Un hijo del imán detenido en 2017 en Teulada, Hesham F.M. Shashaa, alias Abu Adam, declaró ayer en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional que su padre defiende el yihadismo y que incluso le envió en 2011 a Pakistán siendo menor para formarse con combatientes que cometieron atentados terroristas en Afganistán.

El testigo añadió que la imagen de hombre de paz que traslada su padre públicamente como una persona dedicada a desrradicalizar a jóvenes islamistas «es falsa» y que además introdujo en Europa a personas retornadas de la zona de conflicto dándoles apoyo logístico.

La Audiencia Nacional reanudó ayer el juicio a Hesham F.M. Shashaa, para quien la fiscal pide nueve años de prisión al acusarle de difundir y enaltecer el yihadismo en mezquitas y posibilitar en la provincia alicantina refugio, lugar de tránsito y una base de operaciones para combatientes retornados de Siria e Irak, que podrían atentar en España y en otros países europeos.

El mayor de 26 hijos

La sesión comenzó con la declaración testifical del mayor de los 26 hijos del acusado -con cuatro mujeres-, que fue preguntado por la fiscal por el correo electrónico que envió antes de que comenzara este juicio a la Audiencia Nacional en el que acusa a su padre.

El testigo aseguró en la vista oral que cuando fue llevado desde Alemania -donde residía el acusado antes de desplazarse a España- a Pakistán pensaba que se debía a que en este país vivían unos hermanos de su padre.

Sin embargo, «obligado por mi padre estuve secuestrado, torturado y maltratado más de un año en una universidad cercana a Afganistán cuyos estudiantes cruzaban la frontera para hacer la yihad contra fuerzas de Estados Unidos y de países europeos», aseguró el hijo de Abu Adam.

Y añadió: «En esa universidad la gente tenía conocimientos de armas y explosivos y también iban personas de países europeos para instruirse en la yihad».

«Necesito estar seguro con mi vida pues mi padre tiene amigos y he recibido amenazas hasta de mi familia cercana», denunció el hijo primogénito.

Preguntado por la abogada defensora de su padre por qué no denunció antes estos hechos respondió que cuando sucedieron era joven y «no sabía cómo se hacía» hasta que le han ayudado personas relacionadas con las fuerzas de seguridad de España, y recordó que ya realizó en 2017 una primera denuncia ante la Embajada española en Caracas (Venezuela).

La letrada le comentó que el pasado mes de septiembre le exigió a una hermana suya que la familia le entregara un millón de euros para no declarar contra su padre.

Pide justicia

Al respecto el testigo aclaró que «le dije a mi familia que quiero justicia por el daño que me ha hecho y a mi hermana le dije que mi padre pagara eso y se hiciera justicia».

Asimismo, relató que a su vuelta a Alemania desde Pakistán su padre le seguía maltratando y que posteriormente le envió a Jordania con sus abuelos.

Por su parte, el presidente y el imán de la mezquita de Calp en 2011 también declararon ayer en el juicio y afirmaron que ese año el acusado visitó este centro y dio charlas en las que se mostró contrario al terrorismo yihadista, pero que en ningún momento quiso controlar el centro.

La fiscal destaca en su escrito de acusación que se trasladó a España en junio de 2011, residiendo primero en Benissa hasta que compró en 2014 una gran casa en Teulada por valor de 400.000 euros. La dinámica seguida por el acusado en España consistía en visitar mezquitas de localidades alicantinas como Teulada, Calp, Altea, Pedreguer, Gata de Gorgos, Almoradí y San Vicente del Raspeig, donde se presentaba como un importante imán y en las que extendía el ideario y el adoctrinamiento radical, siempre según la fiscal.

El acusado negó el pasado lunes las acusaciones y aseguró que su labor en múltiples mezquitas españolas y redes sociales buscaba rechazar el terrorismo para «evitar que se repita un 11-M».