una realidad y casi un milagro. Es el epígono de una sabiduría, de una práctica agrícola, de un buen hacer y de una pureza que piden a gritos su cuidado, mimo, y jugárnosla por su pervivencia», recalca Gisbert, que deja claro que los dueños de esta finca, la familia Grimalt, se han ganado el apoyo de las instituciones. Hay que ser muy perseverantes para poner a funcionar cada año la caldera, escaldar el moscatel, extenderlo en los cañizos, ponerlo a secar y estar pendientes del cielo (septiembre es, en lo meteorológico, muy volátil).

Esta finca es, además, singularísima. Carece de riurau. En medio de los cañizos hay una estructura de madera, els pinatells, que, si el cielo se nubla y empieza a llover, permite salvar la incipiente pasa (la humedad la echaría a perder) al cubrirla con una vela. Que a la lona protectora se le llame con un nombre de reminiscencias marineras no es, para nada, un capricho. Esta antigua vela fue antes el aparejo de un llaüt.

El mundo de la pasa está conectado al mar. Las viñas del moscatel reciben el viento salino. La pasa, en su época dorada, viajaba en veleros (sobre todo pailebotes) y barcos de vapor a Gran Bretaña y América.

«No podemos consentir que esta faena agrícola quede relegada al atrezo, la recreación y la recuperación de la memoria dirigida al espectador», afirma Gisbert, que insiste en la trascendencia de preservar la tradición de la pasa allí donde sigue viva y palpitante.

«La recreación histórica debe ser un recurso complementario», precisa, y advierte de que se corre el peligro de que el simulacro entierre «una tradición agraria verdadera y milenaria».

La Caseta de Grimalt está en la partida de Cauells, en el linde de Dénia con Gata de Gorgos. No muy lejos, en el Bisserot y la Cova Ampla de Jesús Pobre, también hay familias que elaboran pasa, pero son producciones domésticas.

También en Jesús Pobre se alza el Gran Riurau del Senyoret, uno de los símbolo del gran momento de esplendor de la pasa.

Los vestigios de esa época, en la que el puerto y los almacenes de Dénia bullían de actividad, se pueden encontrar incluso en el castillo. Las viñas de moscatel conquistaron sus laderas y el baluarte. Donde antes estaban los cañones se plantaron cepas. Una fotografía de 1929 muestra el viñedo de la fortaleza con los nítidos surcos del arado. En el castillo, existe incluso un viejo y magnífico horno de escaldar la uva para convertirla en pasa. Ahora los viñedos plantados hace tres años han dado la primera cosecha de moscatel. Quien sabe si algún día se podrá encender de nuevo el horno y escaldar la uva que ya nace en el castillo.