Manuel Mir Cruañes, de 84 años, es un luchador nato. Primero derribó barreras inmobiliarias. En 2007, pasó cuatro meses apostado con una pancarta ante la inmobiliaria que le vendió un piso y luego no se lo quería entregar. Un juez le autorizó a tomar posesión de la vivienda, en la que vive desde hace unos 8 años. Al principio ni siquiera tenía luz. Es el único vecino de esta finca fantasma, que ahora pertenece a la Sareb. Manuel se enfrenta también a las barreras arquitectónicas.

La finca, que está en la calle Favara del centro urbano de Xàbia, no es accesible. La puerta de la calle tiene un escalón que hasta ahora este vecino sube sin problemas. Pero los años pasan y él es muy previsor. Exige una rampa. Qué menos. La ley obliga a eliminar las barreras arquitectónicas.

La rampa debe hacerla la Sareb. No parece, en principio, una obra muy complicada. Resolver el problema de la accesibilidad es esencial, además, para que esta finca fantasma empiece a salir del limbo.

Manuel compró su piso en 2003. Todavía no tiene la cédula de habitabilidad. Si el edificio cuenta con suministro eléctrico, es porque este propietario se cansó de vivir a oscuras y pagó toda la acometida. Y reclamó y reclamó hasta que el banco le abonó los 1.400 euros de llevar la luz a toda la finca.

Vivienda, luz, rampa... todo son derechos básicos. Y este anciano tiene que lucharlos hasta la extenuación. El piso sigue sin estar escriturado a su nombre pese a que hay una sentencia que lo ordena.

Manuel, eso sí, tiene fuerza y ánimo. En Xàbia, se le conoce ya como «el abuelo coraje». Es un apelativo que no le desagrada. Ya le pueden poner todas las barreras del mundo (inmobiliarias, administrativas, arquitectónicas) que él las combate sin miedo.

Además, durante dos noches seguidas, alguien ha irrumpido en la finca y ha cortado la luz de las zonas comunes. Mir denuncia que están entrando en su edificio «con nocturnidad y alevosía». Apagan el automático de la escalera, el ascensor y la antena y actúan «como si aquí no viviera nadie».

Manuel ha demostrado de sobra que no se rinde. Espera que más pronto que tarde salga el juicio por la denuncia que presentó por estafa contra la promotora que le vendió un piso que no reunía condiciones de habitabilidad. Este anciano es una de las muchas víctimas de la burbuja y la especulación inmobiliarias. Pero con él han dado en hueso. «Lo tengo clarísimo. Voy a luchar hasta el final», afirma el abuelo coraje de Xàbia. Es tenaz como pocos. Un ejemplo.