Ahora que las calles son un hormiguear de bicicletas, patinetes y monopatines, ha aparecido en Dénia un ingenio nunca visto. La policía local ha encontrado amarrado a una farola un híbrido de bici y moto. El cuadro, el manillar, el sillín y las ruedas son de bici. También conserva los pedales, pero son un vestigio de lo que fue este velocípedo que ha mutado a motocicleta. Su «inventor» ha montado en el cuadro un depósito de gasolina, un motor, un carburador y hasta un tubo de escape. Si el fuerte de la bici (la de pedales de toda la vida y la nueva eléctrica) es que no contamina, este artilugio va por otro camino.

Los agentes requisaron la peculiar «bici-moto». Engancharla a una farola está prohibido. Ha acabado en el depósito municipal. Quizás aparezca su dueño y la reclame. Podrá explicar si el prototipo llegó a funcionar y por qué decidió dejar de dar pedales y pasarse a la gasolina. De que es un manitas, no hay duda.

El invento tiene su aquel, pero no hubiera llegado muy lejos. No lleva matrícula, y es obligatoria para los vehículos a motor.

La bicicleta ha evolucionado mucho desde que en 1790, en plena revolución francesa, el parisiense De Sivrac creara el celerífero e iniciara otra revolución, la de las dos ruedas. Que el motorcito eléctrico ayude a dar pedales es la última innovación incorporada al velocípedo. Pero el artilugio hallado ahora por la policía no tiene parangón. Una bici con tubo de escape no se ha visto más que en Dénia.