Dénia, la ciudad creativa de la gastronomía (título concedido por la Unesco), no sería lo que es sin los helados. En 1953 llegaron a Dénia Antonio Miquel Verdú y su esposa Rosario Sirvent. Venían de Xixona, la ciudad del turrón. Abrieron con el hermano de Antonio una heladería en la calle Pare Pere. Y entonces empezó la dulce historia del helado artesano en Dénia. Antonio Miquel falleció el viernes a los 88 años de edad.

Marco Miquel, el hijo mayor de esta estirpe de heladeros y que regenta junto a Inma Arques la heladería Miquel Gelaters, ha rememorado los duros años en los que sus padres trabajaban sin parar. Toda la familia echaba una mano. Marco y sus tres hermanos nacieron ya en Dénia. En esos años, el Tío Bartolo también refrescaba los sofocantes veranos. Era el chambitero que recorría las calles con su carrito de helados.

Los hermanos Miquel Verdú abrirían luego cada uno una heladería en Marqués Campo. La de Antonio era la que estaba más cerca de la Glorieta. En los primeros años, todavía acudía a Xixona a por el turrón. Pero pronto empezó a elaborarlo también en Dénia. Transmitió a sus hijos la pasión por el helado artesano y el producto de primera. "En el año 91, cuando falleció mi madre, se retiró", ha recordado Marco.

Antonio Miquel, que el próximo 2 de febrero hubiera cumplido los 89 años, fue un emprendedor y un pionero de los helados y, por tanto, del turismo. El helado forma parte de la gastronomía. El que siempre defendió este pionero fue el artesanal y de primera calidad.