El faro del cabo de Sant Antoni de Xàbia, encendido en 1855, ve la luz. El alcalde, José Chulvi, y la arquitecta Ulrike Wehr presentaron ayer el proyecto básico de rehabilitación de este histórico edificio. Las obras lo convertirán en centro de interpretación de la reserva marina y de recepción del Montgó. También lo transformarán en un foco de educación ambiental y de concienciación sobre las amenazas del planeta (la contaminación de mares y océanos o el cambio climático). El faro, que ahora por primera vez tendrá uso público, conservará su robusta y singular arquitectura.

Wehr, la autora del proyecto básico, explicó ayer que, aunque el edificio sufre un acusado deterioro (grietas y desconchones), su estructura aguanta de una pieza. El cuerpo principal, de 360 m2, rectangular y formado por dos viviendas que llevan décadas deshabitadas y que se articulan alrededor de un pequeño patio, será el que acogerá los espacios de exposiciones permanentes (las de la reserva marina, el Montgó y el oficio de los fareros) y temporales. En el flanco este del rectángulo se alza la torre con la potente luz giratoria (llega a 26 millas de distancia). Ahí no podrán entrar los visitantes. Pero sí podrán curiosear por todas las otras dependencias, incluido el taller y cochera, un edificio cuadrado y exento que se convertirá en bar y cafetería.

La arquitecta ha reinterpretado la explanada que está ante la fachada oeste (la de la puerta de acceso). Ha diseñado allí una plaza con bancos. También se creará en esa zona exterior un pequeño jardín botánico que mostrará las especies del Montgó. Los visitantes podrán rodear por el exterior el faro y asomarse al acantilado de vértigo (este punto está a 175 metros sobre el nivel del mar).

El proyecto básico ya avanza que las obras de rehabilitación y del centro de interpretación subirán a un millón de euros. Los dos aljibes se pondrán en funcionamiento para ahorrar agua. También se instalarán (camufladas, claro) placas solares.