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"Me gano la vida vendiendo la chatarra a diez céntimos"

Tiene 61 años y se dedica a recoger la quincalla arrojada a la basura en Xàbia: "No molesto a nadie y mantengo todo esto limpio"

Objetos encontrados por el chatarrero en la basura en Xàbia.

«¿Tesoros? Llevo muchos años dedicándome a esto y nunca he dado con nada que tuviera valor. Sí, encuentro algunas muñecas antiguas. Las limpio y las vendo normalmente a 50 céntimos o, como mucho, a un euro».

Tiene 61 años y su oficio es invisible y marginal. Llega con su furgoneta de buena mañana a un «Punt Verd» (contenedores de basura de las urbanizaciones) de la carretera de Xàbia a Jesús Pobre. Allí pasa el día mientras los vecinos acuden a tirar la basura. Se fija en los residuos que van dejando. Hay trastos que pueden tener una segunda vida. Y recoge la quincalla. Su trabajo, el de chatarrero, es antiquísimo. Y no da más que para malvivir. «Me gano la vida cargando la chatarra y vendiéndola. Me dan diez céntimos por cada kilo».

Este vecino de Xàbia, que prefiere no dar su nombre, llegó a España hace 33 años. Decidió abandonar Tetuán (Marruecos) y emigrar para buscar un futuro mejor. «Pensaba que la vida me iba a cambiar a mejor, y me ha cambiado, sí, pero a peor», afirma.

Al principio, trabajó en la obra. Sacó a dos hijos adelante. Pero fue cumpliendo años. «Ya llegas a una edad que no te quieren en ninguna cuadrilla. Y debes seguir ganándote la vida. No tengo ninguna ayuda».

En algún momento, ha sacado de la furgoneta algunos cachivaches (muñecas y peluches que limpia y lava, objetos de decoración, algún pequeño mueble...) para intentar venderlos allí mismo. «Pero no me dejan. Y creo que no molesto a nadie».

Advierte también que su trabajo, emparentado con los oficios de toda la vida del buhonero y el ropavejero, tiene más importancia de la que se le da. Recupera y da una segunda vida a objetos que estaban condenados. No encuentra, desde luego, tesoros. Pero hay enseres que recoge y vende como chatarra que denotan que en el mundo doméstico actual todo caduca muy deprisa.

Este vecino de Xàbia no tiene, además, ningún problema con quienes acuden a tirar los residuos. «La gente suele ser muy amable. Nunca he molestado a nadie. Además, mantengo todo esto limpio».

Ahora teme que llegue un nuevo confinamiento por el coronavirus. «Solo tengo los ingresos de la chatarra. Si nos encierran de nuevo, mi situación y la de otros que vivimos de lo que trabajamos cada día va a ser desesperada», advierte. La pandemia ha golpeado con fuerza, claro está, a estos trabajadores marginales que no tienen ninguna protección social.

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