Xàbia puede sacar pecho en la historia de las comunicaciones. Pocos pueblos tienen dos faros (el del cabo de Sant Antoni y el de la Nau), la primera estación telegráfica que unió por un cable submarino de 111,3 kilómetros la Península y las Baleares (la Casa del Cable) y una estación electro-semafórica y de telégrafo que empezó a operar en 1894. Este patrimonio tiene luces, las de los fogonazos que guían a los navegantes, por ejemplo, y sombras, muchas sombras.

El faro del cabo de Sant Antoni y la estación electro-semafórica, conocida como «el Semáforo», son edificios vecinos. Coronan un acantilado de 175 metros. El primero renace. El segundo es una ruina. El Ayuntamiento de Xàbia, que logró que la Autoridad Portuaria, que depende del ministerio de Fomento, le cediera el faro, que por primera vez desde que se encendió en 1955 será visitable. Ahora ha adjudicado la redacción del proyecto definitivo para restaurarlo y convertirlo en un centro de interpretación de la reserva marina del cabo de Sant Antoni y del parque natural del Montgó. Eso sí, la torre que aloja el gran foco que centellea (el haz de luz llega a las 48 kilómetros) no se tocará. Mantiene su uso de señal marítima.

El proyecto de recuperación de este histórico edifico lo redactará la empresa Arquitectura y Urbanismo Estudio Boix, S. L. Ha rebajado a 15.488 euros el presupuesto de licitación, de 29.040. Se presentaron 14 ofertas. El estudio tiene mes y medio para tener listos todos los planos de la reforma de un espacio de uso público y divulgación medioambiental y marina. Las obras se desarrollarán en la antigua vivienda del farero y en los almacenes.

Boquete en el muro de la estación telegráfica. | A.P.F.

El gobierno local, del PSPV, negocia con la Sociedad Estatal de Correos y Telégrafos un posible alquiler del otro edificio del cabo de Sant Antoni, el «Semáforo». La idea es rehabilitarlo también y transformarlo en un polo de empresas tecnológicas. Esta antigua estación de 1894 y que estuvo en uso al menos hasta 1980 pide a gritos una restauración a fondo. Amenaza ruina. Hay dependencias interiores que están apuntaladas. Desde fuera se observa perfectamente que la galería de ventanales que se asoman al acantilado está muy deteriorada. Además, los intrusos irrumpen a su antojo. En el muro perimetral hay un amplio boquete. La valla del flanco que da al acantilado está rota. También desde fuera se ve que las ventanas se han forzado y están rotas. En definitiva, esta joya de las comunicaciones es un coladero.

El faro y el «Semáforo» destacan por su armoniosa y sencilla arquitectura portuaria. No hay alardes. Pero sí mucho equilibro en las puertas y ventanas con arcos de medio punto y en los patios interiores y en las escaleras de caracol.